Caravaggio en Nápoles: Últimos Años y Obras Maestras

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Movimiento y Descomposición

Las cabezas se mueven en diferentes direcciones, con una diagonal que nos saca de la escena por el lado opuesto. Ya no son cuerpos tersos ni envolventes, sino que tienen manchas que nos muestran el inicio de la descomposición del cuerpo.

Nápoles - Octubre de 1609

Caravaggio reside en el palacio de Constanza Sforza Colonna, marquesa de Caravaggio (vuelve a sus orígenes: su padre era arquitecto de la familia Sforza y protegido por los marqueses de Caravaggio). De esta época, algunas de sus obras desaparecieron en el terremoto de 1805. En sus obras parece volver a la monumentalidad romana y al tenebrismo, pero con el quietismo napolitano.

El 24 de octubre, Caravaggio fue apaleado en la Osteria del Cerriglio. No curaría completamente de tan terrible ataque. No se sabe quién le apaleó; se piensa que pudo ser una venganza por un enfrentamiento que tuvo con un hombre de la Orden de Malta. A partir de entonces, pide a Roma y al Papa que se le perdone la pena por la que había tenido que huir de Roma, alegando defensa propia.

Parece ser, según nos cuenta Baglione, que el cardenal Gonzaga avisó a Caravaggio de que en breve sería indultado por el Papa. Embarca en Nápoles hasta Porto Ercole, pero fue obligado a viajar en Palo, poco antes de llegar, para ser interrogado. Sin sus pertenencias, sin la barca, exhausto física y mentalmente, llegó a la ciudad y allí falleció el 18 de julio de 1610 (39 años). Todo esto se refleja en la tristeza y en la forma melancólica de sus figuras.

San Juan Bautista (1609)

No tiene nada que ver con el Juan Bautista de 1600. Les une la luz porque ha vuelto al tenebrismo de los años 1600 y el foco que da sobre toda la figura para darle un aspecto plástico y más concreto.

El niño tiene una expresión totalmente triste, como si el báculo y el carnero, símbolo del martirio de Cristo, no le interesaran. El anterior es la figura del niño que nos retaba con su propia desnudez; ahora esa desnudez ha desaparecido. Esa especie de paño de pureza cubre el sexo, convirtiéndose en una figura de un Juan Bautista natural.

El contraposto de la figura con el brazo por delante sigue siendo un recuerdo de Miguel Ángel, y toda la composición es una diagonal más bien en altura que en profundidad. De nuevo, figuras escasas y monumentales.

Salomé con la Cabeza del Bautista (Palacio Real de Madrid) y Judith y Holofernes

Salomé viste más púdica; solamente podemos intuir su afán por el escote que nos muestra un pecho. La luz, que no nos deja ver el fondo, incide solamente sobre este ángulo y sobre el pecho, pasando a la cabeza del Bautista, completamente en la penumbra, y no se aprecia nada de sangre. Caras serias: ella mira como si le repugnara ver la cabeza, lejos de la tradición aceptada (en este sentido, enlaza con la Judith como que le repele ver el acto que hace). En la de Judith hay movimiento, aquí paralización. Son figuras mucho más estáticas.

En el texto bíblico no aparece la vieja, y se suele emplear el contraste entre la belleza femenina de la mujer joven y la forma fea, ajada y rugosa de la criada que aparece al lado, produciendo un gran contraste (efecto de Tiziano).

El verdugo que ha cortado la cabeza se asemeja a Holofernes. Figuras que se quedan dentro de un espacio y parecen emerger y hundirse en esa gran profundidad: su mente está totalmente hundida.

David (1609-10) - Galería Borghese, Roma

A David se le suele identificar con Cristo, y a Goliat con el pecado. David acaba de vencer al pecado. Puede vencer al pecado y solo necesita ser perdonado. Su autorretrato está en la cabeza de Goliat, que solamente necesita ser perdonado.

Comparación con el David del Museo del Prado (afanado, sereno y fuerte).

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