La Crisis de la Segunda República Española: Factores Políticos y Económicos

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Una Coyuntura Desfavorable

El cambio de régimen coincidió con la fase más grave de la depresión económica mundial. Si bien el crack de la Bolsa de Nueva York en octubre de 1929 incidió de manera más débil en la economía española, imposibilitó el crecimiento económico ya que toda la economía mundial entraría en una profunda recesión. Asimismo, la crisis mundial paralizó la emigración a América, agravando los problemas internos de España, como el reparto desigual de la tierra y la escasa competitividad internacional.

En este contexto, el aumento generalizado de los salarios que decretó el gobierno del primer bienio no se correspondió con un crecimiento de la productividad, lo que hizo descender los beneficios empresariales. Esto provocó descontento y desconfianza en el empresariado, y la inversión privada tuvo un hundimiento espectacular. El gobierno optó por reducir el déficit heredado de la dictadura de Primo de Rivera y conseguir el equilibrio presupuestario, pero esto tuvo repercusiones desastrosas sobre los sectores de bienes de inversión al reducirse simultáneamente la inversión pública y la privada.

La Conflictividad Social

La lentitud de las reformas emprendidas, especialmente la reforma agraria, provocó el desencanto y la impaciencia de los trabajadores, para quienes esta reforma representaba la única esperanza de mejorar su nivel de vida. La voluntad revolucionaria de los partidos y sindicatos de izquierda agudizó los enfrentamientos. La CNT fomentó la conflictividad laboral y la insurrección campesina con la finalidad de destruir el orden burgués. En 1933, a la CNT se sumó la UGT, encabezada por Largo Caballero, a través de la Federación de Trabajadores de la Tierra.

Las huelgas, insurrecciones y ocupaciones de tierras tuvieron un progresivo aumento, dando lugar a sucesivas revueltas. Estas revueltas consistían en tomar el ayuntamiento, quemar el registro de la propiedad, colectivizar la propiedad y declarar el comunismo. Generalmente, finalizaban con la llegada de la Guardia Civil o de Asalto. Los socialistas también alentaron revueltas campesinas, como la de Castilblanco.

Estos hechos produjeron un enorme desgaste del gobierno, que se vio desacreditado como consecuencia de las duras medidas policiales adoptadas para establecer el orden público. La crisis fue aprovechada por los enemigos de la República para intentar acabar con la coalición republicano-socialista.

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