Contratos Internacionales: Tipos y Características
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El Contrato de Compraventa Internacional
Un contrato de compraventa internacional es un acuerdo que genera derechos y obligaciones entre las partes involucradas, con el objetivo de realizar intercambios comerciales de bienes y servicios. Su principal característica es que su ámbito trasciende la legislación de un solo Estado, lo que implica que los diferentes elementos que intervienen en él (comprador, vendedor, mercancía, etc.) pueden tener nacionalidades diferentes y, por lo tanto, estar sujetos a legislaciones de distintos países.
El Contrato de Agencia Comercial
Un contrato de agencia comercial es aquel en el que una persona física o jurídica, denominada agente, se compromete frente a otra, llamada empresario, principal o mandante, a promover de forma continua la realización de actos u operaciones comerciales en un territorio determinado. El agente actúa como intermediario independiente, por cuenta ajena y sin asumir riesgos por las operaciones que intermedia, a cambio de una remuneración.
El Contrato de Distribución
Un contrato de distribución es un acuerdo en el que el fabricante-exportador se compromete a poner a disposición del distribuidor-importador sus bienes o servicios para que este los comercialice en un territorio y durante un periodo de tiempo determinados. El distribuidor actúa por cuenta propia, asumiendo los riesgos de la comercialización.
El Contrato de Franquicia
Un contrato de franquicia es aquel en el que una parte, el franquiciador, concede a otra, el franquiciado, el derecho a la explotación de una franquicia. Esto implica el uso de la marca, el know-how y los métodos comerciales del franquiciador para comercializar ciertos productos o servicios a cambio de una remuneración económica.
El Contrato de Joint-Venture
Un contrato de joint-venture internacional es un acuerdo de colaboración entre dos o más empresas para desarrollar un negocio de forma conjunta. Este acuerdo puede abarcar desde una simple colaboración para un proyecto específico hasta la constitución de una nueva sociedad. Para alcanzar el objetivo común, las empresas se comprometen a realizar aportaciones de diversa índole al negocio, como capital, tecnología, know-how, equipos de ventas o canales de distribución.