El concepto de razón vital en Ortega y Gasset
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Razón vital y razón histórica
El entendimiento, la razón y cualquier otra facultad humana surgen en la historia y son productos históricos del esfuerzo que las personas realizan con el fin de orientarse en su circunstancia, en su situación. Por esto Ortega rechaza el principio cartesiano según el cual el hombre es una cosa que piensa e insiste en la falacia del hombre como animal racional, porque:
- El ser humano no siempre utilizó la razón para entender la realidad.
- Actualmente se utiliza a cuentagotas.
- La razón ha funcionado de distinta manera en diferentes épocas.
- El propio criterio de validez de la razón no es nada racional.
Para Ortega, la razón, que nació en Grecia como medio de extraer o de expresar el lógos de la realidad, fue paulatinamente cobrando confianza en sí misma. El racionalismo llegará a sentirse capaz de conocer el mundo desde la inmanencia del propio pensamiento, de la propia razón. Después, Kant la convirtió en legisladora de los objetos de conocimiento (fenómenos) y, en seguida, Hegel en constructora de los mismos. La razón se ha elevado tanto que se basta a sí misma. Se trata de lo que Ortega llamó la razón pura.
La razón vital: una ampliación del horizonte cognoscitivo
El concepto de razón vital no es un síntoma de concesión al irracionalismo. Su distinción de la razón pura no es en modo alguno una reducción de los límites de la razón, sino una ampliación del horizonte cognoscitivo de la misma. La razón vital funciona, pues, desde el sujeto en su totalidad y nunca como un entendimiento desarraigado del sujeto. Se supera así la postura realista. Pero además, la razón vital funciona desde el sujeto en toda su circunstancia y, por tanto, desde su realidad social e histórica. Frente al idealismo, la razón vital es una razón histórica.
La razón histórica: una búsqueda constante
Pero ante la razón histórica no aparece todo como comprensible, ya que hemos abandonado la razón pura que posibilitaría la acomodación perfecta entre la interpretación y el hecho. La racionalidad de la historia es algo que hay que ir buscando constantemente, ya que la vida es temporal y, por lo tanto, constante cambio. Por esto, la razón histórica no puede acercarse a la vida con esquemas preestablecidos. La razón histórica no es a priori sino a posteriori.