El Bosco, Brunelleschi y Miguel Ángel: Maestros del Arte y la Arquitectura
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El Bosco
El Bosco, pintor flamenco del siglo XVI, se destaca como el más original de su escuela. Su obra se caracteriza por un contenido más relevante que la forma, lo que contrasta con sus contemporáneos como Van Eyck o Van der Weyden. Sus pinturas son alegorías de múltiples interpretaciones, relacionadas con ideas alquímicas, sectas ocultas y creencias populares, a menudo interpretadas como críticas irónicas de los vicios de su época. Su imaginación sin límites se refleja en escenas fantásticas que fusionan elementos vegetales, animales y minerales, anticipando el surrealismo del siglo XX. Los paisajes en sus obras están representados desde una perspectiva elevada, lo que proporciona un amplio espacio para las escenas. Estas características se pueden apreciar en obras como El jardín de las Delicias o El carro de heno.
Brunelleschi
Brunelleschi, artista del Quattrocento italiano, es considerado a nivel arquitectónico como el artista que marcó la ruptura con el gótico e introdujo el nuevo estilo renacentista con la cúpula de Santa María de las Flores en Florencia. Sus obras se caracterizan por el predominio de líneas rectas y volúmenes cúbicos al introducir las leyes de la proporción y la perspectiva que tomó de los arquitectos clásicos a los que estudió tras una estancia en Roma. Esto se aprecia, por ejemplo, en el interior de la Iglesia de San Lorenzo en Florencia, un plan renacentista que hace uso de elementos clásicos en donde todo se rige por el estudiado sistema de proporciones. La belleza se identifica con la armonía matemática.
Miguel Ángel
Miguel Ángel, el artista italiano del final del siglo XV y principio del siglo XVI, destacó en todas las formas de expresión, principalmente como escultor. Su formación le permitió absorber la influencia de los grandes del Quattrocento y plasmar sus ideales en el Renacimiento, pasando luego por la crisis de este movimiento y adentrándose en el Manierismo. Como arquitecto, dejó un legado con la cúpula de San Pedro del Vaticano, adaptando proporciones clásicas a su propio lenguaje. Su estilo escultórico se caracterizaba por figuras grandiosas y dinámicas, con una intensa expresión de las pasiones interiores, conocida como terribilità. Como pintor, fue un maestro del dibujo, con obras que evolucionaron desde colores brillantes y optimistas hacia tonos oscuros y dramáticos, evidenciado en la bóveda y el Juicio Final de la Capilla Sixtina.