Claridad Conceptual en Trabajo Social Comunitario: Sociedad vs. Comunidad
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Sociedad y Comunidad en el Trabajo Comunitario
1. La Comunidad y la Sociedad
En nuestro contexto histórico, cultural y científico, el concepto de sociedad no debería ser sustituido por el de comunidad. Veamos algunas razones:
El concepto de comunidad genera imágenes que tienden a ocultar la complejidad de la realidad social actual. Transmite una imagen de armonía y de homogeneidad social que es muy simplificadora y excluye el conflicto interno. Cuando se usa como adjetivo, lo comunitario evoca realidades unívocamente positivas y, casi siempre, muy cálidas.
El carácter mítico de la realidad social que evoca el concepto de comunidad contribuye a velar la realidad y, por ello, a menudo es utilizado como concepto que permite la ocultación. En los últimos tiempos hemos tenido ejemplos muy claros de ese carácter ocultatorio: el neoliberalismo lo ha usado para esconder y/o legitimar el desvío de costes de asistencia hacia las familias (el tratamiento en la comunidad se ha usado como argumento que legitimaría una reducción del gasto social).
El concepto de comunidad jugaría como un imaginario favorable a las ilusiones e intereses mejor definidos y los más difundidos en la sociedad. Cuando una realidad social (barrio, institución, etc.) se imagina uniforme, lo que se impone como necesidad o programa de la comunidad es el discurso de los que tienen voz (las clases medias) y se ignoran las carencias de las poblaciones que no cuentan con los atributos necesarios para definir sus problemas como necesidad colectiva legítima e, incluso, preferente (los colectivos con menos poder).
A menudo sucede que hay segmentos de estas supuestas comunidades que se movilizan, sobre todo, contra los otros segmentos (convertir en zona verde aquel bloque de pisos de alquiler barato habitado por los más pobres, etc.).
Los conceptos de comunidad y de Trabajo Comunitario usados de manera inconsistente tienden a crear la conciencia de que las estrategias organizativas deben ser de tipo unitarista o consensualista (ir hacia una sola asociación que será más representativa, un proyecto que implique a todos los agentes colectivos e institucionales del territorio, etc.). Esto es un error, puesto que no siempre los intereses y las ilusiones son compartidos.
2. Evitar los Equívocos en el Uso de los Conceptos
La identidad del concepto de comunidad con geografía se encuentra bastante debilitada. Los intereses y relaciones en un territorio (barrio, por ejemplo) son muy variados y, hoy día, la calidad y la cantidad de relaciones de las personas son relativamente independientes del territorio.
Siempre que se pueda, el concepto de comunidad debe ser sustituido por conceptos alternativos que puedan resultar más precisos. Términos como espacio social, territorio, población, colectivo, grupo, barrio, habitantes, etc., deben usarse en cada momento con el objetivo de paliar las trampas a que nos aboca el lenguaje.
Reservar el uso del concepto de comunidad a la expresión de un deseo respecto de la sociedad y las relaciones sociales. Sería expresión de la sociedad que queremos (una sociedad no excluyente, integradora, sólida), pero nunca se lo consideraría expresión de los rasgos de la realidad social.
Ser conscientes de que las estrategias organizativas no siempre serán de tipo unitarista. La integración de la sociedad pasa precisamente por multiplicar sus grupos y organizaciones, que consigan voz nuevos actores, hacer más densa la vida social generando más sujetos colectivos, etc.
Comprender que la articulación de grupos y acciones puede buscarse y darse en espacios diversos más allá de la localidad.
Lo que se pretende en Trabajo Comunitario es la construcción de un tejido social con capacidad para generar proyectos más globales, respuestas mejor integradas y más ambiciosas.