Claves para la Convivencia y el Desarrollo de Relaciones Humanas en Contextos Educativos

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La Interrelación Humana: Pilares de Convivencia y Ciudadanía en la Educación

La interrelación humana se manifiesta a través de diversas posibilidades, fundamentales para el desarrollo social y personal. Podemos identificar dos enfoques principales:

1. Ciudadanía: El Reconocimiento de Derechos

  • Se empieza a tratar al otro como un sujeto de derechos. Este enfoque sienta las bases para una interacción respetuosa y equitativa, donde cada individuo es reconocido por su dignidad y sus prerrogativas inherentes.

2. Convivencia: Más Allá del Coexistir

  • Se establecen relaciones de convivencia que trascienden el mero coexistir. Esta dinámica genera un vínculo que deriva del deseo de vivir juntos, ya sea por opción o por necesidad. Implica la voluntad de compartir algo más de lo que se exige, con el objetivo, por ejemplo, de colaborar en trabajos o proyectos comunes.

La convivencia puede tener un talante positivo o negativo. Normalmente, en el currículum educativo, se aborda desde una perspectiva negativa, refiriéndose a la resolución de conflictos o problemas. Esto se denomina el sentido negativo de la convivencia. Sin embargo, existe un sentido positivo, que surge para fomentar lazos de respeto, tolerancia y empatía. Este aspecto es el menos desarrollado y debería promoverse más activamente. Por ejemplo, se debería incentivar que personas que no se conocen intenten establecer vínculos. No es necesario esperar a que surja un problema para implementar actividades que promuevan la convivencia.

En este contexto, no se actúa únicamente en función de la ley (ciudadanía). Ojalá en una escuela se lograran relaciones que fueran, como mínimo, ciudadanas.

Ejemplo Práctico en el Ámbito Educativo

Consideremos el caso de alumnos que, durante un trabajo, discuten y desean hacerlo por separado. Un profesor experimentado se negaría, argumentando que deben aprender a convivir y resolver conflictos. En el ámbito escolar, si dos niños no tienen una buena relación, la solución no es separarlos, sino enseñarles a convivir juntos y a gestionar sus diferencias.

La Interrelación de Encuentro: Hacia el 'Nosotros'

La interrelación de encuentro es la actividad o el proceso que inicia la búsqueda de un "nosotros" a partir de un "yo" y un "tú". Consiste en impulsar el crecimiento de dos libertades, la del "yo" y la del "tú", que, sin dejar de ser individuales, crean una situación favorable, una relación en términos de "nosotros". Para que esto sea posible, es fundamental que el "yo" trabaje y se esfuerce para que el "tú" sea más "tú" (es decir, más auténtico y pleno), y que el "tú" trabaje y se esfuerce para que el "yo" sea más "yo".

Si esto se logra, surgirá una nueva situación: un "nosotros" que contribuye al crecimiento individual y personal. Aquí sí se establece una relación de amor o afecto (no siempre en términos de pareja), una relación en la que debe existir amor y entrega mutua.

No se trata de entregarse a la otra persona para que nos dé lo que queremos, porque eso implicaría dominación y el deseo de que la otra persona sea lo que uno quiere, lo cual derivaría en utilitarismo. En la medida en que el otro sea más "él" (auténtico), más aportará a la relación. Si se intenta moldear o construir al otro, eso se denomina egoísmo.

Este tipo de relación debería fomentarse en las escuelas, ayudando a que los niños y niñas se encuentren, creen lazos de amistad y afecto, que con el tiempo podrán concretarse en lo que cada uno desee. No se trata de exigirlo, sino de proponerlo y facilitarlo. Es beneficioso que los niños y las niñas aprendan a encontrarse y a construir relaciones significativas.

Es importante señalar que este tipo de relación profunda no se aborda ni aparece explícitamente en la LOMCE; no existe ninguna ley que promueva su implementación directa. El currículum sí aborda la convivencia y la ciudadanía. La condición ciudadana se fundamenta en los derechos humanos, asumidos por muchos estados del denominado mundo occidental o civilizado.


Biografía Histórica: Juan de Bethencourt

Juan de Bethencourt: Navegante y Explorador Normando

Nacido en el seno de una aristocrática familia normanda, Juan de Bethencourt estuvo al servicio del duque de Anjou, de Carlos V de Francia y del duque de Turena. Enrique III de Castilla concedió a su tío Roberto de Braquemont el privilegio de conquistar el archipiélago canario, y este delegó la misión en Juan de Bethencourt.

Asociado con Gadifer de la Salle, Juan de Bethencourt partió de La Rochelle en mayo de 1402. Un año más tarde, había conquistado la isla de Lanzarote, tras lo cual fue nombrado rey feudatario de Canarias por Enrique III. Posteriormente, conquistó Fuerteventura y, tras regresar a Francia, reanudó la campaña conquistadora, ocupando las islas de El Hierro y La Gomera.

En 1412, entró al servicio de Juan II, el nuevo rey de Castilla, y regresó a Francia para tomar parte en la Guerra de los Cien Años. Durante la contienda, la fortuna no le favoreció y terminó arruinado. Acosado por sus acreedores, en 1418 vendió sus derechos sobre las islas Canarias al Conde de Niebla.

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