Caballo de Batalla: La Épica de Spielberg sobre Lealtad y Supervivencia en la Gran Guerra

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La Sombra Imborrable de la Gran Guerra

Tengo que reconocer que si hay un acontecimiento histórico que me toque la fibra, ese es la Primera Guerra Mundial; por eso, tal vez no sea muy objetivo en lo que vaya a escribir sobre esta película. Una contienda que se cobró alrededor de 30 millones de muertos en todos los bandos, que dejó millones de heridos y mutilados, y que deformó el mapa geopolítico de tal manera que provocó la Segunda Guerra Mundial, y de la que aún hoy percibimos algunas de sus secuelas en muchos de los conflictos internacionales que nos acechan. Pero, sobre todo, era esa crueldad que se vivía en un inédito frente de trincheras pensado para unos pocos meses, pero que se alargó nada menos que cuatro años, casi un lustro plagado por frío, ratas, fango, pulgas, enfermedades, cadáveres y, por supuesto, el enemigo. Unos inocentes e idealistas chicos que acudieron engañados a un infierno que jamás imaginarían y que acabó con toda una generación de jóvenes literal y estúpidamente masacrada.

La Dirección de Spielberg: Emoción y Espectáculo

Quién mejor para recrear ese universo bélico en su vertiente más dramática y conmemorativa que Steven Spielberg, un director que hace de la emotividad y el sentimentalismo sus señas de identidad más allá de la temática del film, pero que se convierte en especialmente brillante cuando se adentra en estos temas con una majestuosa puesta en escena y un poderío visual imponente, como ya comprobamos en Salvar al soldado Ryan o El imperio del sol.

Dicho esto, hay que señalar que si hay un director que sepa mantener la regularidad en la siempre difícil y polémica relación arte/taquilla —o, lo que es lo mismo, cine de calidad no exento de entretenimiento y viceversa—, ese es Spielberg. Salvo algún lapsus en el camino, y en un mundo donde la subvención pública para hacer cine no existe y donde te juegas tu dinero, es importante tener claros esos preceptos, y es meritorio conseguirlo en mayor o menor medida.

Joey: Un Héroe Equino en el Corazón del Conflicto

La película se basa en una novela infantil del mismo título, Caballo de batalla, publicada por el británico Michael Morpurgo. Fue escrita durante la Primera Guerra Mundial, pero publicada en 1982, y Spielberg se enamoró de la historia en Londres durante una representación con unas sofisticadas marionetas. En esta película nos encontramos con la particularidad de que el protagonista es un caballo; el resto de personajes “bailan” alrededor de él, y todos estos avatares y sinsabores bélicos transcurren a ojos del animal, que va rebotando de un lado a otro de las trincheras buscando su propia supervivencia y, en el fondo, algo del afecto que echa en falta de su amo, ya sea en el frente británico, alemán o francés. En cada etapa de la película se nos presenta a un personaje que conecta de forma especial con el animal y al que la propia guerra deja atrás, quedando siempre en solitario, desafiando las adversidades a base de valor y tenacidad: el único y verdadero protagonista del film, el caballo Joey.

El Reflejo Humano: Albert y su Lucha

Por otra parte, tenemos al otro protagonista, en este caso humano: un valiente y arrojado chico —un calco de su caballo— que pelea contra las vicisitudes de un entorno social difícil, como el de la Inglaterra rural y caciquil de principios del siglo XX, y el lastre de un padre abandonado a la bebida, con el oscuro recuerdo siempre vigente de las secuelas de una guerra pasada y la falsa creencia de poder recuperar ese perdido orgullo familiar en una guerra presente. Pero que, al mismo tiempo, posee un fuerte carácter y dignidad que se ve reflejada en su hijo y, a su vez, en el caballo.

Maestría Técnica: Fotografía y Banda Sonora

La extraordinaria fotografía del polaco Janusz Kamiński, uno de los más fieles colaboradores spielbergianos, es la mayor aliada del director. Cada etapa de la vida del caballo, al que seguimos desde su nacimiento, adquiere una tonalidad diferente en la pantalla e influye en la manera en que lo percibe el espectador. Kamiński refleja muy bien todos estos detalles y estados de ánimo del animal y de todo lo que le rodea: la necesidad del brillo y la luz para realzar su belleza y su triunfo ante los terribles obstáculos a los que se ha enfrentado (como en ciertas escenas al principio y al final de la película) y el efecto contrario cuando sirve cruelmente a ambos frentes bajo la oscuridad del fango y la tragedia de las alambradas, siempre al borde de la muerte.

La siempre efectiva y efectista música del eterno acompañante del realizador, el ya octogenario John Williams, remarca y enfatiza la emotividad de la desgracia y el drama de un entorno bélico absurdo, al mismo tiempo que Spielberg va corrigiendo otros gazapos del pasado a nivel de documentación histórica.

Precisión Histórica: Un Avance Notorio

Esta vez hay que reconocer que se cuidan ciertos detalles, como en esa primera carga de caballería al comienzo del film, que pone en evidencia el “shock” que vivieron los militares que fueron a una guerra con la mentalidad bélica del siglo XIX y que se encontraron con un nuevo artilugio diabólico —la ametralladora— que hacía que cayesen como moscas y que acababa con el romanticismo de las guerras antiguas y sus cargas de caballería ligera. También vemos detalles como los cambios en las uniformidades militares que se van produciendo a lo largo de la guerra y que tuvieron suma importancia en la contienda, como la aparición de un elemento nuevo como el casco, que no aparece en las escenas rodadas correspondientes a 1914 pero sí en las de 1917 en adelante. Aunque, en ese sentido, tal vez ayude el hecho de que sea una adaptación literaria; quizás las críticas recibidas tras los garrafales fallos de documentación cometidos en la última entrega de Indiana Jones hayan surtido efecto, y esta vez se han cuidado esos detalles con bastante precisión.

Un Homenaje Épico: Más Allá de la Empatía

En definitiva, aunque en algunos momentos pueda resultar empalagosa y no esté a la altura de las grandes obras maestras del director, Caballo de batalla es una película que, apoyada en unos parámetros técnicos espectaculares, intenta recuperar la épica clásica del cine de John Ford, Akira Kurosawa o David Lean. Es una fábula para toda la familia que habla de la importancia del valor, la lealtad y el honor, de la capacidad de superación y el esfuerzo. Una historia para mostrar, con toda su inclemencia, un conflicto que aún tenemos a nuestras espaldas, con relativa cercanía, y que por momentos aún nos sopla en la nuca muchos días sin darnos cuenta cuando abrimos un periódico o ponemos un telediario; y que, más allá de ser un homenaje a las víctimas humanas producidas en uno u otro bando, es un homenaje a los cerca de ocho millones de valientes y nobles caballos que se perdieron en la contienda.

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