Contrato Social: Hobbes y Locke, Pilares de la Filosofía Política Moderna
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El Contrato Social: Hobbes y Locke
Las teorías del contrato social de Thomas Hobbes y John Locke son pilares fundamentales de la filosofía política moderna. Aunque ambos pensadores parten de la idea de un acuerdo entre individuos para formar una sociedad, sus concepciones sobre la naturaleza humana, el estado de naturaleza y la estructura del gobierno difieren significativamente.
La Visión de Thomas Hobbes: El Leviatán y el Absolutismo
Para Thomas Hobbes, el estado es una necesidad imperante que surge de una antropología negativa. Hobbes sostiene que, en su estado natural, el ser humano es egoísta y está impulsado por el deseo de poder, lo que inevitablemente conduce a una "guerra de todos contra todos" (bellum omnium contra omnes). En este escenario, cada individuo posee una libertad ilimitada para usar los medios que considere necesarios para preservar su vida y sus posesiones, lo que resulta en una existencia solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta.
Hobbes, influenciado por las guerras civiles de su época, retrata una sociedad marcada por la competencia y la desconfianza. La única vía para escapar de este estado caótico es a través del contrato social. En este pacto, los individuos renuncian a sus derechos naturales y los transfieren a una autoridad soberana poderosa. Esta autoridad, el Leviatán, tiene la función de obligar a los ciudadanos a cumplir sus promesas y mantener el orden. La renuncia de derechos es recíproca: cada individuo cede su derecho con la condición de que los demás hagan lo mismo.
Este pacto confiere al soberano una autoridad absoluta e indisoluble. El Estado, encarnado en el soberano, debe velar por su propio poder para garantizar la paz civil y el bienestar del pueblo. La intención última de Hobbes es establecer una esfera de paz y seguridad donde el intercambio y la vida social puedan prosperar, es decir, una sociedad civil ordenada y protegida por un poder centralizado.
La Perspectiva de John Locke: Derechos Naturales y Gobierno Constitucional
Por su parte, John Locke propone un modelo de gobierno constitucional basado en la democracia protectora. A diferencia de Hobbes, Locke cree que el ser humano es bueno por naturaleza y que, en el estado de naturaleza, los individuos se encuentran en un estado de igualdad y libertad, regidos por la ley natural y la razón. Sin embargo, la dificultad para regular y hacer cumplir los derechos naturales (vida, libertad y propiedad) de manera imparcial es lo que conduce a un sometimiento voluntario de las libertades individuales a un poder superior.
Es la racionalidad la que impulsa a los hombres libres e iguales a pactar su integración en la sociedad civil. Locke distingue dos pactos fundamentales:
- Primer Pacto: La creación de una sociedad independiente o comunidad, donde los individuos acuerdan vivir juntos bajo leyes comunes.
- Segundo Pacto: La formación de un gobierno o sociedad política, al cual la comunidad delega el poder para proteger sus derechos.
La legitimidad y las reglas del gobierno se sostienen por el consentimiento de los individuos. Locke defiende una visión individualista del gobierno, cuyo propósito principal es ser el protector de los derechos individuales. Para evitar la concentración de poder y asegurar la protección de las libertades, Locke propone una división de poderes entre el poder legislativo (que promulga las leyes), el poder ejecutivo (que las aplica) y el poder federativo (que se encarga de las relaciones exteriores).
Diferencias Clave entre Hobbes y Locke
Una de las diferencias más significativas entre las filosofías de Locke y Hobbes radica en la concepción de los derechos naturales. Para Locke, el derecho de propiedad es un derecho natural inalienable, tan fundamental como la igualdad y la libertad. En contraste, Hobbes no considera la propiedad como un derecho natural preexistente al Estado, sino como algo que el soberano concede y puede retirar.
Además, mientras Hobbes aboga por un soberano absoluto e indivisible para garantizar la paz, Locke confía en que los individuos son los mejores jueces de sus propios intereses y, por tanto, aboga por un gobierno limitado y responsable, sujeto al consentimiento popular y a la división de poderes. La posibilidad de resistencia al tirano es también una diferencia crucial: para Locke, el pueblo tiene derecho a resistir un gobierno que no cumple con su función de proteger los derechos, algo impensable en la teoría de Hobbes.