Corriente filosófica del siglo XIX y XX
Clasificado en Filosofía y ética
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La conflictiva construcción del Estado Liberal entre 1833 y 1868
Concepto: el liberalismo como sistema
El liberalismo como sistema.
Marxismo
Escuela filosófica que tiene su origen en el siglo XIX con el pensamiento de Marx y Engels. El marxismo es un discurso de carácter materialista que entiende que es la realidad material lo que se halla detrás de las formas de pensar, en contraposición al discurso idealista. En ese sentido, el marxismo desarrolla una concepción materialista de la historia, en la que ésta es entendida como fruto del constante enfrentamiento entre clases sociales. El marxismo posee una dimensión práctica, política, pues defiende que la filosofía no es solo un instrumento de análisis teórico, sino también de intervención sobre la realidad para transformarla. A lo largo del siglo XX, el marxismo ha conocido múltiples desarrollos, en ocasiones en vinculación directa con acontecimientos políticos, como la Revolución Rusa, en la que destacan teóricos y políticos como Lenin o Trotsky. El marxismo se ha asociado a lo largo del s. XX con otros discursos, como el psicoanálisis (Reich, Marcuse), el existencialismo (Sartre) o el estructuralismo (Althusser).
Nihilismo
Concepto propio de la filosofía de F. Nietzsche (s. XIX). El nihilismo, que etimológicamente procede de la palabra latina nihil (nada), posee dos sentidos en su obra. Por un lado, el nihilismo pasivo, como resultado del proceso de decadencia de la cultura Occidental, denuncia que, a consecuencia del predominio del platonismo y de su versión religiosa, el cristianismo, el pensamiento occidental es la constante repetición de unos contenidos ya absolutamente agotados y es, por lo tanto, incapaz de producir ninguna novedad, al tiempo que el mundo y la vida son devaluados hasta devenir nada. Frente a esa situación, Nietzsche reivindica un nihilismo activo, que consiste en, desde la negación de los valores tradicionales asociados a la metafísica platónica y cristiana, producir nuevos valores. La muerte de dios que teoriza Nietzsche abre la puerta a la desaparición de la moral tradicional y coloca al individuo ante la necesidad de crearse sus propios valores y recuperar el «sentido de la Tierra»
Teoría crítica
También conocida como «Escuela de Frankfurt», la Teoría crítica es una escuela filosófica que surge en los años 20 del siglo XX de la mano de autores como Adorno, Horkheimer, Marcuse o Fromm y que intenta fusionar las tradiciones teóricas de Marx, Freud y Nietzsche, así como disciplinas como la filosofía, la sociología, la psicología. Tomando como base el marxismo, la Teoría crítica intenta aplicarlo al ámbito de la cultura, no de la economía, como había sido lo usual hasta el momento. Desde esa perspectiva, Adorno y Horkheimer, en su obra más conocida, Dialéctica de la Ilustración (1947), acuñan el concepto de «cultura de masas», para hacer referencia a la influencia que los medios de comunicación poseen en el control social y en la configuración de sujetos controlados ideológicamente. Marcuse, por su parte, dedicará buena parte de sus esfuerzos a intentar una fusión de marxismo y psicoanálisis y a denunciar, también, los mecanismos ideológicos de dominación. Las obras de Marcuse tuvieron una influencia directa en los movimientos revolucionarios de Mayo del 68.
Existencialismo
Escuela filosófica del siglo XX cuyos máximos representantes son J.P.Sartre y M. Heidegger. El existencialismo, como su nombre indica, plantea que la existencia es previa a la esencia, es decir, que el ser humano nace sin una esencia establecida y se va construyendo como consecuencia de su proceso vital. De ahí la importancia del concepto de «situación», pues es la situación la que permite al sujeto construirse y le abre el abanico de posibilidades entre las que elegir su proyecto. El existencialismo defiende la libertad radical del ser humano, hasta el punto de que Sartre dirá que estamos condenados a la libertad, pues no podemos dejar de elegir. La libertad es «la textura de mi ser», escribe. Esa libertad produce angustia en el sujeto, que se ve arrojado al mundo y, dado el carácter ateo del existencialismo, debe tomar sus propias decisiones con total autonomía. El existencialismo tiene también una dimensión literaria en la que, además de Sartre (novela La náusea), destacan autores como Camus (La peste, El extranjero) o Unamuno (San Manuel Bueno, mártir).