La Crítica Radical de Nietzsche: Metafísica, Moral y la Muerte de Dios

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Punto 4

Nietzsche, en su etapa de la "Nueva Ilustración", rompe con sus influencias previas y se dedica a desenmascarar las ilusiones metafísicas, religiosas y morales. Critica la verdad absoluta, sosteniendo que todo conocimiento es interpretación. Considera la ciencia como un medio de crítica, no como una fuente de verdades inmutables. Su concepto de la "muerte de Dios" anunciada en *La gaya ciencia* expresa la desaparición de los valores tradicionales y conduce al nihilismo: sin verdades objetivas, el hombre enfrenta el vacío existencial. La moral cristiana, según Nietzsche, es una "moral de esclavos", basada en el resentimiento, que niega la vida. Frente a esto, propone la figura del "espíritu libre", que crea sus propios valores y asume la existencia como un juego sin finalidad trascendente.

Relación con Platón

Nietzsche ve en Platón el origen de la metafísica occidental, la cual divide la realidad en un "mundo verdadero" inmutable y un "mundo aparente" cambiante. Esta división, para Nietzsche, es una ficción que niega la realidad del devenir. Al invertir el platonismo, Nietzsche rechaza la existencia de un mundo metafísico y las categorías de la razón que lo sustentan. Considera que estas categorías son meras ficciones que conducen al nihilismo, la negación de los valores vitales. Nietzsche reconduce la dicotomía platónica a una cuestión de valores, argumentando que la metafísica se basa en valoraciones morales que desprecian lo terrenal y cambiante. En resumen, Nietzsche critica a Platón por establecer una tradición filosófica que, según él, ha conducido a la decadencia de la vida.

Punto 3

Nietzsche inicia la transición de su pensamiento en *Sobre verdad y mentira en sentido extramoral*, donde cuestiona la verdad, definiéndola como un conjunto de metáforas y convenciones lingüísticas. Considera que el impulso hacia la verdad proviene de la socialización y que lo que llamamos "verdad" es una ilusión olvidada como tal. Afirma que la ciencia no puede dar sentido a la existencia y exalta la superioridad del arte, pues este, al asumir su carácter ilusorio, ayuda a vivir. Sostiene que conceptos como tiempo o causalidad son creaciones humanas sin acceso a la realidad en sí. En *Humano, demasiado humano* profundiza en la crítica a la moral judeocristiana desde una perspectiva científica.

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