Conflictos y Transformaciones del Siglo XIX en España

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– El Estado Carlista y el Desarrollo de la Contienda

A lo largo del siglo XIX, la sociedad vasca estuvo dividida entre los partidarios de los fueros y las viejas costumbres (mundo rural, clero, artesanos y pequeña nobleza) y los defensores del liberalismo (burgueses de ciudades como Bilbao, San Sebastián y Pamplona). El caos y desorganización iniciales de las partidas carlistas terminaron con la llegada del pretendiente Carlos y la dirección del general Zumalacárregui. Don Carlos instauró un auténtico Estado carlista, con instituciones y ejército propios. Los problemas financieros fueron constantes, pero la aceptación de los fueros vizcaínos fortaleció la causa carlista en el territorio. La reforma militar del general permitió grandes victorias carlistas, pero en el asedio de Bilbao, al que Zumalacárregui se opuso, fue herido y murió días después. En la segunda etapa, la dirección errática de Don Carlos no detuvo el avance liberal, y en la Batalla de Lutxana, Espartero levantó el cerco carlista a Bilbao.

En la tercera etapa, los más radicales coparon las altas instituciones y Don Carlos comandó la Expedición Real a Madrid, que fracasó. Ante el desgaste del carlismo, el general Maroto tomó el poder, fusiló a sus oponentes e inició gestiones secretas con Espartero, que culminaron en el Abrazo de Vergara en 1839.

– Las Consecuencias de la Guerra

El fin de la contienda supuso el exilio de Don Carlos y sus partidarios, dejando el territorio vasco agotado y devastado. Los ejércitos carlistas recurrieron al pillaje y al saqueo, y la población campesina sufragó los gastos de la guerra mediante impuestos y reclutamientos forzosos. Los fueros, aceptados por los liberales en Vergara, fueron finalmente abolidos por Espartero. Aunque se reinstauraron con ligeros cambios, la situación foral provocó un nuevo levantamiento carlista en 1872.

– Las Reformas Inmediatas

El objetivo principal era la convocatoria de Cortes Constituyentes, pero en sus primeros meses el gobierno provisional abordó reformas de gran envergadura:

  • Debate territorial: Centrado en Cataluña, donde, ante la presión de Macià (líder de ERC), los republicanos aprobaron en las Cortes el Estatuto de autonomía, instaurando por decreto la Generalitat.
  • Miseria agraria: El ministro de trabajo, el socialista radical Largo Caballero, desarrolló reformas como el laboreo forzoso y el decreto de términos municipales para paliar el paro y el poder de los terratenientes. Se aprobaron el seguro de accidentes laborales y la jornada de ocho horas.
  • Educación: Se promovió la enseñanza pública y laica para restar poder docente a la iglesia.
  • Ejército: El ministro de guerra, Azaña, buscó un ejército moderno y eficaz, subordinado al interés civil, y abolió la Ley de Jurisdicciones de 1906.
  • Orden público: Nunca se acometió una reforma de envergadura, a pesar de instaurar la Guardia de Asalto en las ciudades. La República terminó entregando el orden público al poder militar.

Análisis de un Decreto Histórico (21 de febrero de 1836)

Tipo de texto: Fuente histórica primaria, forma de exposición, tema político y literario.
Autor: Individual (Juan Álvarez Mendizábal).
Destino: Dirigido a María Cristina (individual), con el fin de exponer las ventajas de desamortizar y vender las tierras municipales y eclesiásticas expropiadas (finalidad pública).
Época: 21 de febrero de 1836. Publicado en la Gaceta de Madrid.

El tema central es exponer las razones para aprobar la Ley de desamortización. Las ideas principales se refieren a los motivos que justifican dicha Ley y los beneficios que reportaría a la nación.

El texto se divide en dos partes:

Parte expositiva: Mendizábal, en el primer párrafo, expone los motivos para las desamortizaciones: felicidad de la población, promesa solemne al pueblo y garantía positiva a la deuda nacional. En el segundo párrafo, el autor explica cómo la desamortización busca crear la propiedad privada para aminorar la fuerte deuda pública.

Parte dispositiva: Consta de dos artículos. El primero expone a quiénes se les desamortizará: bienes de comunidades y corporaciones religiosas extinguidas y los unidos por el vínculo del mayorazgo. El segundo artículo detalla lo que no se desamortizará: edificios del gobierno, monumentos de las artes o para honrar la memoria de hazañas nacionales.

Contexto

Este decreto de 1836 se enmarca en las reformas del liberalismo durante la regencia de María Cristina, en la minoría de edad de Isabel II. Este hecho provocó la primera guerra carlista entre los partidarios de Carlos María Isidro y el bando isabelino. En plena guerra, la Reina Gobernadora se apoyó en los ministros liberales: primero en los moderados de Martínez de la Rosa y luego en los progresistas de Álvarez Mendizábal.

La única fuente de ingresos para una Hacienda arruinada eran las tierras vinculadas a mayorazgos, monasterios o comunales. Mendizábal (desamortización de bienes eclesiásticos, 1836) y Madoz (desamortización de bienes comunales, 1855) abordaron este problema.

La desamortización de Mendizábal tuvo un triple objetivo: obtener recursos para la guerra carlista y la Deuda Pública, atraer a la clase media burguesa-rural al liberalismo y reducir el poder de la Iglesia.

La Restauración y el Sistema Canovista (1901)

Tipo de texto: Fuente histórica secundaria, fragmento de obra literaria, tema político.
Autor: Individual (Joaquín Costa, político y líder del Regeneracionismo).
Destino: Colectivo, finalidad pública.
Época: 1901, Madrid.

En 1874, el golpe de Estado del general Pavía disolvió las Cortes y puso fin a la I República. Ese mismo año, el general Martínez Campos proclamó a Alfonso XII en Sagunto, con Antonio Cánovas del Castillo como principal defensor. Se inició la Restauración con el sistema canovista.

Este sistema buscaba una Constitución moderada y flexible, con soberanía compartida entre el Rey y las Cortes, garantizando el orden político y público.

El sistema canovista se basó en la Constitución de 1876 y el bipartidismo turnista. La Constitución, de carácter moderado, no reconocía la soberanía nacional y mantenía los derechos de la Iglesia Católica. Establecía la soberanía compartida y una práctica política basada en partidos oficiales que aceptaban la legalidad constitucional.

Mediante un pacto, se estableció el turno pacífico para gobernar. El partido designado tenía garantizada la victoria electoral, lo que se lograba mediante el caciquismo. Los caciques, de la oligarquía, controlaban la vida política, económica y social, manipulando las elecciones.

El bipartidismo excluyó a los partidos antidinásticos (carlistas, republicanos) y a movimientos como el anarquismo, socialismo y regionalismos, que configuraron la oposición.

A finales de siglo, el sistema entró en crisis por factores como los nacionalismos periféricos, la cuestión colonial y militar, y el movimiento obrero. La Semana Trágica de 1909, la crisis de 1917 y la falta de líderes estables agravaron la situación.

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