Corrientes del Teatro y la Poesía en España Durante la Posguerra
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El Teatro Español de Posguerra
Teatro burgués
En los años posteriores a la contienda asistimos a un resurgir de la comedia benaventina y costumbrista que entronca con la tradición de la comedia burguesa. Muchas de las obras que se escenifican en este periodo pertenecen a autores de décadas anteriores como Eduardo Marquina y Carlos Arniches. Entre los escritores de más éxito están José María Pemán, José Ignacio Luca de Tena, Claudio de la Torre y Joaquín Calvo Sotelo con su obra La muralla.
Teatro poético o de ensueño
Los dramaturgos que lo cultivan escriben, en prosa poética, comedias con rasgos de diversa procedencia: la sátira burlesca, la farsa fantástica, el sainete y el teatro de evasión. La temática se centra en el conflicto entre la realidad y la fantasía, y en la defensa del amor, la comprensión y la libertad. Destaca Alejandro Casona (Prohibido suicidarse en primavera, Los árboles mueren de pie).
El teatro de humor
A diferencia de la comedia burguesa, este humor se caracteriza por las situaciones inverosímiles y los diálogos absurdos, con los que se critica, de forma muy irónica y velada, la sociedad de la época. Este humor entronca con el teatro de Pedro Muñoz Seca y se emparenta con el teatro del absurdo europeo. También influirá, en los años sesenta, en el teatro experimental. Destacan los autores: Enrique Jardiel Poncela (Eloísa está debajo de un almendro, Los ladrones somos gente honrada) y Miguel Mihura (Tres sombreros de copa). Ambos tienen que adaptarse, después de sus primeros estrenos, al público que prefiere unas obras más convencionales.
El drama social
A mediados de los años cincuenta surge un teatro social que lleva a los escenarios los dramas de las clases sociales humildes. Es un teatro realista, con una clara vocación de denuncia. Estos autores, descontentos con la situación política, tratan de reflejar y criticar la violencia y la injusticia social de la posguerra. Antonio Buero Vallejo y Alfonso Sastre son los dos dramaturgos más representativos de esta tendencia. Sastre destaca por la creación de un teatro comprometido y político (La mordaza, Guillermo Tell tiene los ojos tristes). Buero Vallejo inicia su andadura en 1949 con Historia de una escalera, que marca el inicio de una nueva etapa en el teatro español y una ruptura con todo lo anterior. Otros títulos destacados de su producción son: El tragaluz, El concierto de San Ovidio, En la ardiente oscuridad.
Nuevo Teatro (finales de los años sesenta)
Al final de la década de los sesenta, los dramaturgos españoles consideran que el drama social ha agotado sus posibilidades expresivas e inician nuevas líneas teatrales basadas en la experimentación. La apertura del régimen y las influencias del teatro europeo contribuyen a esta renovación dramática. Bajo la denominación de Nuevo Teatro se conoce a un grupo de autores cuya actividad literaria se desarrolla a finales de la década de los sesenta y, en algunos casos, continúa hasta nuestros días. Recogen las influencias surrealistas del teatro de humor de esta época y entronca con la herencia del teatro realista de los años cincuenta. Para comprender y valorar este teatro es imprescindible la representación, puesto que sus autores confían a la puesta en escena la aclaración de muchos aspectos del llamado subtexto. Este Nuevo Teatro presenta dos tendencias principales:
Teatro experimental
Busca nuevas formas al margen del teatro comercial. Destaca Fernando Arrabal con su obra El cementerio de automóviles.
Teatro vanguardista
Se caracteriza por la duda sobre la validez del hecho teatral, la crítica a las distintas dramaturgias de su tiempo y el planteamiento de nuevas formas escenográficas. Destaca Francisco Nieva con su obra Es bueno no tener cabeza.
La Poesía Española de Posguerra
Poesía arraigada
Autores:
- Leopoldo Panero
- Luis Rosales
Poesía desarraigada
Manifiesta angustia ante la realidad inhóspita de la sociedad franquista. Frente al clasicismo de los arraigados, defienden la libertad formal. Su poesía está teñida de preocupación existencial. Está representada por Dámaso Alonso —perteneciente al 27— y su poemario Hijos de la ira. Escrito en versículos, utiliza un lenguaje descarnado y, a veces, malsonante, y muestra la exasperación del poeta ante lo absurdo y cruel de la realidad, protestando por el lamentable espectáculo de la sociedad de su momento.
Poesía social (años cincuenta)
En los años cincuenta se produce la llamada poesía social. La poesía desarraigada deriva hacia una corriente de poesía social que, sin abandonar la preocupación existencial, denuncia las desigualdades sociales y la falta de libertades políticas: la poesía se convierte en una herramienta de transformación de la realidad.
Autores destacados:
- Blas de Otero (1916-1979). Entre sus libros destacan Ángel fieramente humano y Pido la paz y la palabra. Cultivó en sus primeras obras una poesía existencial, influida por la mística de Juan de la Cruz, y los temas que utiliza son la figura de un dios culpable y distante, y la presencia de la mujer, símbolo de plenitud. Más adelante, su poética viró hacia lo social.
- José Hierro (1922-2002). Recibe en 1998 el Premio Cervantes, el mayor galardón de las letras hispanas. En sus primeros libros, Tierra sin nosotros y Quinta del 42, muestra intereses sociales. Posteriormente, en Libro de las alucinaciones, derivará hacia una poesía muy personal, en la que destacan las imágenes irracionales y la concepción de la realidad como un enigma que solo la poesía puede desentrañar.
Poesía del conocimiento (Generación de los 50 / Años sesenta)
La producción lírica de los años sesenta se conoce como poesía del conocimiento. A finales de los cincuenta aparece un grupo de poetas denominados Generación de los 50 que conciben la poesía como una forma de conocimiento y basada en las experiencias, recreando las emociones vividas. Sus temas son la infancia, la juventud, la amistad… tratados con un lenguaje coloquial y sencillo en apariencia, que usa a menudo la ironía.
Autores destacados:
- Claudio Rodríguez (1934-1999). En Don de la ebriedad, se vale de un lenguaje de resonancias rurales para indagar en el misterio de la propia existencia y celebrar la belleza del mundo y de la vida.
- Jaime Gil de Biedma (1929-1990). En Las personas del verbo, explora la experiencia cotidiana con un punto de ironía.
- José Ángel Valente (1929-2000). Evoluciona desde un realismo inicial a la reflexión sobre la esencia y la función de la poesía. Su estilo es escueto y preciso: Punto cero.
- Ángel González (1925-2008). Muestra una preocupación ética: mediante la ironía critica la hipocresía social. Su obra, recogida en Palabra sobre palabras, está teñida de un pesimismo existencial que busca una válvula de escape en el humor.
Poesía de los Novísimos (años setenta)
En los años setenta encontramos la poesía de los Novísimos. Esta generación de escritores lleva a cabo una ruptura con la poesía anterior. Se caracterizan por su esteticismo y la presencia de numerosas referencias culturales: citas de autores extranjeros, referencias a mundos lejanos y decadentes, personajes o motivos del cine, la música pop o el cómic. Es una poesía artificiosa, exquisita, que se dirige a un público minoritario.
Pertenecen a esta generación Félix de Azúa, Leopoldo María Panero, Vicente Molina Foix, Ana María Moix y Pere Gimferrer. Este último inicia la tendencia con Arde el mar. Posteriormente fueron añadidos, entre otros, Luis Antonio de Villena y Luis Alberto de Cuenca.