La Causalidad en la Filosofía y Ciencia: Una Revisión Crítica desde Hume

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La Causalidad en la Filosofía y Ciencia: Una Revisión Crítica

Cualquiera de nosotros utiliza esta idea a diario para explicar los fenómenos. Por ejemplo, si vemos que está lloviendo, cogemos el paraguas porque sabemos que el agua nos mojará. Entendemos que la lluvia es la causa que produce necesariamente el efecto de mojarnos. Se trata de una idea fundamental en nuestra vida cotidiana; si no tuviéramos en cuenta los efectos que necesariamente se siguen de otras cosas, no podríamos sobrevivir.

La palabra 'causa' es poco usada por los físicos modernos, pero es fundamental en su ciencia y a ella remiten cada vez que sucede algo. Aristóteles hablaba de cuatro tipos de causa: materiales, formales, eficientes y finales. El significado de causa en la ciencia moderna se reduce a la causa eficiente.

Características Tradicionales de la Relación Causa-Efecto

La relación causa-efecto la entendemos ahora y siempre con tres rasgos principales:

  1. Universalidad de la causalidad: Todo lo que sucede tiene una causa.
  2. Uniformidad: Causas iguales producen efectos iguales.
  3. Necesidad: A toda causa le sigue necesariamente su efecto; existe una conexión necesaria.

Esta manera de pensar causal, caracterizada por estos tres rasgos, es utilizada no solo en la vida ordinaria, sino también en las ciencias empíricas. Entender la realidad bajo el principio de causalidad implica que todo lo que sucede se debe a la acción de algunas causas. Esto es lo que permite hacer predicciones y afirmar que sucederán tales o cuales cosas antes de que tengamos una impresión directa de ellas, como hacemos nosotros cuando vemos la lluvia, el fuego o cualquier otro fenómeno.

Sin embargo, al hablar de saberes o ciencias, nos interesa aclarar la veracidad de las ideas sobre las que se construye este concepto para poder atribuirles después el lugar que les corresponde con rigor. Esto es precisamente lo que hace David Hume.

La Crítica de Hume a la Necesidad Causal

¿Quién ha tenido alguna vez —se pregunta Hume, ya sea científico o filósofo— una impresión de esa conexión necesaria entre lo que llamamos causa y su efecto? Según Hume, nadie tiene una impresión de tal conexión.

De lo único que tenemos impresión es de un fenómeno al que llamamos causa (por ejemplo, la lluvia) y otro al que llamamos efecto (que nos moja), como dos impresiones que se suceden habitualmente contiguas en el espacio y en el tiempo, y con prioridad de lo que llamamos causa sobre el llamado efecto. Es esta regularidad en la sucesión lo que crea en nosotros el hábito o la costumbre de esperar el segundo acontecimiento (efecto) cada vez que tenemos impresión del primero (causa).

La llamada causalidad solo consiste en un hábito o costumbre, y la idea de un nexo causal necesario no tiene ninguna impresión anterior en la que fundamentarse y darle valor de verdad. Decir que va a suceder tal o cual cosa se reduce a afirmar que creemos que así será. Esta crítica humeana a la causalidad se fundamenta en su crítica a la inducción como método válido de razonamiento.

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