Crítica a la Cultura Occidental y Conceptos Clave de Nietzsche y Marx

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Crítica a la Cultura Occidental según Nietzsche

La filosofía de Nietzsche representa una crítica exhaustiva a la civilización occidental, abarcando desde la antigua Grecia hasta su propia época. Considera que toda la cultura europea, incluyendo el cristianismo, la Ilustración, la Revolución Francesa y las democracias parlamentarias, constituye "un gigantesco error" debido a su desprecio por la vida. Esta crítica radical y total se dirige contra la moral, la religión y la filosofía, acusándolas de promover la renuncia a la vida, el triunfo de la razón sobre la vitalidad y la pérdida de los valores de la Grecia arcaica. Sistemas democráticos, socialismo, judaísmo y cristianismo son vistos como formas de decadencia que una cultura alemana ideal debería erradicar. Esta decadencia, según Nietzsche, no se limita a Alemania, sino que es un fenómeno global de degeneración de la cultura occidental. La pérdida del sentido de la existencia y la decadencia de los auténticos valores vitales son lo que Nietzsche denomina Nihilismo, un "veneno mortal para la humanidad" que conduce a la debilidad y la mediocridad. La religión, especialmente la cristiana, es señalada como la principal responsable de este fenómeno.

Crítica a la Filosofía

Según Nietzsche, la decadencia y el error comenzaron con Sócrates, quien impuso la racionalidad sobre los impulsos vitales, y con Platón, quien postuló la existencia de dos mundos separados: el sensible y el inteligible, desvalorizando el primero y afirmando la existencia de un mundo trascendente. Estos autores impusieron elementos morales y racionales, cimentando la cultura occidental en una concepción del mundo falsa y negadora de la vida.

Crítica a la Religión

La labor crítico-destructiva de Nietzsche hacia los pilares de la cultura occidental alcanza su máxima expresión en el ataque a la religión, sobre todo la cristiana. Nietzsche califica el cristianismo como la religión de la compasión, que debilita lo humano y niega la vida. Representa todo lo que Nietzsche desprecia: una metafísica para pobres e ignorantes que promete un mundo ajeno a este; valores propios de individuos débiles y resentidos, angustiados por el pecado y la culpa; y un Dios que se presenta como un perdedor, insultado, torturado y crucificado. En definitiva, el cristianismo representa el desprecio a la vida. Para sobrevivir a este engaño, es necesario asumir sin miedo la muerte de Dios. Con la muerte de Dios, el hombre se libera de las ataduras impuestas por el Dios cristiano, trayendo consigo la libertad del ser humano.

Crítica a la Moral

Nietzsche expone la existencia de dos tipos de moral que se encuentran mezcladas en toda cultura y que, a veces, pueden coexistir en un mismo individuo:

  • La moral de los señores: Es la moral del fuerte, activa en la implantación de valores. El señor, el noble, vive de modo autónomo, confiando en sí mismo, considerándose bueno y con voluntad de poder. Desde su altura, juzga con desprecio lo débil, dependiente, racional y miedoso.
  • La moral de esclavos: Es la moral del débil, del cobarde, pasiva en la asunción de valores morales. El esclavo, débil y cobarde, siente resentimiento ante el poderoso y defiende valores como la humildad, el perdón, el sacrificio y la paciencia.

Nietzsche contempla la historia de la cultura occidental como un triunfo de los valores plebeyos de la moral de los esclavos sobre los valores aristocráticos de la moral de los señores. Es "la rebelión de los esclavos", el triunfo de la moral cristiana, que, según Nietzsche, es fruto del resentimiento y conduce a la degradación de la vida humana. Para Nietzsche, la única solución para Occidente es amar realmente la vida tal como es, no como se sueña que sería en un mundo ideal. La vida conlleva dolor, sufrimiento, conflicto y muerte, pero también placer, alegría y el deseo de seguir viviendo. Nietzsche defiende la voluntad que dice sí a la vida; pero para ello es necesario el surgimiento de un nuevo hombre, el superhombre, un ser superior que acometa una transmutación de valores. A esta tarea dedicará su obra más importante: Así habló Zaratustra.

Alienación e Ideología en Marx

La Sociedad Capitalista del Siglo XIX

La situación social, económica, política e ideológica del siglo XIX influyó notablemente en la vida y obra de Marx. Su pensamiento se origina a partir de una crítica a una realidad que, a mediados del siglo XIX, se consolidaba, basada en:

  • Un sistema económico: el capitalismo industrial.
  • Un sistema político: el liberalismo.
  • Un sistema social: el antagonismo entre la burguesía y el proletariado.

La estructura de la sociedad del siglo XIX se compone de dos clases sociales muy diferentes: burgueses y proletarios. Esta diferencia genera una desigualdad social que explica, según Marx, la dialéctica de las clases sociales:

  • Los burgueses capitalistas son los propietarios de los medios de producción.
  • Los proletarios no poseen nada excepto su capacidad de trabajo, que deben vender a los capitalistas a cambio de un salario para sobrevivir.

En la sociedad capitalista, el hombre es, sobre todo, un “ser económico”, una mercancía. La relación con el trabajo determina el lugar que se ocupa en la sociedad, y esa relación depende de la posesión o no de los medios de producción.

La Alienación

La Revolución Industrial desplazó el centro de la economía de las zonas rurales a las ciudades, originando un nuevo concepto del trabajo como actividad de producción de mercancías. El trabajo debería ser el medio por el cual el ser humano se humaniza y asegura su supervivencia. Sin embargo, en el sistema de producción industrial capitalista, según Marx, el trabajo pierde su sentido, convirtiéndose en trabajo asalariado que aliena y esclaviza al trabajador, reduciéndolo a una mercancía más. El trabajo deja de ser libre y creativo para convertirse en forzado y repetitivo. En estas condiciones, el obrero ve el trabajo como una fuerza extraña y ajena, en la cual no se realiza como ser humano, porque su trabajo y su producto son para otro, sin producirle beneficio ni satisfacción. En el sistema de producción industrial capitalista, el trabajador:

  • Pierde su fuerza de trabajo en jornadas interminables.
  • Pierde el producto de su trabajo, que pasa a manos del capitalista.
  • Se pierde a sí mismo, transformándose en una mercancía a cambio de un salario.
  • Pierde su vida en una actividad agotadora, que solo se mantiene para seguir en el trabajo.

En estas condiciones laborales, con escasos salarios y sin beneficios sociales, el obrero ve el trabajo como una fuerza extraña y ajena, en la cual no se realiza. Marx sostiene que la sociedad burguesa capitalista aliena al trabajador, lo “cosifica” al tratarlo como un objeto más.

La Ideología

La ideología es el conjunto de ideas que un ser humano o una clase social tienen sobre sí mismos, sobre su lugar en el mundo o en la historia. Es el modo de identificarse con un grupo social determinado. En este sentido, es necesaria para la vida humana. Sin embargo, la ideología pierde su sentido positivo cuando, en manos de los poderosos, ofrece una imagen falseada de la realidad y de las condiciones de vida, ocultando la alienación. La ideología es el mecanismo de poder de la clase social dominante, que la genera e impone para asegurar su dominio e intereses.

La alienación del hombre es el resultado de:

  1. Una alienación filosófica, cuando la filosofía se hace cómplice de las injusticias.
  2. Una alienación jurídico-política, cuando el estado liberal utiliza las leyes y la política interesadamente.
  3. Una alienación socioeconómica, cuando el sistema capitalista admite la desigualdad.
  4. Una alienación religiosa, cuando la religión se pone al servicio del poder.

Marx considera que las religiones son un medio para mantener oprimida a la clase desfavorecida. La promesa de “un más allá” mejor provoca la resignación ante las injusticias: “la religión es el opio del pueblo”, porque adormece sus reivindicaciones. Contra esto, piensa Marx, se debe luchar. Por ello, es partidario de la acción revolucionaria para acabar con la alienación del ser humano. Considera que el filósofo no puede ni debe permanecer pasivo ante esta situación: “Los filósofos no han hecho otra cosa que interpretar el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”.

Panorama de la Filosofía Contemporánea: Marx, Nietzsche y Otros

Mientras que en el siglo XVIII Kant había establecido límites claros al conocimiento científico en su Crítica de la razón pura, declarando la imposibilidad de la Metafísica como ciencia, en el siglo XIX el Idealismo negó cualquier límite a la razón, afirmando su carácter absoluto. El punto culminante del idealismo alemán se encuentra en Hegel, quien introdujo un sistema (la dialéctica, que influirá poderosamente a Marx) para entender la historia, la filosofía, la religión o el arte como una progresión en la que cada movimiento surge de las contradicciones inherentes al estadio anterior a través de tres movimientos: tesis, antítesis y síntesis. Para el idealismo absoluto de Hegel, la historia es el despliegue de la Razón (o el Espíritu) a través de procesos dialécticos.

Marx es un filósofo, sociólogo, economista y activista político que, en el siglo XIX, se inserta en su contexto histórico no sólo para interpretarlo sino, ante todo, para transformarlo. Con este objetivo configuró una teoría bebiendo en fuentes tan diversas como la filosofía alemana (así la ya citada dialéctica de Hegel), el socialismo utópico francés y la economía inglesa. Marx entregó plenamente su vida a esta teoría, tanto a su expresión literaria como a su realización práctica. Marx quería superar las desigualdades y divisiones de la sociedad de su tiempo y establecer una verdadera comunidad. Situó la barrera que le separaba de su objetivo en las divisiones circunstancialmente desarrolladas entre los hombres, en especial en la división del trabajo que tiene su base en la propiedad privada de los medios de producción por parte de la burguesía. El modo de producción capitalista generaba una situación de explotación y alienación a superar. Así, Marx pretendió utilizar los mismos antagonismos de la sociedad burguesa para provocar su caída: sería necesario abolir la propiedad privada de los medios de producción para saltar más allá de los limitados derechos burgueses hasta el dominio de los derechos universales del comunismo.

Pese a no poder encuadrarse en el siglo XX (elaboró su pensamiento aún en el siglo XIX y murió en 1883), Nietzsche es un pensador esencial que ejerció una enorme influencia en el pensamiento en el siglo XX. El pensamiento de Nietzsche supone una crítica demoledora a conceptos centrales de la historia de Occidente en todos sus ámbitos: moral, religión, ciencia, filosofía.... Como dijo de sí mismo, no era un filósofo, era dinamita. El nihilismo es, para Nietzsche, el concepto que define la historia de la cultura europea: para este filósofo la historia de Occidente es la historia de una decadencia de los auténticos valores de la vida. Nietzsche aboga por la superación del nihilismo a partir de la creación de valores desde el único y auténtico valor, la vida. Se debe llevar así a cabo una transvaloración de aquellos valores que condujeron a la nada. Es una tarea de creación, una tarea propia de la “voluntad de poder”, con la mirada puesta en un nuevo tipo de hombre, el “superhombre”.

Hanna Arendt ha sido una de las intelectuales que más profundamente ha analizado el fenómeno de los totalitarismos, junto a Karl Popper. En su obra Los orígenes del totalitarismo, lo define como un fenómeno novedoso del siglo XX, que tiene sus raíces en el antisemitismo y el imperialismo, que pretende controlar todos los ámbitos de la vida, tanto privada como pública. Totalitarismos como el nazismo alemán o el estalinismo soviético, aniquilan la identidad jurídica, moral e individualidad del ser humano, que no es “persona” en sentido aristotélico, sino hombre-masa, individuo que renuncia a lo propiamente humano, en manos de la manipulación, el terror y la dominación de un líder. Por otra parte, en La condición humana, Arendt realiza un análisis fenomenológico de la vida activa de los seres humanos, los cuales se componen de la labor para sobrevivir, el trabajo para dominar y transformar la naturaleza, y la acción, actividad más elevada del ser humano. La condición humana de cada elemento es, respectivamente: la vida misma, la mundanidad y la pluralidad.

También se encuentran en el siglo XX importantes corrientes filosóficas, de entre las que destaco:

  • El Feminismo en la época contemporánea. Fenómeno complejo que engloba a diferentes movimientos y posturas. Tienen en común el rechazo a la identificación entre la experiencia humana y las experiencias masculinas de la realidad. Destacan: Simone de Beauvoir, filósofa existencialista y activista política, para la que ser mujer es una construcción social; Judith Butler, filósofa norteamericana que aplica el pensamiento de Foucault a las cuestiones de género; Cristina Hoff Sommers, pensadora que con su “feminismo de la libertad” persigue la igualdad jurídica, moral y social de los sexos; y Amelia Valcárcel, filósofa madrileña que defiende que ningún ser humano debe ser excluido de ningún bien o derecho a causa de su sexo.
  • La Filosofía Analítica, corriente dominante en los países de habla inglesa. Esta filosofía, en líneas generales, se desarrolla como un análisis del lenguaje, y así para Wittgenstein, su principal representante, la tarea fundamental de la filosofía será “ayudar a la mosca a salir de la botella”. La Filosofía Analítica negará el valor de la metafísica.
  • El Existencialismo. Sartre, su máximo exponente, afirmó que no hay una esencia previa a la existencia. Ello se traduce en la absoluta e inevitable libertad -así como responsabilidad- en los actos humanos que de este modo son fruto de propias elecciones. Tal libertad y responsabilidad radical generan angustia y desamparo.

Preguntas Cortas sobre Marx

Materialismo Histórico y Comunismo

La Sociedad Capitalista del Siglo XIX

La situación social, económica, política e ideológica del siglo XIX influyó notablemente en la vida y obra de Marx. Su pensamiento se origina a partir de una crítica a una realidad que, a mediados del siglo XIX, se consolidaba, basada en:

  • Un sistema económico: el capitalismo industrial.
  • Un sistema político: el liberalismo.
  • Un sistema social: el antagonismo entre la burguesía y el proletariado.

La estructura de la sociedad del siglo XIX se compone de dos clases sociales muy diferentes: burgueses y proletarios. Esta diferencia genera una desigualdad social que explica, según Marx, la dialéctica de las clases sociales:

  • Los burgueses capitalistas son los propietarios de los medios de producción.
  • Los proletarios no poseen nada excepto su capacidad de trabajo, que deben vender a los capitalistas a cambio de un salario para sobrevivir.

En la sociedad capitalista, el hombre es, sobre todo, un “ser económico”, una mercancía. La relación con el trabajo determina el lugar que se ocupa en la sociedad, y esa relación depende de la posesión o no de los medios de producción.

El Materialismo Histórico

Para transformar los fenómenos sociales e históricos, es necesario partir de su interpretación y análisis, de una comprensión de las condiciones reales y materiales de vida del hombre concreto. Marx plantea una concepción materialista de la historia. El materialismo marxista sostiene que las condiciones concretas, sociales y económicas determinan la forma de pensar de una sociedad. Para Marx, es lógico que sociedades con condiciones de vida diferentes (por ejemplo, una tribu de África o un país europeo industrial) tengan creencias y costumbres diferentes, y esto es porque la infraestructura económica de una sociedad determina la superestructura.

  • La infraestructura económica o modo de producción son las fuerzas productivas (trabajador, herramientas, máquinas...) y las relaciones de producción (condiciones económicas que establecen los hombres en el proceso de la producción: propiedad, distribución, comercio y consumo) que son diferentes de una época a otra y de una sociedad a otra.
  • La superestructura ideológica es la conciencia social, formada por las ideas políticas, las leyes, la moral, la religión, la filosofía, el arte...

Marx concibe el proceso del devenir histórico como un proceso dialéctico, cuyo origen son las contradicciones internas. Defiende que la historia avanza dialécticamente impulsada por las tensas relaciones de producción. Así, un sistema económico concreto (tesis), a causa de sus incoherencias internas, genera su propio opuesto, su negación (antítesis), y de este enfrentamiento surge una situación económica y social nueva (síntesis). Aplicando este proceso dialéctico al sistema capitalista, Marx denuncia las contradicciones que se generan en su sistema de producción:

  1. Tesis: la relación de explotación y opresión entre los propietarios de los medios de producción (burgueses capitalistas) y los que sólo poseen su fuerza de trabajo (obreros proletarios).
  2. Antítesis: los obreros se rebelan contra los burgueses a través de la “lucha de clases” e instauran la “dictadura del proletariado”.
  3. Síntesis: de esta oposición surge una nueva situación económica y social: el comunismo.

El materialismo histórico de Marx profetiza la llegada del comunismo como una evolución natural del capitalismo.

El Comunismo

Según Marx, el sistema capitalista era insostenible porque las crisis serían cada vez mayores, por lo que pensaba que su superación era inevitable. El objetivo de Marx era transformar radicalmente el sistema capitalista, a través de la praxis revolucionaria, una lucha para lograr la emancipación del hombre, su libertad, y abolir las diferencias de clase para alcanzar un mundo de seres humanos iguales, una nueva sociedad comunista: “la última en la historia de la humanidad”. Este cambio tiene que realizarlo el proletariado quitando, a partir de la revolución, la propiedad de los medios de producción a la burguesía y poniéndola en manos de la comunidad. Una vez conseguido el poder, se habrá pasado de un Estado burgués a un Estado proletario. Es la dictadura del proletariado, una etapa transitoria en la que se abolirán las leyes burguesas, se socializarán los medios de producción y se impondrán nuevas formas de organización de vida, para pasar, paulatinamente, a un Estado administrador de los bienes de la sociedad: el Estado comunista, un nuevo modo de producción y de organización social, una sociedad sin clases y sin propietarios de los medios de producción, con la autoridad ejercida por el pueblo.

Preguntas Cortas sobre Nietzsche

El Superhombre

El pensamiento y la obra de Nietzsche alcanzan en Así habló Zaratustra su punto de inflexión. Después de toda su crítica de la cultura occidental y de haber decretado la muerte de Dios, Nietzsche anuncia en boca de un nuevo profeta, Zaratustra, la venida del superhombre. El superhombre no es un prodigio humano con condiciones biológicas extraordinarias, sino un nuevo tipo de hombre que ha asumido la muerte de Dios y sus consecuencias. Algunas de sus características son:

  • Ama y afirma la vida sin límites.
  • Es un ser creador de valores, que no desprecia el cuerpo ni la tierra.
  • No se subordina a ninguna moral, es individualista y sólo obedece a sus deseos.
  • Su característica esencial es la libertad, expresada en la voluntad de poder, que sustituye el “tú debes” por el “yo quiero”.

Pero Nietzsche habla del superhombre como de un ser del futuro. Para llegar al superhombre, el hombre debe pasar por un proceso de transformación:

  1. El camello: animal de carga, simboliza a los que obedecen ciegamente, cargan con el peso del “tú debes”. Aceptan la vida resignándose a sus dificultades, se inclinan ante la omnipotencia de Dios y la ley moral.
  2. El león: el hombre-camello, cansado de la carga, se rebela contra su amo, lo derriba, y dice “yo quiero”. Se convierte en el hombre-león, dueño de sí mismo, ejerce su voluntad y lucha contra los valores establecidos, diciendo No, es el negador, el nihilista activo.
  3. El niño: dice “sí a la vida”, crea nuevos valores, aprende a vivir libre de prejuicios, de modo creativo y feliz. Sólo el niño vive la vida como un juego, como algo nuevo y actual, actúa por instintos, sin tener en cuenta las consecuencias ni los prejuicios. Sólo el hombre-niño puede ser el superhombre.

Por tanto, la llegada del superhombre dependerá de que los individuos superiores tengan la audacia de transformar todos los valores, especialmente los cristianos, y crear otros partiendo de su vida y de su poder.

El Eterno Retorno

El tema de la voluntad de poder conduce a la afirmación de la vida, y con ella, al tema del tiempo. El eterno retorno es un intento de criticar la concepción teleológica del universo de los griegos y lineal de los judíos y cristianos. Para Nietzsche no hay más mundo que este y Zaratustra es su profeta, frente a la filosofía platónica o al cristianismo, que hablan de otros mundos y de la finalidad última de este. Nietzsche, en el eterno retorno, es fiel a su sentido de la vida, de la tierra. Es el sí a la vida y al mundo, y el deseo de que todo sea eterno. Así parece en los símbolos del anillo y de la serpiente enroscada cuando en Así habló Zaratustra dicen los animales: «Mira, sabemos lo que tú enseñas: que todas las cosas se repiten eternamente y nosotros con ellas y que nosotros hemos existido infinitas veces y con nosotros todas las cosas...». La voluntad de poder puede abarcar el presente y puede crear el futuro, pero el tiempo transcurrido parece inmutable. En la filosofía tradicional, cuando Dios era admitido, únicamente lo espiritual, que retornaba a Dios, podía escapar al tiempo. Todo lo demás tenía que perecer. La época de la razón, la Ilustración, sigue admitiendo la diferencia entre lo eterno y lo temporal y perecedero. Nietzsche rechaza esta dicotomía de lo eterno y lo temporal, negando la condición perecedera de lo real: el instante se desvanece, pero se repite, no porque la repetición se dé en el tiempo, sino porque el tiempo mismo es repetición. La vida, el instante, se vive infinitas veces. Se trata de una repetición de lo mismo y afecta a todas las cosas: a lo bueno y a lo malo. Así, se cambia la idea de eternidad por la de tiempo. En una concepción lineal del tiempo, el pasado no se puede repetir ni rectificar. Pero, tal vez, el tiempo sea una ilusión. Es posible que todo esté por ocurrir y todo, incluido el futuro, haya sucedido ya. Solamente el superhombre podrá comprender que ningún instante tiene justificación más allá de sí mismo y en él está la justificación del pasado y del futuro. En él está contenido el tiempo. La aceptación del eterno retorno no concuerda con la concepción que Nietzsche proyecta en su filosofía transformadora, hacia una superación propia de la vida y del ser humano, desde la voluntad de poder y a través de la estética, en el proceso evolucionista vitalista de naturaleza y cultura. No se conjuga tampoco el eterno retorno con el empeño nietzscheano en la transvaloración, «el cambio de valor de los valores» para superar el nihilismo. No obstante, causa complacencia considerar el tiempo permanente sin necesidad de ultramundos.

La Voluntad de Poder

Es la idea fundamental de la segunda parte de Así habló Zaratustra. Se trata de la expresión que emplea filosóficamente Nietzsche para comprender la vida misma como realidad radical: impulso vital, emoción, pasión, voluntad de dominio, de poder, de ley del más fuerte. «Donde he hallado algo vivo, he encontrado voluntad de poder», y en los escritos póstumos repetidamente equiparadas «vida como voluntad de poder» y «voluntad de poder como vida». Puede considerarse esta expresión la fundamental y la más proyectiva de Nietzsche, si bien ha dado lugar a interpretaciones extravagantes. En las múltiples ocasiones en que Nietzsche reconoce el ejercicio del poder, se trata ante todo de afirmación propia y proyección de cuantas dimensiones procuran el desarrollo vital de cada uno en sus acciones, en los seres humanos y en la historia. Analizando los textos, podemos afirmar que la voluntad de poder nietzscheana no es de dominación y sometimiento de los demás, sino de aspiración a «ser señor de sí mismo». La voluntad de poder, como expresión de la vida en todo ser viviente, implica pulsión hacia el desarrollo, orientación o conocimiento para seguir viviendo de modo realista, contando con el entorno y con todos los recursos disponibles, y también implica valoración, es decir, saber apreciar aquellas cosas que favorecen o entorpecen la vida. Por ello, existen distintos niveles de vida según las capacidades de actuación, desde las amebas hasta los seres humanos, capaces de conocimiento y valoración de los aspectos intelectuales, la belleza, la justicia, la religión, etc. La voluntad de poder lleva a desplegar la capacidad de conocer, de proyectar y de arriesgarse, y su mayor peligro es el adormecimiento de haberlo conquistado todo y no empeñarse en un perfeccionamiento ulterior, proyectando la propia capacidad en hacer que también los demás puedan. Cuando la voluntad de poder es complejo de poder, es decir, cuando efectivamente alguien no puede y pretende ejercer el papel de poderoso, como los déspotas, los dogmáticos y los envidiosos, entonces estos tratan de impedir que los demás puedan. Las consecuencias son siempre negativas.

La Muerte de Dios

La muerte de Dios supone el punto más alto de la crítica de la filosofía, de la religión y de la moral. Hay que entenderlo como fenómeno cultural acontecido en la historia de Occidente. Dios había llegado a ser meramente la garantía del orden moral, un orden establecido que se aceptaba como inconmovible. La muerte de Dios significa el desmoronamiento de los pilares de la cultura occidental. Muerto Dios, cambian los viejos valores de la humanidad para que pueda aparecer el superhombre. El ser humano se libera del miedo que le ha impedido ser humano. Comienza la verdadera historia en la que el hombre forjará su propio destino. El lugar de Dios lo ocuparán la vida y el superhombre, creador de nuevos valores. En Así habló Zaratustra, con la metáfora de las tres transformaciones, Nietzsche explica de qué manera el espíritu, en su lucha contra los valores establecidos, llega a crear su propia libertad y a proyectar otros nuevos:

  1. Primero se transforma en camello, que, junto con el asno, es el animal de carga que mayor peso soporta. Es el símbolo de quien se inclina ante Dios y soporta la ley moral.
  2. Después, el camello se convierte en león, animal fiero que simboliza la lucha humana contra los valores establecidos y la moral idealista, a partir del conocimiento de su autoalienación. De esta manera, el ser humano va creando su propia libertad.
  3. Finalmente, el león se transforma en niño, símbolo del nuevo hombre, capaz de crear nuevos valores, con lo que representa la manifestación de la esencia de su libertad.

Comentario sobre Marx

Autor: Filósofo, sociólogo y economista alemán del siglo XIX. El objetivo de su filosofía era analizar críticamente la sociedad burguesa capitalista con el fin de transformarla y superar la alienación y la explotación de la mayor parte de la población.

IDEAS:

  1. La enajenación del trabajo consiste en que el trabajo es externo al trabajador, no le pertenece.
  2. El trabajo no es voluntario, sino forzado, se siente fuera de sí.
  3. El trabajo no le pertenece, así como la actividad es de otro (del capitalista).

Explicación de las ideas: Uno de los conceptos fundamentales de la filosofía marxista es el concepto de alienación, que hace referencia a la pérdida de libertad por el ser humano en el modo de producción capitalista. En el texto se habla de la alienación del trabajo, de la que se derivan otras formas de alienación. Para Marx, el trabajo constituye la esencia del ser humano, es imprescindible para realizarnos como individuos completos. Pero, en el mundo capitalista, el trabajo es externo al trabajador; es decir, es exterior a su ser. Por ello, no lleva a la afirmación del individuo, ni a su felicidad, ni a su libertad. Por el contrario, supone su negación, su infelicidad y una mortificación para su cuerpo y para su espíritu. Así, es un trabajo forzado, no libre, que solo se cumple por coacción. El trabajador lleva a cabo su actividad laboral para obtener un salario con el que satisfacer sus necesidades. Se ve forzado a trabajar, pero en el trabajo está enajenado, es una actividad que le supone un sacrificio. De hecho, la prueba fundamental de que es un trabajo alienante es que, en su actividad, el trabajador se pierde a sí mismo, ya que tanto el tempo que está trabajando como el producto de su actividad pertenecen al burgués dueño de los medios de producción. La alienación económica promueve otras formas de alienación: la alienación social, que se deriva de la inevitable división de la sociedad en clases enfrentadas; la alienación política, fruto de la separación entre la «sociedad civil» y el Estado, y, por último, la alienación religiosa (a la que hay una referencia en el texto) y la alienación filosófica, que tienen que ver con la conciencia ideológica del ser humano. Marx persigue la superación de la alienación, objetivo que solo será realidad cuando desaparezca la propiedad privada de los medios de producción y, con ella, las clases sociales; es decir, cuando se supere el sistema capitalista.

Pregunta de Vigencia

¿Consideras que en el mundo actual el trabajo asalariado es un trabajo enajenado?

El trabajo asalariado puede sentirse enajenado porque a veces los trabajadores no se sienten conectados emocionalmente con lo que hacen y pueden sentir que están trabajando solo por el salario, sin encontrar un propósito personal en su labor.

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