La Caída de Atenas y el Establecimiento de los Treinta Tiranos: De Lisandro a la Tiranía de Dionisio
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Contexto Histórico: El Fin de la Guerra del Peloponeso
23. Después de esto, Lisandro navegó hacia el Pireo. Los refugiados volvieron y destruyeron los muros con acompañamiento de las flautistas, con mucho ánimo, porque pensaban que aquel día *empezaba la libertad en la Hélade*.
24. Y acababa el año, a mediados del cual Dionisio, el siracusano, hijo de Hermócrates, se convirtió en tirano. Antes, los cartagineses habían sido vencidos en la batalla por los siracusanos, habían tomado a Agrigento gracias a la privación de alimentos, y los sicilianos habían abandonado la ciudad.
El Régimen de los Treinta Tiranos en Atenas
Establecimiento y Retraso Legislativo
11. Los Treinta fueron elegidos tan pronto como se derribaron los Muros Largos y los del Pireo. Aunque habían sido elegidos con la condición de redactar las leyes de acuerdo con las cuales pudieran gobernarse, continuamente retrasaban el redactarlas y promulgarlas, y dispusieron el Consejo y las otras magistraturas como les pareció.
Las Primeras Purgas y la Aprobación Ciudadana
12. Después, en primer lugar, detuvieron y condenaron a muerte a aquellos que todos sabían que, durante la democracia, vivían de la delación y eran molestos para los honrados. El Consejo los condenó de buen grado, y el resto, cuantos tenían conciencia de no ser de tal clase, no se disgustaron en absoluto.
La Consolidación del Poder y la Guarnición Espartana
13. Pero cuando empezaron a tratar cómo podrían servirse de la ciudad como ellos quisieran, enviaron primero a Lacedemonia a Esquines y a Aristóteles. Convencieron a Lisandro de que llegara una guarnición para cooperar con ellos hasta que, habiéndose deshecho finalmente de los ciudadanos (contrarios), establecieron su forma de gobierno. Ellos prometieron que iban a mantenerla.
14. Él, habiéndose dejado persuadir, colaboró con ellos enviándoles la guarnición y a Calibio como *harmosta*. Cuando recibieron la guarnición, cuidaron con todo el servicio a Calibio para que aprobara todas las cosas que hacían. Y como este les enviaba a quienes querían de entre los de la guarnición, detenían ya no solo a los malvados y a los de baja condición, sino también a quienes consideraban mínimamente que de ningún modo soportarían ser menospreciados, y a aquellos que, si intentaban hacer algo contra ellos, conseguirían el mayor número de simpatizantes.