La Caída de Atenas: El Fin de la Guerra del Peloponeso

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El Desánimo Ateniense

Cuando los embajadores regresaron a Atenas y anunciaron las condiciones de Esparta, un profundo desánimo se apoderó de la ciudad. Los atenienses creían que se convertirían en esclavos y que muchos morirían de hambre antes de que pudieran enviar otra embajada.

La Propuesta de Arquestrato

Nadie quería debatir sobre la destrucción de los muros. Arquestrato, quien argumentaba que lo más importante era hacer la paz según los términos acordados con los lacedemonios, fue encarcelado. Algunos proponían derribar aproximadamente 10 estadios de cada uno de los grandes muros, pero se aprobó un decreto que prohibía cualquier deliberación sobre el tema.

La Misión de Teramenes

Negociaciones con Lisandro

En medio de esta situación, Teramenes se ofreció a ir a ver a Lisandro para averiguar si los lacedemonios realmente querían esclavizar a Atenas o si solo buscaban humillarla. Teramenes pasó más de tres meses con Lisandro, esperando que la escasez de grano en Atenas obligara a los atenienses a aceptar cualquier condición.

La Intervención de los Éforos

Finalmente, al cuarto mes, Teramenes regresó a Atenas con un mensaje de Lisandro: debía ir a Esparta, ya que la decisión final no dependía de él, sino de los éforos. Teramenes fue elegido entonces embajador plenipotenciario ante Esparta. Lisandro, por su parte, envió a Aristóteles, un desertor ateniense, junto con otros espartanos a informar a los éforos que la respuesta a Teramenes era que ellos eran los responsables de la paz y la guerra.

La Asamblea en Selasia

La Oposición a la Paz

Cuando Teramenes y los demás embajadores llegaron a Selasia, se les preguntó por qué regresaban. Respondieron que los éforos, como responsables de la paz, les habían ordenado que fueran a Esparta. Una vez allí, los éforos convocaron una asamblea en la que los corintios, los tebanos y otros griegos se opusieron a pactar con Atenas, aunque no a destruirla.

Las Condiciones de Esparta

Los lacedemonios declararon que no esclavizarían a una ciudad griega que había hecho tanto por Grecia en momentos de peligro. En cambio, ofrecieron la paz con las siguientes condiciones: Atenas debía destruir sus muros y el Pireo, entregar todas sus naves excepto doce, liberar a los prisioneros, considerar a los amigos y enemigos de Esparta como propios, y seguir a los lacedemonios por tierra y mar dondequiera que los condujeran.

La Aceptación de la Paz

El Discurso de Teramenes

Teramenes y los demás embajadores informaron de estas condiciones a Atenas. Una gran multitud los rodeó, temiendo que regresaran con las manos vacías, ya que la ciudad no podía soportar más hambre y muerte. Al día siguiente, los embajadores anunciaron las condiciones de paz. Teramenes fue el primero en hablar, argumentando que era necesario obedecer a los lacedemonios y destruir los muros. Aunque algunos se opusieron, la mayoría estuvo de acuerdo y se aceptó la paz.

El Fin de una Era

La Destrucción de los Muros

Después de esto, Lisandro navegó hacia el Pireo y los refugiados regresaron a Atenas. La destrucción de los muros comenzó con gran entusiasmo, al son de flautas, pues los atenienses creían que ese día era el comienzo de la libertad para los griegos.

El Año de la Caída

Ese año, en el que el tirano Dionisio de Siracusa, hijo de Hermócrates, gobernaba Siracusa, terminó con la derrota de los cartagineses a manos de los siracusanos. Los siracusanos capturaron Agrigento tras un asedio que dejó a la ciudad sin alimentos, lo que obligó a los sicilianos a abandonarla.

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