La Consolidación de la Independencia Mexicana: Iturbide, el Plan de Iguala y la Transición Política (1821-1822)
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La Consumación de la Independencia y los Acuerdos Fundacionales
Agustín de Iturbide culminó la campaña militar por la independencia de México el 21 de septiembre de 1821, cuando el Ejército Trigarante entró en la capital. Un mes y medio antes, a principios de agosto, había llegado a Veracruz el último gobernante de Nueva España nombrado por la metrópoli, Juan de O'Donojú, con quien Iturbide había firmado el Tratado de Córdoba. Lo que se exigía en el Plan de Iguala era que la Nueva España no fuera más una colonia, sino un reino independiente de España, gobernado por Fernando VII o algún príncipe español. México y España serían dos reinos diferentes, sin que uno estuviera sujeto al otro, aunque tuvieran el mismo rey. Fue por esto que el obispo de Sonora, Fray Bernardo del Espíritu Santo, aceptó el Plan de Iguala, porque no implicaba deslealtad contra su rey, al que siempre defendió con ardor. Otra circunstancia importante del Movimiento Trigarante fue que reconoció la vigencia de la Constitución Española de 1812 en todo aquello que no se opusiera a la independencia del país.
Continuidad Administrativa y Reorganización Territorial
Como la Monarquía Mexicana nació fiel a la Casa Real de España y a la Constitución de 1812, quienes ocupaban los puestos de gobierno no tuvieron inconveniente en continuar ejerciendo sus funciones bajo el nuevo régimen independiente. Excepto el intendente Antonio Cordero, quien prefirió renunciar a su cargo, en la Intendencia de Arizpe permanecieron en sus puestos los subdelegados, los alcaldes y los capitanes de presidio. El mismo comandante general de las Provincias Internas de Occidente, el brigadier Alejo García Conde, continuó como tal hasta mediados de 1822.
Como la Constitución de 1812 permaneció vigente, los ayuntamientos constitucionales y las diputaciones de provincia quedaron confirmadas en sus funciones. Recién instalada en México la Junta de Regencia, dispuso que las diputaciones de provincia fueran renovadas mediante elecciones, que en el noroeste se realizaron el 24 de febrero de 1822. Por estas fechas, los nombres "Sinaloa" y "Sonora" se aplicaban a territorios más amplios de lo que fueron las respectivas provincias coloniales. "Sinaloa" designaba en este momento a la Villa de San Felipe y Santiago, al partido de que esta villa era cabecera y, además, al territorio comprendido entre los Ríos de las Cañas y Mayo. "Sonora" se aplicaba únicamente a la zona ubicada entre los Ríos Mayo y Gila, porque en esta provincia no había algún partido o ciudad que llevaran ese nombre.