El Capitán Nemo y el Nautilus: Un Viaje de Venganza y Redención
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Nudo. Después de varias horas de desmayo, los tres rehenes se fueron despertando, uno por uno, preguntándose qué había pasado. Al poco rato, entró uno de los fornidos enmascarados, el cual se presentó llamándose El Capitán Nemo. Les proveyó de comida, ropa y, posteriormente, les advirtió que tenían dos opciones: morir o unirse a su tripulación en todos sus viajes. Desconcertados y sin ninguna otra opción, eligieron formar parte de la tripulación.
Caso especial ocurrió con Pedro, el cual fue llamado personalmente por el Capitán Nemo para conocer cada una de las dependencias de la nave. En el trayecto, el capitán le mencionaba su preferencia por la obra que Pedro había escrito y que solo él era digno de poder apreciar todas las maravillas con las que contaba su submarino, al que llamaba EL NAUTILUS.
Conforme pasaba el tiempo, Pedro se iba dando cuenta de todos los rencores que atormentaban al Capitán Nemo.
La Cacería Marina
Cierto día por la mañana, el Capitán Nemo anunció a los tres pasajeros invitados que almorzaran fuerte, ya que la jornada de cacería marina sería muy larga. La nave seguía su camino a gran velocidad rumbo a una selva marina en las costas del Pacífico Septentrional. En el trayecto, les fueron provistos sus respectivos trajes de buzo y, al llegar, se dispusieron a descender.
Pasaron dos horas de aquella cacería de especies exóticas para la colección del Capitán Nemo y, al regresar de dicho acto, el Capitán Nemo me llamó, ya que tenía algo muy serio que mostrarme. Caminamos hacia la parte de la enfermería, donde se encontraba un tripulante inglés que tenía aplastada la cabeza. Al poco rato de fallecer, el Capitán Nemo rompió en lágrimas y se mantuvo observando su entierro en aquella zona hasta el anochecer.
La Tumba del Vengador
Al poco rato, me comentaba que me llevaría a la gran y gloriosa tumba del vengador, a la cual llegamos después de dar varias vueltas alrededor y tres días en buscarla. Llegaron estos personajes a dicho sitio y, con una voz triste y una mirada vulnerable, el Capitán Nemo dijo que aquel buque que estaba hundido era el Marsellés y que fue dado a pique en 1772. Montaba setenta y cuatro cañones y, en una pelea defendiendo su patria contra el Prestan, perdió la batalla y fue derrocado por el mismo buque que semanas pasadas había atacado el pueblo natal del Capitán Nemo.
El Intento de Fuga y la Venganza Final
Mientras tanto, Ned Land no perdía tiempo junto con Coinseil para idear su plan de fuga.
Al subir a la superficie, el Nautilus sufrió un fuerte impacto de un cañón en una de sus paredes. Al ver la oportunidad que tenían de escapar, Ned Land y Coinseil salieron a mandarles señas a los enemigos, pero al ver esto, el capitán los golpeó y los mandó de vuelta adentro. Inmediatamente, el capitán mandó a sumergir la nave para atacar por debajo, lo cual resultó muy favorablemente y, a los dos disparos de torpedos, fue derrocado y llevado a pique. Inmediatamente, el Capitán Nemo ordenó el descenso conforme se fuera hundiendo el barco. Y así fue, pudo apreciar todo el sufrimiento de los agresores y su macabra muerte. Al poco rato, el capitán se dirigió a su camarote y se arrodilló ante las fotografías de sus hijos y su esposa, sacando un triste llanto.