La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca: Represión y Libertad
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La casa de Bernarda Alba: Un Clásico Imperecedero de Federico García Lorca
La casa de Bernarda Alba es, sin duda, la obra más emblemática de Federico García Lorca. Escrita en 1936, su estreno tuvo que esperar hasta 1945, en Buenos Aires, bajo la dirección de Margarita Xirgú, debido a la censura ideológica de la época. La obra surge en el contexto de la frágil Segunda República Española, marcada por una moral conservadora y un ambiente prebélico.
El Teatro de Renovación de Lorca
En el panorama teatral español de la época, coexistían dos corrientes: una, heredera del siglo anterior, y otra, de mayor ambición artística, que buscaba una renovación que marcaría la literatura posterior. Federico García Lorca, junto con Valle-Inclán, fue uno de los máximos exponentes de esta corriente renovadora. La casa de Bernarda Alba representa la culminación del teatro lorquiano.
Un Drama Universal sobre la Condición Femenina
Lorca subtitula la obra como "Drama de mujeres en los pueblos de España". Aunque la ambientación evoca un pueblo andaluz (con sus olivares, el calor sofocante y las casas encaladas), el autor trasciende lo local para elevar la obra a un plano universal. La trama se centra en Bernarda Alba, una madre autoritaria que encarna el poder y la represión, y en sus hijas, quienes se ven obligadas a vivir en un mundo de luto y silencio, asfixiadas por las convenciones sociales y los rumores del pueblo ("el qué dirán").
La única vía de escape a esta rigidez moral es la rebeldía, representada por Adela, la hija menor. Su desafío a las normas la conduce a un trágico final, prefiriendo la muerte a una vida sin pasión.
Espacio Escénico y Simbolismo
El espacio escénico de la obra es la casa, un lugar cerrado que transmite la opresión que sufren los personajes. Esta sensación se refuerza a través del diálogo. En contraste, existe un espacio exterior, el de la libertad, donde se manifiestan el erotismo y las pasiones, pero que también está sujeto al juicio social.
Muchos personajes están vinculados al significado de sus nombres. Bernarda, por ejemplo, cuyo nombre significa "fuerte como un oso", es comparada con un hombre. Las hijas, a través de sus nombres y actitudes, representan una gradación desde la resignación hasta la rebeldía de Adela.
Estructura y Lenguaje
La obra presenta una estructura ascendente, con acciones y escenas encadenadas. Las entradas y salidas de los personajes fluyen con naturalidad. Cada acto comienza con un lenguaje realista y cotidiano, que luego se transforma en un lenguaje cargado de valores dramáticos.
El Poder de los Símbolos en Lorca
Los símbolos son fundamentales en la obra de Lorca. En La casa de Bernarda Alba, destacan:
- Las flores: Poseen un fuerte valor simbólico y erótico. El abanico de Adela con flores rojas y verdes, la corona de flores de Paca la Roseta y las flores en el pelo y el pecho de María Josefa son ejemplos de ello.
- El contraste blanco/negro: El blanco simboliza la vida, la alegría, el amor y la libertad (paredes, sábanas, enaguas, caballo blanco, estrellas, oveja y pelo de María Josefa). El negro representa la tristeza, el odio, la represión y la muerte (trajes de luto, abanico negro, mantón de Bernarda, noche oscura).
Un Diálogo Magistral
Lorca demuestra una gran maestría en la creación de un diálogo fluido e intenso, que combina la realidad y la poesía con un tono popular, sin caer en vulgarismos.