La Búsqueda Cartesiana de la Verdad: Duda Metódica y el Fundamento del Conocimiento
Clasificado en Filosofía y ética
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"Pero al igual que un hombre que camina solo y en la oscuridad, tomé la resolución de avanzar tan lentamente y de usar tal circunspección en todas las cosas que aunque avanzase muy poco, al menos me cuidaría al máximo de caer. Por otra parte, no quise comenzar a rechazar por completo algunas de las opiniones que hubiesen podido deslizarse durante otra etapa de mi vida en mis creencias sin haber sido asimiladas en la virtud de la razón, hasta que no hubiese empleado el tiempo suficiente para completar el proyecto emprendido e indagar el verdadero método con el fin de conseguir el conocimiento de todas las cosas de las que mi espíritu fuera capaz. Había estudiado un poco, siendo más joven, la lógica de entre las partes de la filosofía; de las matemáticas el análisis de los geómetras y el álgebra. Tres artes o ciencias que debían contribuir en algo a mi propósito. Pero habiéndolas examinado, me percaté que en relación con la lógica, sus silogismos y la mayor parte de sus reglas sirven más para explicar a otro cuestiones ya conocidas o, también, como sucede con el arte de Lulio, para hablar sin juicio de aquellas que se ignoran que para llegar a conocerlas."
En este extracto, Descartes establece la necesidad de un método riguroso para evaluar la veracidad de sus conocimientos previos y descubrir nuevas verdades. Considera que la razón es la herramienta fundamental para este proceso. En su búsqueda, explora la lógica, las matemáticas y el arte de Lulio. Sin embargo, encuentra que la lógica, aunque útil para conectar ideas, no revela verdades por sí misma. El arte de Lulio también se queda corto, ya que no parte de principios evidentes.
Descartes busca un método que proporcione evidencias, verdades claras e intuitivas, similares a los axiomas matemáticos. Este método, que encuentra en las matemáticas, le permitirá conectar estas evidencias y construir un sistema de conocimiento sólido. Con esta postura, Descartes critica la Escolástica y sus métodos, incluyendo el silogismo aristotélico. Su objetivo es evitar el escepticismo radical, utilizando la duda como herramienta para identificar verdades irrefutables.
A través de este método, Descartes se propone demostrar la existencia del alma, Dios y el mundo. La primera evidencia es la intuición del yo pensante, resumida en su famosa frase "cogito ergo sum" (pienso, luego existo). Esta intuición se convierte en el modelo de verdad, y solo se aceptará como verdadero aquello que sea igual de claro y distinto. La siguiente demostración es la de Dios, concebido como una sustancia pensante infinita y fundamento de todas las demás verdades, incluyendo la existencia del mundo.