El contractualismo: Hobbes, Locke y Rousseau

Clasificado en Filosofía y ética

Escrito el en español con un tamaño de 8,62 KB

Teorías clásicas del contractualismo

Hobbes: el modelo absolutista

Hobbes (1588-1679) tiene una concepción pesimista, egoísta e individualista del ser humano. En su opinión, en el estado de naturaleza cada uno busca su propia conservación y su beneficio, lo que conduce a la desconfianza y a la competición entre los seres humanos. Esto da lugar a un estado permanente de guerra de todos contra todos. No existiendo moralidad, el único límite para la satisfacción de nuestros deseos es la oposición que podemos encontrar en los demás. En el estado natural, el individuo, para mantener su seguridad, depende de su propia fuerza e ingenio. Una de las causas que mueven a los seres humanos a unirse es la inseguridad y el miedo que se tiene a los otros en la situación de guerra permanente y el deseo de alcanzar una vida mejor, lo que no es posible en el estado de naturaleza.

Los hombres deciden pactar su entrada en un orden social con el objetivo de preservar la propia vida y garantizar una existencia más dichosa. Lo que se pacta se trata de un pacto de cesión, porque los hombres, con tal de traer la paz, deciden renunciar a su libertad natural para entregarle todo el poder al soberano. Prefieren ceder sus libertades a cambio de protección.

El poder del soberano es irrevocable, porque nace de un pacto social en el que los hombres se han comprometido a acatar las leyes y someterse a él. Se trata de un poder ilimitado, porque el soberano está por encima de la ley. Cuando pactan, renuncian a su derecho individual de ejercer la violencia unos contra otros, pero puede haber alguien que se salte lo pactado; el soberano tiene la obligación de utilizar la fuerza para frenar la violencia interna, obligar a que se cumplan las leyes y mantener el orden establecido. Esto exige que el poder del soberano también sea absoluto.

El soberano se convierte en una especie de “Dios mortal”, cuya omnipotencia ha sido “voluntariamente” otorgada por los propios súbditos. Esto es lo que Hobbes llama el Leviatán.

La filosofía política de Hobbes es una fundamentación teórica del absolutismo, y su obra representa una de las mayores y más sofisticadas apologías de este tipo de Estados; emplea categorías racionales y no necesita recurrir a Dios.

Locke: el modelo liberal

La obra de Locke (1632-1704) supone una de las primeras y más fructíferas reacciones contra la defensa del absolutismo llevada a cabo por Hobbes. Justificó un modelo político muy distinto. En su opinión, el estado de naturaleza no se caracteriza por la guerra, sino que habría un elemento de bondad natural que le viene dado por la ley moral natural que está presente en todos los hombres y nos lleva a comportarnos según los principios de respeto e igualdad. Incluye el derecho a la vida y a la integridad física, el derecho a la libertad y el derecho a la propiedad.

Según Locke, lo que mueve a los hombres a querer salir de ese estado de naturaleza y pactar la entrada en una sociedad políticamente organizada es asegurar el respeto a la ley natural, garantizando una vida mejor. En el estado de naturaleza, nada garantiza que se vayan a respetar esos derechos naturales. En un estado así, no hay otros límites para la propia libertad que los que uno se quiera imponer a sí mismo.

Cuando los hombres deciden vivir juntos y de manera organizada, pactando la entrada en una sociedad política o civil, lo que hacen es renunciar a su potestad de legislar, juzgar y castigar por sí mismos, transfiriendo esas funciones a otros organismos externos. No ocurre lo mismo con los derechos naturales; estos no cabe renunciar y es obligación de la sociedad garantizarlos, respetarlos y promoverlos.

Para Locke, nadie puede ser sacado del estado de naturaleza a la fuerza y sometido al poder político de otro sin su propio consentimiento.

El resultado de todo esto es un Estado liberal, que se define por la defensa de las libertades civiles del individuo, oponiéndose a cualquier forma de despotismo. Características:

  • Tiene que existir una división de poderes; Locke se refiere a tres poderes. El legislativo es el poder supremo y tiene por objeto elaborar las leyes y fijar un castigo para las infracciones que se cometan. Debe estar en manos de un cuerpo especial elegido para ello y debe legislar igual para todos. El poder ejecutivo se encarga de hacer que las leyes se cumplan. Y el poder federativo se encarga de las relaciones de la comunidad con el exterior, concertando alianzas y tratados. Locke defiende una monarquía moderada.
  • Locke añade que, una vez formada la sociedad, los hombres acuerdan estar atados por la voluntad de la mayoría. Es fundamental a la hora de tomar decisiones y fijar democráticamente la composición de los órganos de gobierno.
  • Que la comunidad así establecida seguirá teniendo validez mientras se respeten los fines para los que fue establecida y el respeto a los derechos naturales. Si un gobierno establece leyes que van en contra de alguno de esos derechos, se considerará ilegítimo y la rebelión estará justificada. Aquí es donde encaja la idea lockeana de tolerancia.

Rousseau: el modelo republicano

Rousseau (1712-1778) elaboró una teoría contractualista para defender un modelo de Estado muy distinto al de Hobbes y al de Locke. Frente a Hobbes, defendió la bondad natural del hombre, afirmando que es la sociedad y la educación recibida la que nos convierte en seres violentos, codiciosos, envidiosos e hipócritas. Rousseau destacó frente a los ilustrados de su época por criticar la sociedad de su tiempo y atacar la idea de progreso. Según él, la sociedad nos corrompe y nos envilece, haciendo de nosotros seres malos y egoístas.

Cuando estaba en estado de naturaleza, el hombre se caracterizaba por su libertad e igualdad y por tener el amor de sí, que actúa buscando la propia supervivencia, y la piedad, que nos lleva a rechazar el sufrimiento ajeno y a intentar evitarlo. El hombre llevaba una vida tranquila y sencilla, dedicado a la satisfacción de sus necesidades y sin molestar a nadie: el buen salvaje.

Para él, el origen de todos los males está en la aparición de la propiedad privada. Aquí Rousseau se distancia de Locke y anticipa la crítica marxista.

Su objetivo es llevar a cabo una reforma social a través de un nuevo contrato, que permita recuperar la bondad y libertad, o nos acerque lo más posible al ideal perdido, eliminando las desigualdades e injusticias del modelo actual. Porque ha triunfado un contrato de enajenación, por el cual los hombres se han visto obligados a ceder su libertad y entregar su poder a otro, pero es posible recuperarlos formulando un contrato social.

La característica de este contrato es que cada ciudadano se compromete a someterse a la voluntad general. Este modelo es mucho más radical que el de Locke:

  • Porque, en Locke, el pueblo transfiere todo el ejercicio de su poder a los órganos de gobierno, y Rousseau aboga por una democracia directa: el poder legislativo debe quedar directamente en las manos del pueblo, y la voz y voto de cada ciudadano tendrían idéntico valor.
  • Porque la voluntad general, que mira siempre el bien común, no se identifica sin más con la suma de las voluntades particulares de acuerdo con el principio de mayoría. La mayoría se puede equivocar, pero nunca se equivoca. Además de quedar garantizada la moralidad, cuando se obedece a la voluntad general también queda garantizada la libertad individual.

Rousseau se convierte en un defensor del modelo republicano, entendiendo por república la forma de gobierno en la que el pueblo tiene toda la autoridad para el ejercicio del poder. Su aportación fue la de señalar las limitaciones del modelo democrático representativo, en el que el poder no residiría en el pueblo sino en sus representantes, y proponer un modelo alternativo basado en el principio de la soberanía popular.

Entradas relacionadas: