La Crisis de 1917 en España: Un Momento Clave de la Restauración
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La Crisis de 1917 en España
La crisis de 1917 fue un conjunto de conflictos que, aunque no lograron derribar el sistema de la Restauración, lo dejaron gravemente herido y marcaron el inicio de su descomposición.
Los Orígenes de la Crisis
En febrero de 1917 triunfa la Revolución Rusa, un evento que dio un nuevo impulso a los movimientos obreros en España. Al descontento de los obreros se unió el de la burguesía catalana, dirigida por Francesc Cambó, que exigía una convocatoria de Cortes y una renovación total del sistema político bipartidista.
Por si fuera poco, militares de algunos cuerpos del Ejército se asociaron formando Juntas de Defensa. Reivindicaban con ello más facilidades de ascenso y la elevación de un salario que no había crecido con la subida de los precios.
La Triple Confrontación
Ante la negativa del Gobierno a convocar Cortes, muchos diputados se reunieron en una Asamblea de Parlamentarios de toda España en Barcelona para pedir unas Cortes Constituyentes que acabaran con un sistema político ficticio.
De esta manera, el Gobierno y la Monarquía (el rey participaba activamente en la vida política) se vieron atacados desde tres frentes distintos:
- Los obreros
- Los burgueses
- El Ejército
La situación era delicada, ya que la acción conjunta de las tres fuerzas podía haber producido una revolución profunda; pero la burguesía tuvo miedo de lanzarse a fondo y el Ejército, al final, se mantuvo fiel al régimen.
La Huelga General de 1917
El frente obrero no cedió. Se convocó una huelga general revolucionaria en agosto para pedir unas Cortes Constituyentes; los huelguistas fueron aplastados por el Ejército en tres días (un ejército al que se le había concedido todo lo que había solicitado), y el apoyo de la burguesía se frustró cuando Alfonso XIII nombró a Francesc Cambó ministro.
De la Crisis a la Dictadura (1917-1923)
La crisis se había superado, pero el rey, a partir de entonces, participaría aún más en el Ejército y en la política. También arriesgaba más, y por ahí le vino el fracaso.
Pero al cerrarse la crisis, no volvió la paz y la tranquilidad. A partir de 1917, el sistema canovista no daba más de sí. Desde 1917 a 1923 se constituyeron gobiernos de concentración de todos los partidos, y aun así hubo trece cambios de gobierno y treinta crisis parciales. Era un clima político de gran inestabilidad, debido tal vez a la inexistencia de políticos de talla y a las condiciones miserables en que vivía gran parte de la población.
Al acabar la Primera Guerra Mundial, se acabó el desarrollo que esta había traído. Al detenerse el movimiento comercial, se produjo el hundimiento minero y textil. Como consecuencia de ello, el paro aumentó y los salarios eran insuficientes. Esto generó, lógicamente, un mal clima social. El Gobierno intentó solucionar la situación con la aprobación en 1921 de la jornada laboral de ocho horas, medida igualmente insuficiente.
En Barcelona, la situación era todavía más caótica. La CNT (Confederación Nacional del Trabajo), sindicato anarquista, protagonizó atentados contra los patronos, pero los patronos también atentaban contra ellos, y la violencia social era irresistible. Así, en 1920, se produjeron 400 muertos de ambos bandos en las calles de Barcelona.
En 1921, la situación era aún peor. El presidente del Gobierno, el conservador Eduardo Dato, moría en un atentado.
Por si fuera poco, la impopular guerra de Marruecos se endureció, y en 1921 tuvo lugar el desastre de Annual. Algunos militares llegaron a proponer el abandono de Marruecos.