Cicerón: Oratoria, Política y el Declive de la República Romana
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Marco Tulio Cicerón: Oratoria y Legado
La figura de Marco Tulio Cicerón (106-43 a.C.) es central para comprender la oratoria, la política y la filosofía de la República Romana tardía. Su vasta obra abarca desde discursos judiciales y políticos hasta tratados filosóficos y epistolares, reflejando su profundo impacto en la cultura latina.
La Elocuencia Ciceróniana y sus Principios
Cicerón fue un maestro de la retórica, cuyas obras, como las 14 Filípicas contra Marco Antonio, son ejemplos de su encanto, ingenio y, en sus cartas, ternura. Para Cicerón, un buen orador debía cumplir con tres objetivos fundamentales, resumidos en la máxima latina: ut et concilientur animi, et doceantur et moveantur (que los ánimos sean conciliados, instruidos y conmovidos).
Su estilo se caracterizaba por el apasionamiento de sus invectivas, la vehemencia de sus imprecaciones y el patético sentimiento de sus ruegos. Además, su adhesión al estoicismo le permitió, según algunos, mitigar la degeneración moral de la sociedad romana de su época.
Contexto Político: La Crisis de la República Romana
La vida de Cicerón transcurrió en un periodo de profunda inestabilidad, marcado por las cruentas Guerras Civiles entre Sila y Mario, que habían perturbado gravemente el orden republicano. Aunque la situación parecía normalizarse tras la aniquilación de los últimos restos del partido democrático por Craso y Pompeyo, la unión de estos con Julio César (considerado el último heredero del demócrata Mario por parentesco e ideales) dio origen al Primer Triunvirato, desencadenando una nueva Guerra Civil.
La democracia en Roma había degenerado, con el cohecho, la corrupción, la violencia y el asesinato como prácticas comunes. Electores y adversarios se vendían, y los testimonios se falseaban, creando un clima generalizado de inmoralidad política y de injusticia social.
En este escenario, Cicerón se alineó con el partido Senatorial, enfrentado al partido Popular. La inestabilidad se agudizó con la conjuración de Catilina. Cicerón, como cónsul, logró que el Senado declarara un estado de guerra. Catilina intentó apoderarse de Preneste, mientras Manlio había preparado sus fuerzas en Fésulas. El 7 de noviembre, Cicerón evitó un intento de asesinato y convocó al Senado, desvelando la conspiración.
Discursos Clave: La Pro Lege Manilia
Entre los discursos más significativos de Cicerón se encuentra la Pro Lege Manilia (también conocida como De Imperio Gnaei Pompei), pronunciada en el año 66 a.C. Este discurso abogaba por la concesión de poderes extraordinarios a Pompeyo Magno.
Antecedentes: La Ley Gabinia (67 a.C.)
Previamente, la Ley Gabinia (67 a.C.) había sido propuesta por el tribuno Aulo Gabinio ante la incapacidad del Senado para hacer frente a la Guerra contra los Piratas. Esta ley proponía:
- El licenciamiento de los militares de Asia que hubieran cumplido su tiempo de servicio.
- El reemplazo de Lucio Lúculo al frente de estas tropas por uno de los cónsules, Manio Acilio Glabrión (quien no mejoró la situación).
- La concesión, durante tres años, a un cónsul de autoridad absoluta sobre las naves y costas hasta 400 estadios tierra adentro.
La Ley Gabinia, al suprimir el poder del Senado sobre las magistraturas, fue considerada ilegal y anticonstitucional. Julio César la apoyó, mientras Cicerón mantuvo una postura ambigua.
La Ley Manilia (66 a.C.) y la Guerra en Oriente
La Ley Manilia (66 a.C.) fue propuesta por el tribuno Gayo Manilio para abordar la crítica situación en Oriente, donde la Guerra contra Mitrídates, rey del Ponto, estancaba el comercio, impedía el cobro de tributos y afectaba gravemente los negocios de los romanos en esas tierras.
La propuesta de Manilio consistía en conceder a Pompeyo el mando supremo sobre los ejércitos de Asia, Bitinia y Cilicia, sin límite de tiempo. A pesar de la oposición de nobles como Quinto Lutacio Cátulo y Quinto Hortensio Hórtalo, Cicerón se pronunció a favor de la ley.
Su discurso, De Imperio Gnaei Pompei, tenía un contenido eminentemente político y estaba dirigido al pueblo (los quirites), no al Senado. Cicerón empleó argumentos sencillos pero conmovedores, destacando la necesidad y dificultad de la guerra, el patriotismo y la búsqueda de gloria.
Estructura Retórica del Discurso
Los discursos de Cicerón, y la oratoria romana en general, seguían una estructura clásica:
- Exordium: Introducción para captar la atención del público.
- Narratio: Exposición de los hechos.
- Confirmatio/Refutatio: Presentación de argumentos a favor y refutación de los contrarios.
- Peroratio: Conclusión, buscando conmover al auditorio.
La creación de un discurso también implicaba varias etapas:
- Inventio: Búsqueda y selección de argumentos.
- Dispositio: Organización de los argumentos.
- Elocutio: Estilo y lenguaje.
- Memoria: Memorización del discurso.
- Actio: Pronunciación y gestos.