Criterios de Verdad: Correspondencia, Evidencia, Coherencia, Pragmática y Consenso

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La Verdad como Correspondencia

Para diferenciar lo verdadero de lo falso, a lo largo de la historia han surgido diferentes procedimientos a los que llamamos "criterios de verdad".

El criterio de verdad como correspondencia sostiene que una afirmación es verdadera cuando lo que dice se corresponde con la realidad. Este fue adoptado más tarde por los filósofos medievales.

El Criterio de la Evidencia

Descartes desconfiaba del criterio de verdad como correspondencia, lo que le llevó a aplicar un método radical: la duda metódica, que consistía en poner en cuestión todo aquello de lo que no estuviera completamente seguro. Descartes pensaba que la verdad debía ser evidente e indudable. Para Descartes, algo era totalmente verdadero cuando lo captamos mediante la intuición intelectual. El criterio de verdad como evidencia afirma que algo es verdadero cuando resulta absolutamente imposible dudar de ello.

La Verdad como Coherencia

Este criterio defiende que una afirmación es verdadera cuando no es contradictoria y cuando puede encajar con el resto de afirmaciones que consideramos válidas. El criterio de verdad como coherencia también ha sido adoptado más allá de las matemáticas por algunos filósofos como Hegel, el cual dice que será verdad si resulta coherente con el todo.

La Verdad Pragmática

A finales del siglo XIX surgió en Estados Unidos una corriente denominada pragmatismo. William James, uno de estos filósofos, decía que, para saber si algo es verdadero, debíamos fijarnos en sus consecuencias prácticas. Si los resultados derivados de aceptar una afirmación son útiles, provechosos y eficaces, entonces decimos que es verdad.

La Verdad como Consenso

Filósofos como Jürgen Habermas y Karl-Otto Apel decían que el fundamento para afirmar que algo es verdadero está en el acuerdo resultante de un proceso de diálogo.

Según la teoría consensual de la verdad, lo que consideramos verdadero es el producto de un acuerdo obtenido tras un proceso de diálogo.

Habermas y Apel insisten en que, para que este proceso de diálogo sea válido, hace falta que se cumpla una serie de requisitos básicos.

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