Conducta Humana: Agresión y Altruismo - Perspectivas Psicológicas y Sociales
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Teorías sobre la Agresión
La investigación psicosocial sobre la agresión se centra en dos ideas básicas: a) existe una tendencia agresiva innata (Freud y Konrad Lorenz), y b) la conducta agresiva es aprendida (A. Bandura).
Teoría del Instinto
En su obra Más allá del principio del placer, Sigmund Freud reconoció dos impulsos básicos: el de autoconservación (instinto de vida, Eros) y el de muerte (Thanatos). De igual manera que la energía sexual reduce la tensión por medio de la actividad sexual, Freud pensaba que había que canalizar hacia el exterior del individuo la energía destructiva del impulso de muerte. El etólogo Konrad Lorenz defendió en su obra Sobre la agresión (1963), que esta es una disposición innata, común a los animales y humanos, porque sirve para la supervivencia de la especie, igual que otras disposiciones como el cuidado de las crías. Lorenz, igual que Freud, concibe la agresión como inevitable, pero admite que puede canalizarse hacia metas no destructivas, como el deporte. La supuesta maldad innata del hombre satisface a mucha gente, porque así se liberan de toda culpa y eluden la responsabilidad de buscar las causas sociales de la agresión, tarea realizada por los teóricos del aprendizaje social.
Teoría del Aprendizaje Social
Esta teoría psicológica niega la existencia de una pulsión agresiva y defiende que la conducta agresiva se debe a procesos de aprendizaje. El condicionamiento clásico o instrumental puede desencadenar la ira o la agresión. Los animales y las personas experimentan dolor cuando son castigados y, a su vez, esta respuesta puede producir una emoción de ira y activar una conducta agresiva. La conducta agresiva, como la frustración, el ataque físico o verbal, la tensión ambiental pueden ser favorecidas por ciertas situaciones. Para Albert Bandura el comportamiento agresivo se aprende por reforzamiento y por modelado. Algunos experimentos realizados sobre la violencia en televisión demuestran que incrementa la agresividad, desensibiliza a los observadores ante la violencia y moldea sus creencias sobre la realidad social.
La Conducta Altruista
¿Por qué hay personas que ayudan a otras sin ningún interés y otras ignoran los gritos de socorro y no intervienen ante una urgencia? La conducta altruista o prosocial consiste en ayudar a otros sin recibir nada a cambio, sin tener en cuenta los intereses personales. Los psicólogos sociales estudian la conducta altruista, desde los actos caritativos hasta la donación de órganos. Hay tres perspectivas que explican la conducta altruista y proponen dos formas de conducta prosocial: el intercambio mutuo y el altruismo más incondicional.
Normas Sociales
Ayudamos a otras personas sin ningún interés, porque consideramos que debemos hacerlo, por ejemplo, al ayudar a una persona ciega a cruzar la calle. En la conducta altruista influyen dos normas sociales: la norma de reciprocidad (que exige ayudar a quienes nos ayudan) y la responsabilidad social (que prescribe que las personas deben ayudar a la gente necesitada sin que por ello deban ser correspondidas en el futuro).
El Intercambio Social
El propio interés es la base de todas las interacciones humanas, el objetivo es maximizar las recompensas y minimizar los costes.
Perspectiva Evolucionista
Los sociobiólogos que estudian cómo influye la selección natural sobre el comportamiento social sugieren que los genes son los que determinan que cuidemos de los parientes, como hacen los padres con los hijos. El autointerés genético también predice la reciprocidad. Las personas ayudan a otras porque esperan ayuda a cambio y, si no corresponden, son castigadas. De ahí que los tramposos o traidores sean despreciados en todas las culturas.
Los factores que contribuyen a la inhibición social y reducen la ayuda son:
- Si una persona está sola, siente que la responsabilidad de intervenir es suya, pero cuando hay otros observando siente menos responsabilidad.
- Si la situación de emergencia es ambigua, se produce la ignorancia pluralista, cada observador duda y trata de saber qué pasa. Así, unos observadores son modelos de pasividad para los otros.
- La percepción ante la evaluación: mucha gente duda de su capacidad para intervenir con éxito en algunas situaciones, como en los accidentes de tráfico. En cambio, si alguien es médico, la presencia de otras personas es un incentivo para intervenir.
Agresividad y Teoría del Refuerzo
Para B. F. Skinner, el refuerzo puede ser cualquier acontecimiento que aumenta la frecuencia de una reacción previa. Un refuerzo puede ser una recompensa tangible. Puede ser un elogio o una atención. O puede ser una actividad, como poder usar el coche después de lavar los platos, o tomar un descanso después de una hora de estudio. Hay dos formas de fortalecimiento que son: el refuerzo positivo y el refuerzo negativo. Ambos han sido concebidos para reforzar un cierto comportamiento. El individuo aprende cual es el comportamiento deseable para alcanzar un determinado objetivo. Ya el castigo refuerza cual es el comportamiento indeseable, es decir, que no debe ser manifestado, para evitarlo.
En el refuerzo positivo cuando el comportamiento deseado es alcanzado un elemento de recompensa es añadido. El castigo se confunde a menudo con el refuerzo negativo porque se inserta el elemento punitivo en este. Sin embargo, a diferencia del refuerzo negativo, el objetivo del castigo es llevar a la extinción del comportamiento, es decir, con el paso del tiempo, la probabilidad de él ocurrir nuevamente disminuye. El refuerzo negativo, pasa a la idea de una obligación: una rata puede tirar de una palanca (comportamiento) para desconectar una corriente eléctrica que le está infringiendo dolor (refuerzo negativo). El refuerzo negativo no es un evento de castigo; es la eliminación de un castigo. Ambos utilizan estímulos aversivos y de ahí su confusión.
Los castigos pueden ser de dos tipos: por adición (punición positiva), cuando experiencias desagradables son añadidas, o por sustracción (punición negativa) cuando facilitadores del comportamiento son eliminados. Ambas técnicas llevan a aquello que llamamos de extinción. El castigo puede causar una serie de problemas: este tipo de estimulación aversiva, implica respuestas del sistema nervioso, manifestados en síntomas como ansiedad, depresión, baja autoestima. Por otra parte, el comportamiento castigado no se olvida, se elimina. Puede ser que después de que la estimulación aversiva haya sido eliminada, el comportamiento vuelva a suceder: el niño puede aprender a no blasfemar en el hogar, pero seguirá usando su lenguaje en otros lugares.
El castigo también elimina el comportamiento no deseado, pero no guía a la persona a una conducta más deseable. El castigo dice lo que no se debe hacer; el refuerzo, por el contrario, dice qué hacer. Un castigo combinado con un refuerzo positivo de comportamiento deseable es más eficiente en el cambio de conducta. En definitiva, el castigo rápido y seguro puede ser eficaz, y puede de vez en cuando causar menos dolor que el comportamiento autodestructivo que elimina. Pero él puede reaparecer, si fuera posible evitar el castigo. Esa estimulación aversiva puede provocar otros efectos colaterales indeseados, como ansiedad y enseñar agresividad, comportamientos nada positivos. Los psicólogos prefieren dar más énfasis al refuerzo positivo en lugar de al castigo.
La Teoría del Aprendizaje Social y la Agresión
Para la teoría del aprendizaje social, la conducta agresiva puede adquirirse meramente por la observación y la imitación de la conducta de modelos agresivos y no requiere necesariamente la existencia de un estado de frustración previa. Según esta concepción de la agresión no existiría una pulsión agresiva de tipo innato ni tampoco existen estímulos específicos desencadenantes de la conducta agresiva, sino que seria el resultado de procesos de aprendizaje (Mayor, 1985). Esta teoría acentúa la importancia de los procesos vicarios, simbólicos y autorregulatorios en el funcionamiento psicológico; reconoce el rol de la observación influyendo notablemente en los pensamientos, afectos y conducta humana. Por otra parte, enfatiza la importancia del aprendizaje social dado que destaca el rol de los procesos de autorregulación, es decir, la capacidad de las personas de discriminar, seleccionar, organizar y transformar los estímulos que los afecta, concibiendo al individuo como agente de su propio cambio. Por lo tanto, esta teoría explicaría a la conducta humana, como la interacción recíproca de tres elementos: cognitivos, comportamentales y ambientales; lo cual permite que los individuos puedan influir en su destino y en la autodirección de sus límites.
Procesos de Aprendizaje por Observación
En general existe coincidencia al concebir la interacción entre la experiencia y los factores fisiológicos determinantes de la conducta. Existen distintos procesos que dirigen el aprendizaje por observación:
- Procesos atencionales. El niño, para aprender presta atención a los rasgos significativos de la conducta de sus padres (o del modelo agresivo). La atención prestada al modelo está delimitada por la atracción interpersonal. El observador se identifica con el modelo por sus cualidades atrayentes.
- Procesos de retención compulsiva. La capacidad de procesar la información a partir de sus experiencias anteriores y de las exigencias de la situación, y la capacidad de recordar cosas, conductas, hechos, permite que estos puedan influir a las personas mediante la representación de imágenes, representación verbal y la técnica de repetición, el aprendizaje y la retención resultan mejor. En el caso del niño pequeño, las acciones de los modelos provocan directamente respuestas de imitación, siendo capaces de reproducir estas respuestas aunque el modelo no esté presente mucho después de haber observado la conducta.
- Procesos de reproducción motora: transformar las representaciones simbólicas en acciones, lo que es posible cuando se organizan temporal y espacialmente las propias respuestas.
- Procesos motivacionales: el niño aprende a adoptar conductas dependiendo de las consecuencias de éstas. Tenderá a reproducir conductas cuando sus consecuencias sean valiosas y por el contrario, cuando tengan efectos poco gratificantes tendrá menor probabilidad de adoptarlas.
En el caso del niño, este carece de la facultad de integrar distintos atributos o hechos que le permitan establecer la contingencia necesaria entre una acción y sus consecuencias, por lo cual se constituye en un sujeto receptivo que replica lo observado potencialmente. Con el tiempo podrá desarrollar la capacidad de autoevaluación, por lo tanto habrá desarrollado la capacidad de integración lo que será determinante en la ejecución o no de lo aprendido por observación. En la niñez el aprendizaje es imitativo instantáneo, generalizando lo aprendido a otras situaciones, en ello va a influir las características del modelo y la frecuencia con que ocurre el modelado. Es por esto, que el niño acabará por reproducir conductas agresivas con mayor facilidad, cuando esté sujeto a una invasión masiva y frecuente de estímulos agresivos, emanados especialmente de sus padres (modelos de gran poder afectivo), lo cual se acompaña del refuerzo recibido cada vez que el niño se somete a la agresión siendo implícita o directamente aprobado por ello. Por el contrario, sancionado cada vez que no lo haga (someterse).
Tipos de Agresión: Reactiva e Instrumental
En la década del 90 varios autores, entre ellos Berkowitz (1993) distinguieron dos tipos de agresión, en una distinción ya clásica, aunque actualmente en revisión: la agresión reactiva u hostil y la instrumental. La primera es una reacción ante provocaciones, injusticias o agresiones reales o percibidas, y se dispara en forma impulsiva como parte de un estado de ira o de cólera. Este tipo de agresión puede ocurrir naturalmente en cualquier persona pero es particularmente frecuente en ciertos desórdenes como los trastornos límite y paranoide de la personalidad. En el otro extremo, la agresión instrumental, fría y planificada, se emite con el propósito de obtener un beneficio y es más propia de las personalidades antisociales.
Supuestos Básicos que Desencadenan Irritación o Enojo
Percepción Distorsionada del Otro
- La gente es falsa
- La gente es aprovechadora
- La gente es mala
- La gente es malintencionada
Expectativas Poco Realistas sobre la Conducta Ajena
- Los demás deben ser justos, considerados y eficientes en todas las ocasiones
- La gente debe ser racional y lógica
- Está mal y es egoísta que los demás prioricen sus propias necesidades
- La gente debería hacer lo correcto independientemente de su aprendizaje anterior y de las contingencias actuales
Expectativas Poco Realistas sobre la Frustración Esperable
- Siempre debería obtener lo que deseo
- Necesito imperiosamente ser complacido
- Los demás tienen la obligación de satisfacer mis deseos
- Las cosas tienen que salir como yo las planifico
- Aceptar una situación no deseada significa aprobarla o convalidarla
Estilo Atribucional ante los Fracasos y Frustraciones
- Simplificado: hay una única causa responsable del fracaso o del suceso aversivo
- Externo: la culpa es de la suerte o del destino
- Personal: la causa es siempre la acción u omisión de otras personas
Convicciones Erróneas sobre la Conducta Agresiva
- El autocontrol es señal de debilidad
- Ser agresivo indica valor o valentía
- Puedo y debo controlar la conducta ajena
- Confrontar a los otros con sus errores hace que cambien su conducta
- Es necesario desahogar la ira