La Creación del Sistema Monetario Europeo: Hitos Clave y su Impacto

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La historia de la integración monetaria europea es un camino jalonado por desafíos y decisiones trascendentales. En la Cumbre de La Haya de 1969, los Estados miembros de la Comunidad Europea dieron el primer impulso a la construcción de una Unión Económica y Monetaria (UEM). Este esfuerzo inicial se materializó en el Plan Werner de 1971, un ambicioso proyecto que, sin embargo, se vio afectado por la crisis de las divisas y del petróleo, que alteró drásticamente la estabilidad de los tipos de cambio.

La "Serpiente Monetaria": Un Primer Intento de Estabilidad

En abril de 1972, se creó la iniciativa conocida como la "Serpiente Monetaria". Su objetivo principal era reducir las fluctuaciones de las monedas europeas entre sí, dentro de márgenes estrictos. Posteriormente, en el Consejo Europeo de Bruselas de 1975, se encargó al Consejo (compuesto por los Ministros de Finanzas y de Asuntos Económicos) continuar sus esfuerzos hacia el restablecimiento de un Sistema Monetario Internacional más estable.

En este contexto, Leo Tindemans centró su exposición en materia de política monetaria en la necesidad de reforzar el mecanismo de la "Serpiente Monetaria". Su propuesta buscaba el mantenimiento de la estabilidad entre los países miembros de las Comunidades, sin profundizar en los aspectos técnicos específicos de su funcionamiento.

El Impulso Decisivo: Giscard d’Estaing y Schmidt

El verdadero impulso para la creación de un sistema monetario más robusto provino de la visión conjunta de Valéry Giscard d’Estaing y Helmut Schmidt. Gracias a su liderazgo, los Consejos Europeos de Copenhague (7 y 8 de abril de 1978) y de Bremen (6 y 7 de junio de 1978) lograron esbozar un proyecto de cooperación monetaria. Este proyecto estaba destinado a establecer una zona de estabilidad monetaria en Europa, sentando las bases para lo que sería el SME.

El Consejo Europeo de Bremen recogió en sus Conclusiones que el objetivo de crear un Sistema Monetario Europeo era altamente deseable. Se contempló la creación de un sistema perdurable y eficaz, y se encargó a los Ministros de Finanzas definir las orientaciones necesarias para su implementación.

La Instauración del Sistema Monetario Europeo (SME) y el ECU

El compromiso del Consejo Europeo de Bremen se confirmó en el Consejo Europeo de Bruselas del 4 y 5 de diciembre de 1978. En esta cumbre histórica, se decidió la instauración definitiva del Sistema Monetario Europeo (SME). Esta decisión crucial estuvo acompañada de la creación del ECU (European Currency Unit), una unidad monetaria definida como una cesta de monedas de los países miembros. Su valor era igual a la suma de las cantidades fijas de cada moneda comunitaria, ponderada según la importancia económica de cada Estado miembro.

Si bien el SME no garantizó una perfecta estabilidad monetaria, instauró una sensible solidaridad de facto entre los países miembros y funcionó aceptablemente. Este sistema marcó el inicio del camino que, años más tarde, culminaría con la implantación de la Unión Económica y Monetaria.

Entrada en Vigor y Mecanismos del SME

Finalmente, por iniciativa del entonces Presidente de la Comisión Europea, Roy Jenkins, el 13 de marzo de 1979, el Sistema Monetario Europeo (SME) entró oficialmente en vigor. Esto se logró a través de un acuerdo cerrado entre los Bancos Centrales de los países de la CEE, quienes establecieron un mecanismo monetario sustitutorio de la "Serpiente Monetaria".

Este nuevo mecanismo fijaba para cada divisa un valor mínimo y máximo, creando una banda estrecha de fluctuación que favorecía su estabilidad. Las características clave incluían:

  • Un margen de fluctuación del 2,25 % entre cada una de las monedas participantes.
  • Una intensa coordinación entre las políticas monetarias, económicas y presupuestarias de los "Nueve" (los países miembros de la CEE en ese momento).
  • Esta coordinación se materializó mediante la existencia de un Comité Monetario y un Comité de Gobernadores de los Bancos Centrales, encargados de supervisar y armonizar las políticas.

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