Bienestar Familiar y Gestión del Estrés: Claves Psicosociales

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Dinámicas Familiares ante la Enfermedad

Cuando un miembro de la familia enfrenta una enfermedad, las reacciones y actitudes del entorno familiar son cruciales para el bienestar del paciente y de los cuidadores. Sin embargo, ciertas conductas pueden ser contraproducentes. A continuación, se detallan algunas actitudes familiares incorrectas que pueden afectar negativamente la evolución psicológica del enfermo y la dinámica familiar:

  1. Negación persistente de la realidad: Esta actitud puede obstaculizar la adaptación psicológica del enfermo y de la familia al proceso de la enfermedad.
  2. Sobreprotección excesiva: Limita la autonomía del enfermo y puede generar dependencia, impidiendo su participación activa en su propio cuidado y recuperación.
  3. Interrupción de actividades lúdicas y de ocio: Evitar distracciones o momentos de esparcimiento, tanto para el enfermo como para los familiares, puede aumentar la tensión y el aislamiento.
  4. Servilismo: Acceder a todas las demandas del enfermo sin establecer límites puede llevar a una dinámica disfuncional, donde el paciente se acostumbra a un trato excesivo, generando resentimiento y agotamiento en los cuidadores.
  5. Actitud pasiva o renuente al aprendizaje: La falta de disposición para adquirir conocimientos y habilidades necesarias para el cuidado del enfermo puede comprometer la calidad de la atención y aumentar la carga sobre otros miembros.
  6. Mantenimiento prolongado de sentimientos de ira y enfado: Estas emociones, aunque comprensibles, si se perpetúan, pueden crear un ambiente hostil y dificultar el apoyo emocional.
  7. Anticipación de la etapa de duelo: Comportarse con el enfermo y con los demás como si ya hubiera fallecido, lo cual puede generar un profundo dolor y aislamiento en el paciente.
  8. Sobrecarga de responsabilidades en un único familiar: Esta situación puede conducir a la claudicación familiar, un estado de agotamiento físico y emocional extremo que experimentan los cuidadores principales debido a la intensidad y duración de los cuidados requeridos por el paciente en el hogar.

Comprendiendo y Gestionando el Estrés

El estrés es una respuesta natural del organismo, pero su comprensión y manejo son fundamentales para la salud mental y física.

¿Qué es el Estrés y el Manejo del Estrés?

El estrés se define como una sensación de tensión física o emocional que surge generalmente al enfrentarnos a situaciones percibidas como desafiantes o amenazantes (un peligro, una pérdida, un fracaso). Es importante destacar que la percepción del estrés es subjetiva, es decir, lo que una persona considera estresante, otra puede no percibirlo de la misma manera.

El manejo del estrés implica la capacidad de controlar y regular la tensión que emerge en estas situaciones desafiantes. Una gestión inadecuada del estrés puede derivar en ansiedad, un estado de gran inseguridad que a menudo se manifiesta con síntomas físicos como opresión torácica, sudoración, palpitaciones, dificultad para respirar (disnea) y temblores.

Estrés Positivo (Eustrés) y Estrés Negativo (Distrés)

El estrés, por sí mismo, no es inherentemente negativo. En ocasiones, actúa como una reacción adaptativa y útil de nuestro organismo, preparándonos para estar alerta y responder eficazmente ante una situación difícil. Por ejemplo, una ligera tensión antes de un examen puede mejorar el rendimiento, ya que el cuerpo se activa: el corazón bombea más sangre, la respiración se acelera para optimizar el oxígeno a las células y la sangre se redistribuye priorizando órganos vitales.

No obstante, una tensión excesiva o mantenida a lo largo del tiempo se vuelve perjudicial, provocando trastornos tanto físicos como psíquicos. El estrés crónico o excesivo es un factor de riesgo significativo para el desarrollo de diversas afecciones, incluyendo trastornos cardiovasculares, depresión, infecciones, cáncer, diabetes y alteraciones metabólicas y hormonales. Además, en un intento por mitigar el estrés, algunas personas recurren a estrategias dañinas para la salud, como el consumo de alimentos poco saludables, el tabaquismo, el alcohol, o el abuso de fármacos.

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