Configuración Industrial Española: Regiones, Desafíos y Revitalización

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1. Polos Industriales Centrales de España

Los grandes polos que aparecen en el mapa son Vizcaya, Madrid, Valencia y Barcelona. Son espacios centrales de las áreas metropolitanas, sobre todo las de Madrid y Barcelona, que se han consolidado como los principales centros de la industria española. Su evolución está marcada por tendencias contradictorias: por una parte, la reconversión de importantes sectores maduros; por otra parte, la revitalización industrial. Desde 1985, la centralidad atrae hacia Madrid y Barcelona a las empresas nacionales. Por ello, son las actividades que más valor añadido generan. Ello favorece una creciente terciarización de su industria, cuyo reflejo externo es la aparición de parques industriales o empresariales.

El País Vasco y el foco de Bilbao son un polo industrial gracias a su reciente resurgir industrial, y en el caso de Valencia, destaca su situación central en el Eje Mediterráneo.

2. Ejes de Desarrollo Industrial

Se localizan a lo largo de las vías de comunicación. Los principales son los ejes del Valle del Ebro y Mediterráneo, comunicados con los principales centros nacionales y del sur de Europa. Actúan como focos de atracción. Están relacionados con ciudades de antigua tradición industrial y zonas de industria rural transformadora de productos del entorno. Otros menores están en Madrid, se extienden hacia Toledo y Guadalajara o el eje de Tordesillas-Valladolid-Palencia.

3. Zonas Industriales en Crisis y Revitalización

Las regiones de Asturias, Cantabria, Vizcaya y Guipúzcoa se caracterizan por ser zonas especializadas en sectores industriales maduros en crisis, sin diversificación industrial que permita generar empleos alternativos. Predomina la gran empresa y escasean las pymes. El mercado laboral es de cualificación baja o media. El medio ambiente posee un deterioro antiguo. Todo ello constituye externalidades negativas que dificultan la instalación industrial. La incorporación a la UE ha agravado la situación.

Las consecuencias de la desindustrialización son el declive demográfico por emigración y una creciente posición periférica. A pesar de estos problemas, existen algunos ejemplos de revitalización, como el País Vasco.

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