Crítica de Nietzsche a la Moral, Religión y Filosofía Occidental
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Crítica de la Transición Judeocristiana y al Platonismo
El nacimiento de la tragedia es la primera obra de Nietzsche, dedicada a Wagner, se inspira en Schopenhauer y, por tanto, en Kant. Según Nietzsche, la tragedia griega se originó por la unión de dos elementos contrapuestos del espíritu griego: lo dionisíaco y lo apolíneo. Dionisio era el dios griego del vino, la embriaguez, la noche, la voluntad y en la tragedia se representaba a través de la música, la danza y el coro. Frente a él, Apolo era un dios del Olimpo, dios del sol, la luz, la claridad, la razón y en la tragedia se representaba con la palabra y los personajes.
Nietzsche cuestionó en El nacimiento de la tragedia la valoración social del mundo griego que situaba en la Grecia clásica (el siglo de Pericles) el momento de esplendor de la cultura griega y que consideraba a Sócrates y a Platón como los iniciadores de lo mejor de la tradición occidental, la racionalidad. Frente a esta interpretación, Nietzsche da más importancia a la Grecia arcaica, la del tiempo de Homero, y sitúa en el siglo V a.C. el inicio de la crisis vital del espíritu griego.
Según Nietzsche, la grandeza del mundo griego arcaico consistía en armonizar lo apolíneo y lo dionisíaco, considerando incluso que este último era la auténtica verdad. Sin embargo, con Sócrates y Platón, los griegos intentan ocultar esta faceta inventándose un mundo de legalidad y racionalidad puramente apolíneo. Sócrates inaugura el desprecio al mundo de lo corporal y la fe en la razón. Platón establece el error dogmático más duradero y peligroso, “el bien en sí” y la distinción de dos mundos. Este dogmatismo es síntoma de decadencia porque se opone a los valores de la existencia, instintivos y biológicos del hombre. Esta degeneración de la cultura que surge con la filosofía griega triunfó en la cultura occidental con el ascenso de la moral judeocristiana y del monoteísmo, permitiendo el surgimiento del mundo occidental. Así, la crítica de Nietzsche a la cultura occidental se refiere a todos los ámbitos: la filosofía, por inventar un mundo racional; la religión, un mundo religioso; y la moral, un mundo moral.
Crítica de la Moral
Según Nietzsche, el dogmatismo moral consiste en creer en la objetividad y universalidad de los valores morales. La moral tradicional se equivoca porque los valores morales no tienen una existencia objetiva en un mundo objetivo, sino que los crean las personas y son proyecciones de nuestra subjetividad, sentimientos e intereses; los inventamos, existen porque los hemos creado. La moral tradicional creyó también que las leyes morales valen para todos los hombres. Así lo indicaba el imperativo categórico kantiano y la consideración de Santo Tomás de la ley moral como consecuencia de la ley natural y esta de la ley eterna. Nietzsche considera que, si realmente los valores morales existiesen en un mundo verdadero y objetivo, podríamos pensar en su universalidad, pero no existe ese mundo; los valores se crean y cambian con el tiempo y con cada cultura, por tanto, no son universales.
Por otra parte, la moral tradicional, según Nietzsche, es antivital, antinatural, presenta leyes que van contra las tendencias primordiales de la vida, es una moral de resentimiento contra los instintos y el mundo biológico y natural, como se ve, por ejemplo, en la obsesión de la moral occidental por limitar el papel de la sexualidad. El dogmatismo moral implica también la idea de pecado, de culpa y de libertad. Según Nietzsche, la idea de pecado es una de las ideas más enfermizas inventadas por la cultura occidental: el sujeto sufre porque se cree valorado por un dios inexistente del que incluso espera un castigo. Además, el cristianismo tiene necesidad de la noción de libertad porque las personas tienen que ser libres para poder castigarlas. Los valores tradicionales son los de la moral de esclavos y frente a ellos Nietzsche propone la moral de los señores, los valores del superhombre y la afirmación de la vida. Según él, “Mi principio: no se dan principios morales”.
Crítica a la Religión
Según Nietzsche, el cristianismo lleva hasta el final el desprecio por la vida iniciado por la filosofía platónica. Nietzsche parte del ateísmo, para él Dios no existe, y el argumento que utiliza para criticar la religión es que el estado de ánimo que promueve el éxito de las creencias religiosas y de la invención de un mundo religioso es el de resentimiento del débil frente al fuerte. Nietzsche se enfrenta a los siguientes elementos de la religión cristiana, son las críticas fundamentales que él hace:
- La “metafísica cristiana”: el cristianismo es “platonismo para el pueblo”, comparte el espíritu que anima a Platón, la incapacidad vital de aceptar todos los cambios de la existencia y el afán de encontrar un consuelo fuera de este mundo; de ahí su distinción de un mundo verdadero, eterno e inmutable y un mundo aparente, cambiante e imperfecto, el mundo del espíritu frente al de la corporeidad.
- La moral cristiana: el cristianismo fomenta los valores propios de lo que Nietzsche denomina “moral de esclavos” (humildad, sometimiento, debilidad, mediocridad) y añade los valores mezquinos (obediencia, sacrificio, compasión), sentimientos propios del rebaño que significa la moral vulgar del resentimiento contra lo noble y sobresaliente, la destrucción de los valores del mundo antiguo. Otra de las ideas más enfermizas del cristianismo es la de culpabilidad o pecado de la que solo se puede huir con la afirmación de la “inocencia del devenir” y con una conducta situada “más allá del bien y del mal”.
- Influencia perversa del cristianismo: todo el pensamiento occidental queda viciado por su punto de vista, es el corruptor de la filosofía europea que “lleva en sus venas sangre de teólogos”.
- Valoración de Jesús: Nietzsche no valora tan negativamente la figura de Jesús, al que considera un revolucionario, ni la del cristianismo primitivo, pero piensa que el llamado cristianismo debe más a San Pablo que a Jesús.
- Politeísmo frente a monoteísmo: aunque todas las religiones son falsas, para Nietzsche el monoteísmo representa el invento de otro mundo, la desvalorización del mundo verdadero y de la vida; el dios cristiano representa valores negativos.
Frente a él, el politeísmo, aunque también es falso, expresa mejor la riqueza de la realidad, representa la fidelidad a la naturaleza. La superación del cristianismo y la consiguiente muerte de Dios es fundamental para que se produzca la transmutación de todos los valores.
La Crítica a la Filosofía Tradicional
La filosofía presenta una idea del mundo totalmente inadecuada por considerar al mundo como un cosmos y no como un caos y por creer en la racionalidad. La invención del mundo racional trae consigo la invención de los conceptos básicos de la metafísica tradicional (esencia, sustancia, alma, Dios). Estas son ficciones, consecuencias del poder de la razón. La filosofía tradicional comienza con Platón, que se inventa un mundo ideal al que contrapone, desvalorizándolo, el mundo de los sentidos. La filosofía posterior acepta este esquema, aunque lo exprese con distintas palabras. La metafísica platónica y toda la occidental son un síntoma de resentimiento ante el mundo existente, del miedo al caos.
En general, la filosofía ha creído que los conceptos pueden reflejar correctamente la realidad, consideraba que entender una realidad es darle un concepto. Para Nietzsche, el pensamiento conceptual no es un buen recurso para expresar la realidad porque la misma palabra no puede servir para referirnos a dos cosas distintas. Según él, la metáfora es el mejor modo de expresar la realidad y el arte es un medio más adecuado de expresar el mundo que la filosofía. Nietzsche afirma el carácter irracional del mundo, considera que, aunque la filosofía tradicional creyó que a través de la razón se puede tener un conocimiento objetivo del mundo, esto es una fantasía. El conocimiento es relativo, subjetivo, depende de la perspectiva vital del individuo que lo crea. Frente a Platón, Aristóteles, Santo Tomás, Descartes y gran parte de la tradición filosófica, defiende una tesis radicalmente contraria al objetivismo y que conecta con el relativismo, escepticismo y subjetivismo, defendiendo el perspectivismo, para el que todo conocimiento se alcanza desde un punto de vista del que es imposible prescindir. Las características del sujeto que conoce (psicológicas, sociales, físicas, personales) hacen imposible superar la propia perspectiva, no podemos desprendernos de nuestra subjetividad cuando intentamos conocer la realidad. Según Nietzsche, una verdad es verdadera por su valor pragmático, no hay hechos, sino interpretaciones o perspectivas que son valoraciones hechas por la voluntad de poder.
Nihilismo, Voluntad de Poder y Superhombre
La Voluntad de Poder
La voluntad de poder es para Nietzsche el principio básico a partir del cual se desarrollan todos los seres, la fuerza primordial que busca mantenerse en el ser y ser aún más. Nietzsche cree que en todas las cosas hay un afán por la existencia y son expresión de un fondo primordial que lucha por existir y por existir siendo más. La voluntad de poder tiene para él las siguientes características:
- Irracionalidad: en el hombre, la razón no debe tener la última palabra, sino que está al servicio de otras instancias más básicas como los instintos o emociones.
- Inconsciencia: la fuerza primordial que determina el curso de las cosas no es consciente.
- Falta de finalidad: las fuerzas de vida no tienen ningún objetivo o fin, no hay nada interior que le marque un destino, con ello declara el carácter gratuito de la existencia.
- Impersonalidad: esta fuerza no puede identificarse con un ser personal, sino como un cúmulo de fuerzas que buscan la existencia.
Lo que Nietzsche entiende por voluntad no es, como para la tradición aristotélico-tomista, una facultad del alma; tampoco es, como lo considera la psicología actual, una capacidad de la mente. La voluntad de poder para él se identifica con cualquier fuerza inorgánica, orgánica o psicológica que atiende a su autoafirmación; es voluntad de ser más, fondo primordial de la existencia y de la vida. Unida a ella, Nietzsche introduce el tema del eterno retorno. Según él, no hay más mundo que este y, por tanto, hay que permanecer fieles a la tierra. El eterno retorno es la fórmula suprema de fidelidad a la tierra, del sí a la vida y al mundo que pronuncia la voluntad de poder. Simboliza que este mundo es el único que hay y, por tanto, todo debe repetirse. Nietzsche presenta a Zaratustra como el profeta del eterno retorno, el que desea que todo sea eterno y que nada sea distinto, ni en el pasado, ni en el futuro, ni por toda la eternidad. En este sentido, la filosofía de Nietzsche, que es considerada como negativa y destructiva, es afirmativa porque dice sí a la vida.
El Nihilismo y sus Formas
Nietzsche afirma en su filosofía que “Dios ha muerto”. Esta frase lo que indica no es que Dios haya existido y después ha muerto, sino que señala que la creencia en Dios ha muerto, expresa el fin de toda creencia en las entidades absolutas. Los principales aspectos de esta idea son:
- Dios no creó al hombre, sino que el hombre creó a Dios.
- La creencia en Dios sirve para dar consuelo a los hombres de la miseria y sufrimiento que hay en este mundo, es consecuencia de la vida decadente donde Dios es un refugio para los que no pueden aceptar la vida.
- Con la muerte de Dios, Nietzsche considera que estamos ante un acontecimiento actual en un tiempo histórico clave en el que observamos la necesidad de su final.
- Con el concepto de Dios se refiere al dios cristiano, pero también a todo aquello que puede sustituirle, como la Verdad, el Bien, la Ciencia, el Progreso, es decir, todo aquello que sirve a los hombres para dar un sentido a la vida pero que está fuera de ella.
- Como consecuencia de esta muerte, de vivir sin lo absoluto, en la “inocencia del devenir”, se darán las condiciones para la aparición del superhombre.
Con esto, Nietzsche anuncia la llegada del nihilismo, movimiento histórico peculiar de la cultura occidental que se puede dividir en varios momentos:
- Nihilismo como decadencia vital: es el momento de la destrucción de los valores vigentes, de la tremenda duda, la desorientación radical y la pérdida del sentido.
- Nihilismo activo: es también nihilista la filosofía que intenta mostrar que los valores dominantes son una invención. Nietzsche es nihilista en este sentido porque propone la destrucción completa de todos los valores vigentes y su sustitución por otros radicalmente nuevos. Este nihilismo es una fase necesaria para la aparición de un nuevo momento en la historia de la cultura, de una nueva moral y de un nuevo hombre.
- Nihilismo pasivo: es una de las consecuencias de la “muerte de Dios” cuando se es consciente del carácter infundado de la creencia religiosa, cuando sobreviene la crisis y el convencimiento de que la existencia no tiene sentido. El nihilista pasivo no cree en ningún valor y termina en la desaparición o en la renuncia.
Por tanto, el nihilismo posee dos caras, una negativa que explica la crítica destructiva de la tradición occidental y otra positiva que supone el reconocimiento de las condiciones que han llevado a Occidente a ser nihilista y el inicio de los intentos de escapar del nihilismo porque, según Nietzsche, a partir de esta actitud del hombre que trata de superar ese estado, se abren las puertas hacia una nueva ontología y hacia una nueva antropología.
La Transmutación Moral y el Ideal del Superhombre
La transmutación de todos los valores es, según Nietzsche, un momento necesario para el final de la moral tradicional (moral de esclavos) y la aparición del superhombre. Nietzsche no propone vivir sin valores, sino invertir la tabla de valores, superar la moral occidental, que es una moral de renuncia y resentimiento hacia la vida, por una moral de un sí a la vida. Llama “rebelión de los esclavos” al triunfo del cristianismo y del judaísmo, que sustituye la moral aristocrática que se daba en el mundo griego antiguo por una moral de esclavos, de los débiles. Nietzsche atribuye a los judíos la sustitución del código moral aristócrata o moral de señores (voluntad de jerarquía, de desigualdad, amor a la diferencia, moral que crea valores), por la moral de los esclavos (voluntad de igualdad, resentimiento contra la vida superior, moral de los enfermos y débiles de espíritu que hablan de concordia, hermandad y que se encuentra con los valores dados). La transmutación de los valores es la superación de esa moral de esclavos para recuperar de nuevo la moral aristocrática que permite el triunfo del código moral del superhombre.
El superhombre es el hombre nuevo que aparece tras “la muerte de Dios”. Nietzsche lo concibe como el individuo fiel a los valores de la vida y su conducta moral tiene las siguientes características:
- Rechaza la moral de esclavos: la humildad, la mansedumbre, la prudencia, la paciencia, el servilismo.
- Rechaza la conducta gregaria: detesta la moral de rebaño de los que siguen a la mayoría, de los que aceptan las normas morales ya establecidas.
- Crea valores: aunque los valores morales son invenciones de los seres humanos, muchos hombres simplemente los aceptan, mientras que el superhombre los inventa siendo fiel a la vida.
- Vive en la finitud: no cree en ninguna realidad trascendente, ni en Dios, ni en otra vida. No se le ocultan las dimensiones terribles de la existencia (sufrimiento, muerte…).
- Le gusta el riesgo: las experiencias nuevas y difíciles, los caminos no frecuentados, los enfrentamientos; es duro consigo mismo y con los demás, es valiente.
- Es contrario al igualitarismo: no tiene miedo a la diferencia, le gusta desarrollar lo que es propio.
- Ama la intensidad de la vida: la alegría, la salud, el amor sexual, la belleza corporal y espiritual.
- En conclusión: el superhombre es la afirmación enérgica de la vida y el creador y dueño de sí mismo y de su vida, es un espíritu libre.
En Así habló Zaratustra, a través de una metáfora, nos cuenta las tres transformaciones del espíritu: de cómo el espíritu se convierte en camello, este en león y el león en niño. El camello representa el momento de la humanidad que sobreviene con el platonismo y llega hasta finales de la modernidad. Su característica básica es la humildad, el sometimiento, el saber soportar con paciencia las pesadas cargas, la carga moral del resentimiento a la vida. El león representa al hombre crítico, al nihilista activo que destruye todos los valores establecidos, toda la cultura y estilo de vida occidental. El niño representa al hombre que inventa valores, que toma la vida como un juego, como afirmación, es el sí radical al mundo dionisíaco. Es la metáfora del hombre futuro, del superhombre.
La interpretación de la figura del superhombre dada por Nietzsche ha dado lugar a distintas y peligrosas interpretaciones. Por un lado, se le interpretó como contrario al igualitarismo cristiano o al socialismo, como creador de una moral de violencia y como reivindicador de la superioridad de los pueblos germánicos o del papel del ejecutivo agresivo de la sociedad actual. Sin embargo, hay quien considera que Nietzsche manifestó expresamente su hostilidad hacia la cultura alemana y hacia el Estado, y que el superhombre no se puede identificar con una clase social o con una raza.