La conquista romana y la romanización de Hispania

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La presencia de Roma en la Península Ibérica se prolongó desde finales del siglo III a.C. hasta comienzos del siglo V. La llegada de los romanos a la Península se produjo dentro del escenario general de la II Guerra Púnica. Roma, intentando cortar las bases de aprovisionamiento que Aníbal tenía en la Península, envió dos ejércitos a la misma que desembarcaron en Ampurias en el 218 a.C. iniciando la conquista del litoral mediterráneo. Virulenta fue la actuación del cónsul romano Catón que pacificó el valle del Ebro con el expeditivo método de quemar las poblaciones que se le oponían y vender a sus pobladores como esclavos. Y una vez expulsados los cartagineses de la Península, se inició un segundo período de conquista (154-133 a.C). Esta fase se caracterizó por una larga guerra contra los pueblos de la meseta debido a la dureza de la resistencia.

En el año 137 a.C. una expedición del procónsul Décimo Junio Bruto cruza el río Limia y entra por primera vez en el territorio de los galaicos. Debido al inicio de una serie de guerras civiles en la República romana la conquista se detuvo, e incluso un gobernador de Hispania, Sertorio, creó un gobierno independiente de Roma hasta que fue asesinado. La última fase de la conquista de la península Ibérica, tras el restablecimiento del orden en Roma, se corresponde con la llegada de Octavio Augusto y que durante las denominadas guerras cántabras (29-19 a. C) conquista el norte peninsular, mediante cruentas campañas contra galaicos, cántabros, astures y vascones. Al finalizar las guerras cántabras Hispania quedó sometida a la autoridad de Roma. En el año 14 a.C. fue dividida en tres provincias, Bética, Lusitania y Tarraconensis. A finales del siglo III una nueva reordenación del mapa político sumó las provincias de Gallaecia, Carthaginensis y Balearica.

Organización provincial

Las provincias estaban bajo el control de un pro-cónsul y estaban divididas en conventus con la intención de controlar la recaudación de impuestos, las levas militares o impartir justicia. Cada conventus englobaba una ciudad de cierta entidad que eran la unidad político-administrativa básica del sistema romano. Las ciudades medraron bajo las reglas del urbanismo romano y estaban comunicadas mediante una excelente red de calzadas.

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