El Contrato Social de Rousseau: Pilares de la Sociedad Justa y la Voluntad General

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El Contrato Social de Rousseau: Fundamentos de la Sociedad Política

En un estado de naturaleza caótico, donde los más fuertes o los que poseen bienes intentan someter a los más débiles, surge la imperiosa necesidad de establecer un orden. Es en esta situación que los individuos, especialmente aquellos con propiedades, perciben la urgencia de crear una ley y una estructura que proteja sus intereses y garantice la convivencia. Así, se instituye el Pacto Social.

Para que este pacto sea legítimo y efectivo, es fundamental que quienes carecen de propiedades también se beneficien de él; de lo contrario, carecería de sentido y adhesión. Por ello, el Pacto Social establece que todos sus miembros son partes indivisibles de un todo, y que cada uno pone en común sus fuerzas para defender los intereses del nuevo cuerpo político.

De la Libertad Natural a la Libertad Política

Al entrar en el Pacto Social, los individuos ceden su libertad natural para obtener una libertad política superior. Esta nueva libertad, garantizada por el colectivo, es la base del contrato. Si la libertad política no es respetada, el pacto social se vuelve nulo, ya que contraviene el propósito mismo del contrato, que es la cohesión y la fuerza del colectivo.

Cuando los poderosos violan el Pacto Social, oprimiendo a una parte del cuerpo político, los oprimidos adquieren el pleno derecho a rebelarse. Esta insurrección no es una ruptura, sino una reafirmación de los principios fundamentales del contrato.

La Igualdad como Pilar del Pacto

Además de la libertad, el Pacto Social debe garantizar la igualdad entre todos sus firmantes. Esto se fundamenta en la premisa de que todos los seres humanos, en cuanto tales, nacen libres, y en la libertad no puede haber desigualdades intrínsecas. La igualdad natural es absoluta, aunque la igualdad social admita matices.

Pueden existir privilegios y diferencias en la riqueza, pero estas nunca deben ser abismales ni poner en riesgo la libertad de los miembros del cuerpo político. La disparidad excesiva socava la esencia del pacto y la cohesión social.

La Soberanía: Indivisible e Inalienable

La soberanía del cuerpo político es indivisible e inalienable. Esto significa que es un acto total y colectivo de todos y cada uno de los miembros de la sociedad, sin exclusiones. La soberanía no puede ser alienada; nadie puede representar a otro en los actos de decisión soberana, ya que la soberanía es inherentemente colectiva o simplemente no existe.

Es posible transferir el poder para ejercer la soberanía, es decir, delegar la administración o la ejecución de las leyes, pero nunca la soberanía misma, que reside perpetuamente en el pueblo.

La Voluntad General y la Sociedad Democrática

El tipo de sociedad que emerge del Contrato Social es una sociedad democrática, cuyo objetivo primordial es la realización de la Voluntad General. Esta se identifica con el interés común y la utilidad pública, distanciándose del mero interés particular o la suma de intereses individuales.

Rousseau sugiere que, para asegurar la consecución de la Voluntad General, cuanto más se acerquen las decisiones del pueblo a la unanimidad, mayor certeza tendremos de haberla establecido. La Voluntad General es irrepresentable; debe ser ostentada siempre por el pueblo y no puede ser delegada a terceros, manteniendo así su carácter puro y su legitimidad.

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