El Cristianismo y su Huella en el Derecho Romano: Esclavitud y Vínculos Matrimoniales

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Influencia del Cristianismo en el Derecho Romano Respecto a la Esclavitud

Catón decía: «Nuestros esclavos son nuestros enemigos», algo que Séneca refutaba de todas formas. Los amos romanos abusaban de tal manera de sus esclavos que disponían incluso de su vida; la tortura por diversión y los malos tratos estaban incluidos. Los esclavos eran tratados peor que las bestias de carga, las cuales tenían una finalidad única, mientras que el esclavo tenía múltiples. Su condición fue mejorando a medida que el cristianismo y la filosofía estoica se fueron incorporando a la sociedad romana.

La Ley Petronia prohibía a los amos entregar a sus esclavos para combatir con las bestias. Esta ley se le atribuye a Nerón, pero en realidad mejoraba poco la condición de los esclavos, ya que esta práctica era solo uno de los tantos medios crueles para tratarlos. Posteriormente, en tiempos de Adriano y Antonino el Piadoso, la jurisprudencia transfirió a los magistrados el derecho de vida y muerte sobre los esclavos. El derecho de corrección de los magistrados tuvo que enmarcarse en reglas más humanas.

La Constitución de Constantino (cristiano, por cierto) indicaba que cada amo debía ejercer sus derechos con moderación, so pena de ser considerado homicida. La Ley Junia Norbana, dictada bajo el mandato de Tiberio, establecía la existencia de esclavos que solo tenían libertad de hecho, porque para ser libertados les faltaba, bien el empleo de un modo solemne, o la voluntad de un señor civilmente propietario.

Impacto del Cristianismo en el Derecho Romano: Matrimonio, Divorcio y Segundas Nupcias

El matrimonio en la sociedad romana, antes de la aparición del cristianismo, era uno de los contratos menos solemnes, ya que se perfeccionaba con el solo consentimiento. El celibato era una condición bien considerada, y la gente apenas se casaba, por lo que la población decrecía. Augusto dictó las leyes Julia y Papia Popea, las cuales fomentaban el matrimonio y castigaban fuertemente el celibato. Estas leyes otorgaban mayores beneficios a los hombres casados, en proporción al número de hijos. Los padres que no querían casar a sus hijos serían obligados a hacerlo por los magistrados. También se restringieron los impedimentos para contraer nupcias por afinidad. De todo esto trataron las leyes anteriormente enunciadas, incluyendo la lex de maritandis ordinibus.

Este tipo de leyes fomentó la avaricia del romano: ya no se casaban ni tenían hijos por un fin social, sino por cuánta herencia podían recibir. Según Constantino (cristiano), el matrimonio debía ser el resultado de una vocación libre. Suprimió las penas contra los célibes, ya que consideraba que esto era resultado del sistema cristiano y verdaderamente moral de la libertad en el matrimonio.

Constantino, por temor a la molicie conyugal, no tocó las leyes decimarias (de Augusto). Sin embargo, Teodosio el Joven les restituyó su independencia a los cónyuges, convencido de que el mejor medio para favorecer el matrimonio era no ofender los sentimientos de cariño recíproco. Posteriormente, Justiniano añadió el principio de igualdad.

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