Características Esenciales y Originalidad del Lazarillo de Tormes

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Rasgos Característicos de la Novela Picaresca

En el Lazarillo de Tormes encontramos algunos rasgos fundamentales que aparecerán, con leves variaciones, en todas las novelas picarescas posteriores:

  • Autobiografismo

    La obra está narrada en primera persona desde la perspectiva de un Lázaro ya adulto que selecciona los sucesos más relevantes de su vida. El texto excede, así, los límites de una carta para convertirse en una autobiografía ficticia.

  • Historia de un Aprendizaje (o Degradación)

    Existe una relación de causalidad entre todos los sucesos narrados: uno conduce a otro hasta explicar por qué Lázaro tolera el adulterio de su mujer. Su vida es, pues, un proceso de educación o, mejor, de degradación. Las desventuras del niño Lázaro, a las que se dedica la mayor parte de la novela, modelan la personalidad del Lázaro adulto: «sin conocerlas —parece decir el protagonista a Vuestra Merced— no se pueden juzgar sus actos».

  • Estado Final de Deshonor

    A excepción de El Buscón, de Quevedo, en la novela picaresca es común que el punto de partida sea la situación final de deshonor que vive el protagonista. En el caso de Lázaro, se trata del triángulo amoroso que consiente y que trata de justificar mediante la narración de toda su vida. La técnica narrativa que sustenta la obra es, por tanto, una analepsis.

Originalidad del Lazarillo de Tormes

El Lazarillo supuso una auténtica revolución en la narrativa española y europea. Su originalidad se concreta en tres aspectos fundamentales:

  1. La reelaboración de motivos folclóricos y tipos reales.
  2. El juego entre realidad y ficción.
  3. El empleo de la ironía.

Reelaboración de Motivos Folclóricos y Tipos Reales

Algunos personajes y episodios del Lazarillo proceden del folclore o se inspiran en la realidad española. Su originalidad reside en la articulación de dichos elementos en una narración coherente, donde se singularizan y adquieren una función específica:

  • El Ciego Mendicante

    El ciego mendicante era una figura habitual en las calles, y las riñas entre este y su mozo formaban parte de la tradición folclórica. El tiempo que pasa Lázaro con el ciego supone para él la experiencia determinante de la pérdida de la inocencia. Así, al recibir la burla de su amo, que lo golpea contra un toro de piedra, reflexiona: «Me cumple avivar el ojo y avisar, pues solo soy, y pensar cómo me sepa valer». Al final del tratado, Lázaro abandona al ciego, tras devolverle el engaño haciéndole chocar contra un poste.

  • El Clérigo Avaro y el Buldero

    El clérigo avaro y el predicador deshonesto, que ofrece falsas reliquias o bulas, tenían también una larga tradición literaria. El clérigo de Maqueda del Tratado II y el cura buldero del Tratado V responden, respectivamente, a estos prototipos; sin embargo, en el Lazarillo...

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