El contrato social democrático de Rousseau
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El contrato social democrático de Rousseau (1712-1778)
El contrato social
Rousseau es un autor contractualista que señala en su obra Emilio su idea de contrato social. El Contrato social (1762) es el centro de su obra. Antes de suscribir el contrato son ciudadanos, y una vez pactan son súbditos del contrato, han de ser obedientes a él.
El contrato social
El contrato social está inspirado por la pasión de la unidad. El contrato de Rousseau no es ni un contrato entre individuos (como en Hobbes) ni un contrato entre los individuos y el soberano. Mediante el pacto social, cada uno se une a todos. El contrato se formaliza con la comunidad. Nada ata al soberano; pero, según la teoría de Rousseau, no puede tener interés contrario a los particulares que lo componen.
Diferencia entre la voluntad general y la voluntad de los particulares
Existe una diferencia entre la voluntad general y la voluntad de los particulares. Rousseau ve en la voluntad general el mejor refugio contra las obstaculizaciones de los particulares.
Garantías del contrato social
El contrato social garantiza, a su vez, la igualdad y la libertad que, según Rousseau, depende estrechamente de la igualdad. Rousseau estima, en cambio, que la soberanía del pueblo es la garantía más segura de los derechos individuales. El individuo solo es libre en y por la Ciudad; y la libertad es la obediencia a las leyes.
El soberano
El soberano es la voluntad general, de la que la ley es expresión. La soberanía tiene cuatro caracteres:
- Es inalienable: la soberanía no se delega.
- Es indivisible: Rousseau es hostil a la separación de poderes, a los cuerpos intermedios, a las facciones dentro del Estado. Un cuerpo representa necesariamente intereses particulares.
- Es infalible: la voluntad general es siempre “recta y tiende siempre a la utilidad pública”.
- Es absoluta: Pero este absolutismo no corre el peligro de ser arbitrario: si el poder se convierte en arbitrario, es que la voluntad general ya no es soberana.
Recomendaciones de gobierno
Finalmente, Rousseau se abstiene de recomendar una forma u otra de gobierno. Después de haber seguido un camino tan diferente del de Montesquieu, no está lejos de concluir como él:
- Que la forma de los gobiernos debe depender de las situaciones locales; este relativismo se manifiesta en sus escritos sobre Polonia y Córcega.
- Que el problema del gobierno es secundario, y que el gobierno tiene tendencia a degenerar y a traicionar la soberanía.
Ideas sociales
Rousseau no piensa en absoluto en instaurar una sociedad religiosamente igualitaria, pero quiere corregir la injusticia y reducir la distancia que separa a los más pobres de los más ricos, que los ricos no sean demasiado ricos y que los pobres no sean demasiado pobres.
Para Rousseau los hombres somos buenos por naturaleza. Cuando vivíamos en sociedades triviales no había conflictos. Pero cuando estas comienzan a desarrollarse empiezan a necesitar bienes dirigidos a un mayor confort y bienestar: aparecen núcleos de problación mas grandes: se asocian. Ya todos necesitamos de los otros (interdependiencia). Así empiezan los roces y conflictos. Solo a través de las leyes y las instituciones republicanas democráticas recuperamos esa bondadosa naturaleza que perdimos.
El individuo solo puede conseguir la paz y la felicidad, o en la soledad, o en el Estado perfecto.