Compromiso social y político en la poesía de Miguel Hernández
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Miguel Hernández, nacido en Orihuela en 1910, fue un poeta español considerado uno de los más significativos del siglo XX. Perteneciente a la Generación del 36, también se le relaciona con la Generación del 27. Uno de los aspectos más destacados de su obra es la fusión de tradición e innovación.
En su primera etapa, con una expresión religiosa, Hernández condena los actos revolucionarios de los campesinos y las posiciones políticas de los anarquistas y comunistas. En 1934, viaja por segunda vez a Madrid y se introduce en la intelectualidad de la capital, lo que provoca una crisis personal y poética. Comienza a colaborar en la revista Cruz y Raya y entabla amistad con Vicente Aleixandre.
Además de su trabajo en la enciclopedia Los Toros, Hernández participa en las Misiones Pedagógicas, un proyecto educativo español creado durante la Segunda República para difundir la cultura general en un contexto de alto analfabetismo. En diciembre de 1936, publica Al ataque, poemario con composiciones significativas sobre la Guerra Civil.
En febrero de 1937, es trasladado al Altavoz del Frente Sur, en Andalucía, donde utiliza la poesía como herramienta de propaganda. Su poesía de esta época se recoge en Viento del pueblo, un poemario con composiciones que denuncian las injusticias y se solidarizan con el pueblo oprimido. Ese mismo verano, publica Viento del pueblo y viaja a la URSS.
A su regreso a España, la guerra le provoca una depresión que intensifica su vena antiburguesa. Pese a la alegría por el nacimiento de su primer hijo, su fe en el hombre se debilita. Este poemario coincide en los moldes métrico-estéticos, en el concepto de la “poesía como arma” y en las “circunstancias” que lo provocan con Viento del pueblo, un poemario heterogéneo y externo, con entusiasmo, optimismo y esperanza en la victoria.
En El hombre acecha, el poeta se repliega hacia la introspección: los acontecimientos de la guerra, miles de muertos, cárceles, heridos y odio. El lenguaje es más sobrio, el tono más íntimo y se va apagando la exaltación de héroes y se va encendiendo el lamento por las víctimas.
En octubre de 1937, muere su primer hijo, pero nace su segundo hijo, Manuel Miguel. El poeta es detenido en la frontera portuguesa y, antes de volver a prisión tras una salida provisional, entrega a su esposa, Josefina Manresa, un cuaderno con Cancionero y romancero de ausencias, con poemas sobre la muerte de su primer hijo, escritos desde la cárcel con la sencillez de la lírica popular y con los temas de su mundo poético: el amor, la vida y la muerte (sus tres heridas), expresando su dolor.
La palabra “libertad” ahora está unida al amor, hay lamento íntimo y lírico por el destino de cárcel y muerte que le aguarda. El compromiso social y político de Miguel Hernández se percibe en su voz poética, que exalta a los hombres que luchan por la justicia, lamenta el dolor de las víctimas oprimidas y reprende a los explotadores de la patria.