Claves para el Reconocimiento y Manejo del Moteado en Manzanos/Perales y Oídio en Vides
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Moteado del Manzano (Venturia inaequalis) y del Peral (Venturia pirina)
Importancia y Distribución
Esta enfermedad se encuentra en todas las zonas donde se cultiva el manzano y el peral, afectando especialmente a las zonas templadas. Su desarrollo se ve favorecido por primaveras y veranos húmedos.
Síntomas
Provoca un moteado característico en hojas y frutos, pudiendo extenderse a otras partes verdes de la planta. En ambas superficies de la hoja, aparecen manchas inicialmente blanquecinas que más tarde se oscurecen, adquiriendo un aspecto aterciopelado oliváceo. Lesiones similares se observan en el fruto, donde la superficie se suberifica (acorchamiento), causando grietas y heridas que pueden ser vía de entrada para otros patógenos secundarios. Popularmente se conoce como "roña" debido al relieve que forman las lesiones, ya que el hongo crece debajo de la cutícula y la empuja hacia arriba.
Descripción del Patógeno
Se observan conidias (esporas asexuales) y conidióforos (estructuras que portan las conidias). El hongo presenta ascas bitunicadas (estructuras en forma de saco que contienen ascosporas) dentro de un ascostroma. Las pseudotecas (o pseudotecios, cuerpos fructíferos sexuales) contienen las ascosporas, que son uniseptadas (con un solo septo o tabique) de forma asimétrica. Su color es hialino (transparente) a verdoso al principio de su desarrollo, tornándose oliváceo al madurar.
Condiciones para la Infección
La infección primaria por ascosporas requiere que la superficie de la planta (hojas o frutos jóvenes) permanezca mojada durante un período determinado, que varía con la temperatura. Por ejemplo, se necesitan aproximadamente 25 horas de humedad a 6°C, o unas 9 horas si la temperatura se sitúa entre 16-24°C.
Ciclo de la Enfermedad y Patogénesis
El hongo inverna principalmente en las hojas infectadas caídas en el suelo, donde forma las pseudotecas. También puede sobrevivir, de forma más aislada, en lesiones en la madera del huésped. Al principio de la primavera, con la humedad adecuada (lluvia o rocío), las pseudotecas maduras liberan y disparan las ascosporas. Estas son transportadas por el viento a las hojas y flores jóvenes, donde germinan si las condiciones de humedad y temperatura son favorables. El tubo germinativo de la ascospora penetra directamente la cutícula, y el micelio se desarrolla entre la cutícula y la epidermis. Posteriormente, se forman los conidióforos que emergen rompiendo la cutícula y producen conidias, responsables de las infecciones secundarias durante la estación de crecimiento. Las conidias también requieren periodos de mojado para germinar e infectar, aunque generalmente son menos exigentes que las ascosporas.
Medidas de Control Cultural y Preventivo
La incidencia de la enfermedad se puede reducir significativamente mediante diversas prácticas culturales:
- Podas adecuadas para mejorar la ventilación y la penetración de la luz en la copa del árbol, lo que favorece un secado más rápido del follaje.
- Aplicaciones otoñales de urea (al 5%) sobre las hojas caídas para acelerar su descomposición y reducir la producción de inóculo primario (ascosporas).
- Labores de cultivo que promuevan la descomposición de la hojarasca, como la incorporación superficial al suelo o el fomento de la actividad de las lombrices.
- Adecuación de los marcos de plantación para evitar una excesiva densidad y facilitar la aireación.
- Prácticas de riego que minimicen la humectación prolongada del follaje (ej. riego por goteo en lugar de aspersión).
Control Químico
Durante la estación vegetativa, el control químico suele ser esencial, especialmente en variedades susceptibles y en años con condiciones climáticas favorables para la enfermedad. Se realizan tratamientos preventivos, comenzando desde la brotación y repitiéndolos a intervalos de 1 a 3 semanas, dependiendo de la presión de la enfermedad, las condiciones meteorológicas y el producto utilizado. Algunos de los fungicidas comúnmente empleados incluyen:
- Compuestos cúpricos (ej. oxicloruro de cobre, hidróxido de cobre)
- Bitertanol
- Tiofanato de metilo
- Dodina
- Otros fungicidas sistémicos y de contacto con diferentes modos de acción (ej. IBEs, anilinopirimidinas, estrobilurinas), siguiendo siempre las recomendaciones de manejo de resistencias.
Oídio de la Vid (Uncinula necator, anamorfo Oidium tuckeri)
Importancia y Distribución
Originario de América del Norte, el oídio de la vid (también conocido como ceniza o cenicilla) se encuentra actualmente en prácticamente todas las regiones vitícolas del mundo. En condiciones óptimas para su desarrollo y sin un control adecuado, puede causar la pérdida total de la cosecha y afectar la calidad del vino.
Síntomas
Puede atacar todos los órganos verdes de la vid: hojas, pámpanos jóvenes, sarmientos, flores y frutos. Los síntomas iniciales pueden aparecer en algunos pámpanos jóvenes, que se muestran débiles, enanizados y cubiertos de un polvo blanquecino. Más tarde, los síntomas se manifiestan claramente en las hojas (tanto en el haz como en el envés) y en los brotes vegetativos como un característico polvillo blanco ceniciento, que puede desprenderse fácilmente al frotar. Debajo de este polvillo, en ataques severos, pueden observarse puntos o manchas necrosadas. En los racimos, los granos de uva afectados se cubren del mismo polvillo; la epidermis de las bayas muestra una necrosis parda y reticulada, pierde elasticidad y puede agrietarse durante la maduración, lo que deprecia la calidad de la uva y facilita la entrada de otros patógenos (ej. Botrytis cinerea).
Descripción del Patógeno
Uncinula necator (actualmente reclasificado como Erysiphe necator) es un hongo ascomiceto que presenta un micelio externo (ectoparásito), característico de los oídios, que se desarrolla sobre la superficie de los órganos afectados y emite haustorios para alimentarse de las células epidérmicas. La forma teleomórfica (sexual) del hongo desarrolla cleistotecas, que son pequeños receptáculos esféricos, inicialmente amarillentos y luego oscuros, que contienen las ascosporas y sirven como forma de supervivencia invernal en la corteza de los sarmientos o en hojas caídas. El micelio, durante la fase vegetativa (forma anamórfica, conocida como Oidium tuckeri), produce abundantemente conidias elípticas u ovoides, dispuestas en cadenas, que son las responsables de la rápida propagación asexual de la enfermedad durante el ciclo de cultivo.