Gran Bretaña: El sistema británico contó con las siguientes ventajas tras el impacto de la crisis de 1929: Una larga tradición parlamentaria. Un sistema electoral mayoritario (no proporcional) que otorgaba primacía a los partidos que más votos obtenían. Esto permitía mayorías absolutas en las cámaras y gobiernos fuertes. Unos partidos políticos (a la izquierda y a la derecha) que aceptaban el sistema. Entre ellos sobresalen el Partido Conservador, que gobernó hasta 1939, y el Partido Laborista que sustituyó a la oposición al partido liberal. Un movimiento obrero formado por sindicatos maduros y experimentados que reivindicaban medidas a través de huelgas bien organizadas. Los sindicatos pretendían negociar, no hacer la revolución. Un vasto imperio que les permitió mantener el liberalismo económico durante más tiempo. Solo en 1932 se recurrió al proteccionismo. En 1931 se creó la Commonwealth, una Comunidad Británica de Naciones que sustituiría al Imperio.
Francia: También sufrió el impacto de la Gran Guerra, ya que había dedicado más recursos. Tras la crisis del 29 sufrió una grave depresión económica y social. Francia impidió que el autoritarismo se estableciera gracias a: Un sistema electoral mixto, la unión de la izquierda y los intentos de potenciar el poder adquisitivo. Estos logros sociales se frustraron en 1938 debido a las pésimas condiciones financieras de Francia, la inflación, la nula colaboración de la patronal y las contradicciones internas de la coalición de izquierdas. Tras el fracaso de la política social, se planteó la posibilidad de establecer un régimen autoritario.
EE. UU.: Adquirió el liderazgo político internacional y se convirtió en la mayor potencia industrial del momento. En los años veinte vivió una cierta prosperidad económica y su régimen político no se vio alterado. La estabilidad fue posible gracias a: Su relativo aislamiento de los problemas europeos. El predominio político del Partido Republicano hasta 1933, este partido representaba a los empresarios industriales, financieros y comerciales. El desarrollo de la sociedad del consumo, que sirvió de soporte a un sistema político muy estable. Ya en la década de 1930, la Gran Depresión acabó con este panorama. En 1933 llegó a la presidencia el demócrata Franklin Delano Roosevelt que presidió el país hasta 1945. Al conjunto de políticas económicas y sociales adoptadas por Roosevelt se le conoce como New Deal que constituyó el ensayo de un nuevo modelo económico: el Estado intervenía activamente en la economía buscando fortalecer la demanda como motor del crecimiento y combatir el desempleo y las consecuencias sociales de la crisis. Roosevelt contaba con un gran apoyo popular. El New Deal tuvo errores. Sus logros fueron limitados. Sin embargo, Roosevelt permitió la intervención del Estado y del presidente que era imprescindible para el funcionamiento del sistema económico. EE. UU. se convirtió en el país pionero de una política económica caracterizada por la intervención estatal que se impondría en Europa en 1945.