Claves de la Obra de Buero Vallejo: Simbolismo y Técnica Teatral

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Neosimbolismo en la Obra de Buero Vallejo

El neosimbolismo, entendido como la acción de sugerir o evocar temas y situaciones mediante el recurso a la alusión indirecta o simbólica, es muy frecuente en la obra de Buero Vallejo. En ocasiones, podría explicarse como una manera de hacer referencias políticas, evitando la censura; por ejemplo, esa “Fundación” que representa una cárcel. A veces, adquiere una dimensión más existencial, como esa “escalera” que simboliza el fracaso en el paso del tiempo. O, incluso, ambas dimensiones, como se observa en la terraza de Hoy es fiesta, donde los inquilinos están felices pero encerrados por la propietaria. Y quizá, en este sentido existencial, hay que leer la frecuente presencia de personajes con taras físicas (ceguera, sordera, etc.) o psíquicas, lo que representa la lucha del hombre con o contra sus límites.

Técnica Teatral y Recursos Dramáticos de Buero Vallejo

Una de las innovaciones más notables de su lenguaje teatral es la utilización dramática del tiempo. La introducción en la escenografía, o a través de acotaciones implícitas, de varios momentos temporales que se relacionan e influyen mutuamente, crea a veces un juego de perspectivas que busca que el distanciamiento ayude al personaje y al espectador a superar el conflicto. La utilización de un “escenario múltiple” (como en La detonación o El tragaluz) permite tener varios escenarios a la vez que se van actualizando mediante la utilización de la luz y el sonido, y que en ocasiones nos permiten asistir a acciones simultáneas.

Interiorización del público en el drama” es como llamó Buero al recurso técnico popularizado como “efectos de inmersión”: una manera de hacer participar al espectador en el paisaje interior del personaje. Con más de treinta obras representadas, Buero fue un autor muy premiado en vida. Los galardones más significativos de su última etapa fueron el Premio El espectador y la crítica (en varias ediciones), así como el Premio Cervantes (1986) y el Premio Nacional de las Letras Españolas (1996), ambos concedidos por primera vez a un dramaturgo. Pero quizá aún más significativo es el hecho de los incesantes estrenos (más de treinta obras) y reposiciones de toda su producción, tanto dentro como fuera de España.

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