Calzadas Romanas: Ingeniería y Transporte en el Imperio Romano

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Calzadas romanas: permitían el rápido movimiento y traslado de las tropas romanas de una a otra parte de su imperio; solo secundariamente esas calzadas facilitaron el transporte de mercancías. El principio de construcción era buscar la línea recta, hasta que en ocasiones recurrieron a complejas obras de ingeniería para salvar los obstáculos naturales (puentes, galerías en la roca).
En un principio su construcción consistía en la colocación de grandes bloques de piedras o losas que por su peso se mantenían fijas. Sin embargo el sistema mejoró y, más tarde, se excavaba el espacio entre los surcos y se llenaba el hueco con cuatro capas de distintos materiales. Primero el statumen (grandes cantos rodados), luego el rudus (cantos rodados más pequeños), el nucleus (grava) y el pavimentum (grandes losas planas). La calzada tenía un metro de profundidad y su durabilidad y fuerza residía en sus cimientos.
En las zonas pantanosas se colocaban en los laterales troncos para sujetar la estructura de la calzada. Las calzadas se construían abombadas para que el agua de la lluvia se evacuase hacia el exterior y no se quedase estancada en el centro, a los dos lados de la calzada se excavaba una pequeña fossa para acumular este agua de lluvia. Construían sus calzadas sobre un terraplén (agger) para la eliminación del agua. El pavimentum debía ser duro y uniforme, lo cual dependía de la piedra utilizada, eran colocadas sobre un nucleus de arena. En otras ocasiones, la calzada tenía un pavimento de grava apisonada logrando una superficie compacta y uniforme.
Las vías romanas solían tener unos 4 metros de ancho, pero podían llegar a los 6 e incluso a los 12. Los romanos establecieron a lo largo de las vías unos miliaria, que eran piedras con inscripciones en las que se indicaba la milla en la que se encontraban. Las calzadas de Roma reciben el nombre de viae y el nombre de quien propuso su construcción. La primera calzada romana fue la via appia, mandada construir por el censor Appio. Casi todas las vías romanas tenían como punto de partida Roma.
A lo largo de estas vías había establecimientos de parada donde se podía descansar, cambiar a los animales de carga, comer... Un gran inconveniente de estas calzadas era que no era apto para animales de carga sin herraduras. Para el transporte de personas utilizaban el cisium, el essedium, el carpentum, el petorritum y el pilentum. Para las mercancías utilizaban el plaustrum o el serracum.
La red de calzadas romanas todavía sigue vigente, pues donde antes había calzadas romanas, ahora hay carreteras o vías férreas. La vía Augusta era la más larga de la península. La vía de la Plata se ha mantenido en buenas condiciones hasta el siglo XIX debido a su increíble construcción. La vía del valle del Ebro une las ciudades que pertenecen a este valle.

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