Crisis de 1640: Cataluña, Portugal y la Caída de Olivares

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La Crisis de 1640 en la Monarquía Hispánica

La profunda crisis de 1640 sacudió la integración de los territorios de la monarquía hispánica y estuvo a punto de provocar el desmembramiento de una parte significativa de los reinos peninsulares, afectando finalmente solo a Portugal. Esta crisis estuvo relacionada con las crecientes necesidades financieras derivadas de la Guerra de los Treinta Años y la oposición a las reformas del Conde-Duque de Olivares.

Causas de la Crisis

  • Presión Fiscal: Para financiar la guerra, se crearon nuevos impuestos, se recurrió a la venta de cargos y se formaron nuevos señoríos.
  • Unión de Armas: La oposición al proyecto de Olivares de una contribución igualitaria de hombres y recursos por parte de los diferentes territorios generó un fuerte rechazo.
  • Oposición Generalizada: La resistencia provino de la periferia peninsular, la alta nobleza y las clases populares, desembocando en rebeliones generales e independentistas.

La Caída de Olivares

Los reveses internacionales y la creciente impopularidad llevaron a la caída de Olivares en 1643.

La Rebelión de Cataluña (1640-1652)

La causa inmediata de la rebelión fueron los desmanes del ejército castellano-italiano a su paso por Cataluña. La reacción se tradujo en el asesinato del virrey y una revuelta anticentralista, aprovechando la presencia de los campesinos o Segadors en Barcelona. Se nombró conde de Barcelona a Luis XIII de Francia.

La crisis económica, la peste y la falta de tacto (y en muchos casos, la opresión) de los franceses facilitaron la rendición ante Juan José de Austria. A pesar de su triunfo, este se comprometió a respetar los fueros catalanes. La guerra con Francia continuó hasta la Paz de los Pirineos (1659), donde España cedió el Rosellón y la Cerdaña.

La Rebelión e Independencia de Portugal (1640-1668)

Entre las causas profundas de la rebelión se encontraba el malestar en las colonias portuguesas, que eran atacadas y ocupadas sin una defensa adecuada por parte de la corona hispánica.

La rebelión tuvo un carácter nobiliario y anticastellano, proclamando rey al Duque de Braganza. Olivares, incapaz de atender ambos frentes simultáneamente, se centró en Cataluña, subestimando la capacidad de resistencia portuguesa.

La Paz de Westfalia (1648) introdujo a las potencias europeas en el conflicto, reconociendo a Portugal como nación independiente. España intentó revertir la situación, pero la alianza de Francia e Inglaterra con Portugal lo hizo imposible. Finalmente, España reconoció oficialmente la independencia de Portugal en 1668.

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