César y los Helvecios: Estrategias Militares y Rendición en la Conquista de la Galia

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César atraviesa el río Saona y combate a los Helvecios

César atraviesa el río Saona en Pereccuc. Entabla este combate para que pudieran alcanzar a las restantes tropas de los Helvecios. Intenta que se haga un puente y de este modo traslada al ejército. Los Helvecios, conmovidos por la repentina llegada, como se dieron cuenta de que él había hecho esto en un solo día, envían legados a donde él. De esta embajada había sido jefe Divicón, que había sido caudillo de los Helvecios en la guerra de Casio.

Maniobra de César y Labieno: Persecución de los Helvecios

Desde la tercera vigilia, manda a Tito Labieno, legado propretor, que suba a la cima del monte con las legiones y con los guías que conocían el camino. Él mismo, desde la cuarta vigilia, por el mismo camino por el que los enemigos habían marchado, se dirige hacia ellos y envía delante de él toda la caballería. Considio, que era tenido como muy experimentado en el arte militar y había estado en el ejército de Lucio Sila y después en el de Marco Craso, es enviado delante con los exploradores.

César y el aprovisionamiento de trigo en Bibracte

Al día siguiente, César, como distaba de Bibracte, la ciudad de los Eduos (con mucho la más grande y rica), no más de dieciocho mil pasos, consideró que había que atender al tema del trigo.

La rendición de los Helvecios y la fuga de los Verbigénos

Los Helvecios, movidos por la escasez de todas las cosas, enviaron legados para tratar la rendición. Estos, como se habían encontrado en el camino y habiéndose postrado a sus pies, y habiendo pedido la paz hablando y llorando suplicantemente, y habiendo manifestado que ellos esperaran su llegada en el mismo lugar en el que estaban, obedecieron. Después de que César llegó allí, pidió los rehenes, las armas y los esclavos que habían huido hacia ellos.

Mientras estas cosas se buscan y se reúnen, durante la noche, unos seis mil hombres de aquella tribu que se llamaba Verbigénos, bien aterrorizados por el temor a que una vez entregadas las armas se les diera muerte, o bien movidos por la esperanza de salvarse porque pensaban que entre tan gran muchedumbre de rendidos su fuga podía ser encubierta o ignorada completamente, en la primera hora de la noche, saliendo del campamento de los Helvecios, se dirigieron al Rin y a los territorios Germanos.

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