Certeza y el Problema del Método en la Filosofía de Descartes
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Certeza y el Problema del Método
Lo primero que dice Descartes es que el rasgo fundamental del saber es la certeza, y por «certeza» entiende la imposibilidad de dudar. El que conoce muchas cosas de todas las cuales cabe dudar es radicalmente ignorante; el que sólo conoce unas pocas de las que no cabe dudar es, al menos en la medida de lo que conoce, sabio. Y esta imposibilidad de dudar la entiende Descartes como imposibilidad absoluta, no como lo que hoy diríamos imposibilidad de dudar «razonablemente». Por lo tanto, no hay «subjetivismo» (en el sentido corriente del término) en la posición de Descartes, porque no se trata de que yo, por unas u otras razones, no me encuentre capaz de hecho de dudar «en la práctica», sino de que de suyo sea absolutamente imposible dudar; por ejemplo: yo podré no ser capaz en la práctica de dudar de que estoy dando una clase, pero eso no es de suyo absolutamente indudable; yo puedo estar soñando que doy una clase, o padecer una alucinación. Así pues, el concepto cartesiano de la duda y la imposibilidad de dudar no tiene nada de subjetivo ni psicológico. Descartes toma el método de las matemáticas porque es la ciencia que alcanza en mayor medida la verdad. Para él, las matemáticas alcanzan siempre la certeza siempre que no haya errores en las operaciones. De este modo, las matemáticas son el modelo de la certeza y el filósofo francés pretende dotar a la filosofía de esa misma seguridad. Por eso el método cartesiano sigue dos pasos fundamentales: el primero de análisis-intuición y el segundo de síntesis-deducción.
La Certeza como Nueva Versión de la Presencia Griega
El saber es el «estar cierto de» (= no poder dudar de). La verdad es la certeza. La certeza, la imposibilidad de dudar, es la nueva versión de la «presencia» griega. Insistamos enérgicamente en que Descartes no subjetiviza la presencia, porque no le interesa la duda como hecho, sino la posibilidad o imposibilidad absoluta de dudar.
Consecuencias del Planteamiento Cartesiano
Hay una grave consecuencia que se deriva del planteamiento cartesiano: el encierro del sujeto dentro de sí mismo. Esto podríamos resumirlo con el término solipsismo. La única verdad que se ha salvado de la duda es la existencia de la propia actividad intelectual, la autoconciencia; pero la existencia indubitable del yo no parece implicar, sin embargo, la existencia de ninguna otra realidad. Por ejemplo, si digo “yo pienso que el mundo existe”, tal vez el mundo no exista, lo único cierto es que yo pienso que el mundo existe. Se ha producido un aislamiento del sujeto respecto del mundo y de los demás. El mundo exterior, la realidad extramental, se ha convertido en algo problemático cuya existencia se ha de demostrar.
El Cambio de Actitud hacia el Idealismo y el Racionalismo
Es así como podemos comprender ese cambio de actitud que se ha producido hacia el idealismo (son las propias ideas las realidades más evidentes) y el racionalismo (es la razón la que se constituye en el criterio seguro de certeza), así como que sea la gnoseología la disciplina que ocupe el primer puesto en la reflexión filosófica, desplazando a la metafísica. Antes de responder a la pregunta por lo verdaderamente real, hemos de asegurarnos de que no nos vamos a equivocar al hacerlo, es decir, hemos de investigar las posibilidades de nuestro conocimiento de llegar a la verdad sin error.