Características de la Monarquía, Cultura y Sociedad en la Época Helenística
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La Monarquía y la Sociedad Helenística
Caracteres Hereditarios de la Monarquía
La monarquía helenística, aunque personal en su origen, se convirtió en hereditaria, precisamente por la consideración del reino como bien privado. Se formaron así una serie de dinastías que dieron estabilidad a la transmisión del poder, no exenta, sin embargo, en ocasiones, de violencias. La transmisión, en general, de padre a hijo, respetaba la primogenitura.
El Rol de las Reinas Helenísticas
Una innovación helenística fue la importancia reservada a las reinas, que podían participar, a veces con un papel superior al del propio soberano, en el gobierno. La monogamia fue la regla general en los matrimonios reales, entre contrayentes de igual o semejante categoría. A imitación aqueménida o en seguimiento de costumbres indígenas egipcias, se extendió el uso entre las casas reinantes del matrimonio consanguíneo.
Nombres como los de Laodice, Berenice, Arsinoe II o Cleopatra han contribuido a extender la imagen de las reinas helenísticas como figuras ambiciosas, pero también como grandes estadistas.
El Evergetismo: Mecenazgo y Vida Urbana
Por su organización interna, las ciudades helenísticas no diferían mucho de su modelo, las poleis griegas. Sin embargo, dieron lugar a una serie de nuevas instituciones políticas urbanas características. Entre ellas destaca el evergetismo.
Buena parte de la vida económica, social y cultural de la ciudad estaba promovida por los propios reyes o por personajes destacados de la comunidad, que con su propia riqueza sufragaban diversas necesidades públicas:
- Construcciones públicas.
- Festejos y eventos.
- Saneamiento urbano.
- Incluso, en ocasiones, la alimentación de la población.
El evergetismo es un fenómeno que tendrá posteriormente enorme importancia en la vida de las ciudades del Imperio Romano.
La Expansión Cultural del Helenismo
Asimilación Cultural y Sincretismo
La época helenística significó, desde el punto de vista cultural, la adopción y la asimilación de la civilización griega por poblaciones hasta entonces extrañas al helenismo. Ello fue posible gracias a las nuevas condiciones políticas creadas a partir de las conquistas de Alejandro y de la fundación de reinos dirigidos por soberanos grecomacedonios.
Como consecuencia, se produjo una gigantesca corriente de emigración desde Grecia a los nuevos territorios conquistados, que extendió la lengua, las formas de vida y las instituciones políticas y culturales griegas por todo el Oriente.
Pero aunque superpuesto como cultura oficial de los conquistadores grecomacedonios, el helenismo no pudo sustraerse a la recepción de influencias procedentes de las viejas civilizaciones indígenas, especialmente en ciertos ámbitos como la religión. Así, las bases tradicionales de la cultura griega experimentaron un nuevo desarrollo, que se distingue claramente de la Época Clásica.
La mayor seguridad y rapidez en las comunicaciones hizo más fluida la relación cultural y más intensa la circulación de hombres e ideas, contribuyendo a definir y fijar los caracteres comunes de la civilización helenística, que, desde Oriente, pudo así, a partir del siglo II a. C., extenderse también a Occidente para convertir todo el Mediterráneo en una comunidad cultural.
(Referencia: Roldán 1998: 465-453)
Alejandría: El Centro Intelectual del Mediterráneo
La ciudad, perdido el significado político que había tenido en el pasado, siguió siendo, como antes, el marco de esta cultura. Pero además se añadió el hecho de que algunas de ellas, como capitales de los nuevos reinos, fueron convertidas por sus soberanos en importantes centros culturales.
El caso paradigmático es, sin duda, Alejandría, la capital de los Tolomeos, que se convertiría en el más importante centro intelectual del Mediterráneo. Fue el propio Ptolomeo I quien fundó el Museo, una institución oficial de enseñanza e investigación que serviría de modelo a otros centros semejantes de la Antigüedad.
Científicos y artistas, bajo la protección real y con su ayuda material, encontraban excelentes condiciones para dedicarse, libres de preocupaciones, a sus actividades intelectuales. Unida al Museo se hallaban otras instalaciones clave:
- Un observatorio astronómico.
- Un instituto de anatomía.
- Un parque zoológico.
- Pero, sobre todo, la famosa Biblioteca, con más de medio millón de volúmenes.
Sabios y eruditos, como Zenódoto de Éfeso, Apolonio de Rodas o Aristófanes de Bizancio, como bibliotecarios al frente de esta institución, contribuyeron con su trabajo al desarrollo de la filología y a la invención de la crítica textual y literaria.