Crisis de Entreguerras: Ascenso del Autoritarismo y los Regímenes Fascistas en Europa
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Contexto Social y Económico de Entreguerras
La próspera sociedad nacida tras la Primera Guerra Mundial sufrió en los años treinta la Gran Depresión. En Estados Unidos y Europa disminuyeron drásticamente los recursos económicos. En Estados Unidos fue muy dramático el éxodo de granjeros que huían del hambre. La crisis tuvo consecuencias políticas porque favoreció la intervención del Estado en la economía. Estos fenómenos también provocaron incertidumbre y el miedo a la revolución y a los cambios sociales. Determinados grupos sociales decidieron apoyar o fomentar proyectos políticos autoritarios para encauzar los rápidos procesos de cambio social y económico. La reacción ante estos cambios provocó una durísima represión política en muchos países. En este contexto, destacó el surgimiento y auge del fascismo.
El Auge de las Derechas Autoritarias y el Fascismo
La sociedad europea vivió auténticas catástrofes durante las primeras décadas del siglo XX: una larga y cruenta guerra, una revolución social en Rusia y una profunda depresión económica. Muchas personas acusaban al viejo sistema liberal del siglo XIX de haber causado esta situación. Los valores de la razón, el progreso, la educación y la ciencia no habían impedido la barbarie de la guerra. Instituciones como los parlamentos, los gobiernos representativos y las constituciones, que garantizaban los derechos y libertades fundamentales, animaban a las masas a exigir más derechos, lo cual era visto con recelo por ciertos sectores. Además, las medidas económicas liberales perdieron vigencia y credibilidad tras la crisis de 1929.
Este caldo de cultivo hizo que surgieran durante los años veinte y treinta movimientos políticos y sociales de derechas, de carácter autoritario, que exigían la desaparición del régimen liberal. Proponían un Estado fuerte que se impusiera sobre las masas y controlara la sociedad. Surgieron así movimientos de masas que dieron lugar al fascismo.
Características del Fascismo
El fascismo, en sus diversas variantes, se caracterizaba por:
- Rechazo del mundo burgués y sus valores.
- Desprecio de la política liberal y parlamentaria.
- Represión violenta del marxismo y los movimientos obreros.
- Fuerte nacionalismo exacerbado y expansionista.
- Militarismo y exaltación de la guerra.
- Culto al líder y obediencia ciega.
Consolidación de los Regímenes Totalitarios
El Fascismo en Italia
La Dictadura de Mussolini
En 1924, en un ambiente de violencia y coacción, los fascistas liderados por Benito Mussolini lograron una amplia mayoría en las cámaras legislativas italianas. Desde el poder, reprimieron sistemáticamente a la oposición política y social. Un ejemplo clave fue el caso de 1924, cuando el diputado socialista Giacomo Matteotti, que había denunciado públicamente la violencia y el fraude electoral fascista, fue secuestrado y asesinado. Este hecho suscitó un gran escándalo nacional e internacional, pero fue aprovechado por Mussolini para acelerar la destrucción de la democracia: en 1925 se disolvieron las cámaras legislativas y comenzó una dictadura personal. Los partidos políticos y sindicatos no fascistas fueron disueltos y perseguidos. Había nacido el Estado totalitario fascista en Italia. Como parte de su consolidación, el Estado italiano se reconcilió con la Santa Sede mediante los Pactos de Letrán en 1929.
El Estado Corporativo
En el ámbito socioeconómico, el régimen fascista implementó el Estado corporativo. Los patronos y obreros fueron agrupados obligatoriamente en corporaciones controladas por el Estado, según su sector productivo. El objetivo teórico era suprimir la lucha de clases y encuadrar a todos los grupos de la sociedad bajo la dirección estatal, subordinando los intereses individuales y de clase al interés nacional definido por el partido fascista. Después, se fomentó el proteccionismo económico y las grandes concentraciones empresariales. El fascismo obtuvo así el apoyo de importantes sectores industriales y productores agrarios. En los años treinta, ante la Gran Depresión y la creciente tensión internacional, el régimen se volvió más autárquico (buscando la autosuficiencia económica) e intervencionista, con el objetivo de proteger a Italia de los efectos de la crisis mundial, imitar el modelo de la Alemania nazi y preparar al país para la guerra mediante la militarización de la economía y la sociedad.
El Nazismo en Alemania
Hitler y la Toma del Poder
Tras ser nombrado canciller en enero de 1933, Adolf Hitler actuó rápidamente para suprimir la democracia alemana. Disolvió el Reichstag (Parlamento alemán) y convocó nuevas elecciones. Aprovechando el incendio del Reichstag en febrero de 1933 (del que culpó a los comunistas), decretó el estado de excepción, que suspendía indefinidamente todos los derechos democráticos fundamentales garantizados por la Constitución de Weimar. Otra medida adoptada por Hitler fue la prohibición de los demás partidos políticos y asociaciones consideradas hostiles al nuevo régimen. Logró, además, que el Reichstag, ya depurado de opositores, votara a favor de una ley de emergencia (Ley Habilitante) que le otorgaba plenos poderes legislativos durante cuatro años, eliminando la separación de poderes. Alemania se convirtió rápidamente en un Estado de partido único bajo el control absoluto del Partido Nazi.
Supresión de la Oposición y Terror
Tras la muerte del presidente Paul von Hindenburg en agosto de 1934, Hitler acumuló los cargos de canciller y presidente, autodenominándose Führer (líder o caudillo) y Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas. Para exterminar toda posible oposición, incluso dentro de su propio partido, Hitler se deshizo del ala más radical y plebeya del movimiento nazi, liderada por Ernst Röhm y las SA (Sturmabteilung o Secciones de Asalto). En junio de 1934, en la llamada Noche de los Cuchillos Largos, cientos de dirigentes de las SA y otros opositores políticos fueron brutalmente asesinados por orden de Hitler. Desde ese momento, las SS (Schutzstaffel o Escuadras de Protección), dirigidas por Heinrich Himmler, y la Gestapo (Policía Secreta del Estado) se convirtieron en los principales instrumentos del terror y la represión del régimen nazi, persiguiendo implacablemente a cualquier disidente real o imaginario.