Bernarda Alba: Choque entre Autoridad y Anhelo de Libertad

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Enfrentamiento entre una moral autoritaria y el deseo de libertad

El tema fundamental de esta obra es el conflicto entre dos actitudes vitales y dos ideologías: la moral rígida, convencional y autoritaria, que representa **Bernarda**, y el afán de libertad en todos los aspectos, incluido el sexual, que defienden **Adela** y **Mª Josefa**. Bernarda intenta imponer su moral de opresión y Adela y Mª Josefa se rebelarán, cada una a su modo. El resto de las hijas reaccionan resignándose a su suerte y las criadas, aunque odian a su ama, no se atreven a enfrentarse con ella.

El autoritarismo de Bernarda

El autoritarismo de Bernarda se manifiesta del principio al fin de su intervención en la obra, con sus palabras y actitudes. El primer momento importante es su imposición de un luto de ocho años; ante la leve protesta de Magdalena, afirma explícitamente: «Aquí se hace lo que yo mando». En distintas ocasiones a lo largo de la obra, insistirá en esta idea: cuando sus hijas discuten, les dice: «¡No os hagáis ilusiones de que vais a poder conmigo! / ¡Hasta que salga de esta casa con los pies adelante mandaré en lo mío y en lo vuestro!» (Acto I). Dicta el comportamiento que han de mantener sus hijas y les exige obediencia absoluta: «Tú no tienes derecho más que a obedecer» (Acto II) «una hija que desobedece deja de ser hija para convertirse en enemiga» (A. III). Controla igualmente a todas las mujeres de la casa: «¡Aquí no se vuelve a dar un paso sin que yo lo sienta!» (A. II) «Mi vigilancia lo puede todo» (A. III)

La rebeldía de Mª Josefa

Sin embargo, **Mª Josefa**, madre de Bernarda, se escuda en su locura para desafiar las prohibiciones y expresar lo que las hijas sienten. Es la que sufre mayor falta de libertad, encerrada en una habitación, pero rompe el silencio y se escapa vistiendo enaguas blancas y flores en el pelo; su lenguaje es surrealista y profético «¡Quiero irme de aquí, Bernarda! A casarme a la orilla del mar» (A.I)

La rebeldía de Adela

La rebeldía de **Adela** se muestra también desde el comienzo de la obra en diversos detalles como el abanico de flores rojas y verdes en lugar del abanico negro de luto o el vestido verde que se prueba ante las gallinas; más adelante afirma, en el acto II: «Nadie podrá evitar que suceda lo que tiene que suceder / ¡Mi cuerpo será de quien yo quiera!». Y en el III: «He visto la muerte debajo de estos techos y he salido a buscar lo que era mío, lo que me pertenecía». Llega a enfrentarse físicamente a su madre rompiéndole el bastón (símbolo del poder y la opresión). Su último acto de rebeldía en respuesta a la imposibilidad de ser libre es su propio suicidio, que va a suponer el sombrío triunfo de Bernarda y el fin de toda esperanza para sus hermanas: «Nos hundiremos en un mar de luto» (A. III).

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