Los CIAM: Historia y Legado en la Arquitectura Moderna

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Los CIAM: Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna

El Congrès International d'Architecture Moderne (también conocido como CIAM o Congreso Internacional de Arquitectura Moderna), fundado en 1928 en el castillo de La Sarraz en Francia, por un grupo de 28 arquitectos europeos organizado por Le Corbusier, Hélène de Mandrot (propietaria del castillo e impulsora económica), y Sigfried Giedion (el primer secretario general). Se disolvió en 1959.

Constituyó el almacén de ideas del movimiento moderno en arquitectura y en ellos se fue formulando la doctrina de la modernidad.

El objetivo de estas reuniones era que todos los arquitectos se conocieran y así ordenar las tentativas a título individual. Sus aspiraciones iniciales eran hacer una reunión de espíritus creativos. Gracias a la intervención de Le Corbusier, se convirtió en una cita importante y consolidada.

La organización era enormemente influyente. No solo fue destinada a formalizar los principios arquitectónicos del movimiento moderno, sino que también vio la arquitectura como una herramienta económica y política que se podría utilizar para mejorar el mundo mediante el diseño de edificios y el urbanismo.

De su manifiesto se extrae su objetivo de hacer una arquitectura del presente apostando por los materiales contemporáneos, sentando como base de la arquitectura moderna la industrialización de la construcción. Así como su demanda de que la arquitectura se desligase de las escuelas de Bellas Artes, orientadas según la tradición clásica, y que esta se integrase en el sistema económico general. Sostenían, además, que los arquitectos debían buscar influenciar a la opinión pública a favor de las nuevas aproximaciones arquitectónicas.

Primera Etapa (1928-c. 1933)

Formada por los tres primeros congresos, donde es decisiva la participación de los arquitectos alemanes (en Alemania estaba instalada la República de Weimar, desde el fin de la Primera Guerra Mundial hasta la aparición del nazismo). Estos eran muy radicales en su internacionalismo socialista. Toman como referencia las colonias realizadas en Alemania.

Se habló de urbanismo, del que proclamaron que se planteara con criterios funcionales y no estéticos, extrayendo como conclusión que el suelo de la ciudad debía ser público para evitar la especulación.

Otros temas abordados fueron el de la vivienda mínima (Congreso I) y la división racional del suelo (Congreso III). Este último tema se trató en la ponencia planteada por Gropius, titulada Construcción baja, media o alta, donde se postula que hay que trabajar con el solar y colocar la vivienda según la mejor orientación y no según la que viene dada por la calle, dejando el resto del solar como zona verde. Otro planteamiento de Gropius es la altura, concluyendo que la mejor es la de 5 alturas por no necesitar de ascensor, resultando, por tanto, una construcción más económica. Otra razón de esto es que la zona verde pudiera ser utilizada como una ampliación de la vivienda, desahogando así sus escasas proporciones, y a la vez poder ser controlada esta zona desde esta altura.

Segunda Etapa (c. 1933-1959)

Esta etapa es dominada por la figura de Le Corbusier, apoyado por José Luis Sert, como presidente de los CIAM en esta época.

Se van abandonando las experiencias economicistas de los alemanes para entrar en una línea más racionalista, aunque un racionalismo utópico, casi irrealizable.

En el cuarto congreso, ocurrido en un barco de viaje a Marsella, llevado a cabo en 1933, se habló de la ciudad funcional y el grupo hizo la Carta de Atenas, un documento que adoptó un concepto funcional de la arquitectura moderna y del urbanismo que era único y provocativo. Desarrolla el concepto de multifuncionalidad de la ciudad, delimitándose sus funciones según una segregación funcional estricta en 4 zonas: trabajo, vivienda, descanso-ocio-comercio y circulación. Desaparece el concepto de construcción por manzana típico del ensanche burgués a favor del tipo de parcela abierta y la elevación del edificio según el concepto del rascacielos con el fin de colmatar la edificación dejando el máximo espacio posible para las zonas verdes. El centro de la ciudad queda para el área de trabajo. Como medio de unión de todas las zonas resultarían las grandes avenidas.

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