El criticismo kantiano: Epistemología y ética
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El entendimiento como facultad activa en el conocimiento
Posteriormente, en la analítica trascendental, el padre del criticismo defenderá que el entendimiento es la facultad activa que interviene en el proceso del conocimiento organizando los datos de los sentidos (los fenómenos) a través de las categorías que están presentes en la mente independientemente de la experiencia. Las categorías, así, nos permiten ordenar y comprender los datos recibidos pasivamente de la sensibilidad (fenómenos). Sin embargo, debe existir una sinergia entre sensibilidad y entendimiento que permite la fundamentación del conocimiento, tal y como indica el autor prusiano al señalar que: “Los pensamientos (las categorías) sin contenido están vacías; las intuiciones sin conceptos, ciegas”. De este modo, sin el entendimiento no habría posibilidad de ordenar el caos proveniente de la experiencia y, sin embargo, los conceptos sin experiencia no pueden fundamentar el conocimiento. Así, el conocimiento se inicia en la experiencia, pero no procede necesariamente de ella (existiendo un a priori que permite su fundamentación). De este modo, Kant consigue así superar el cisma entre empirismo y racionalismo. Ahora bien, ¿qué ocurre si tratamos de fundamentar un conocimiento de manera ajena a la experiencia?
La razón y los límites del conocimiento
En la dialéctica trascendental, Kant va a analizar la facultad de la razón, la cual nos permite preguntarnos por los primeros principios elaborando juicios cada vez más generales. Al tratar de abarcar la totalidad de lo real, trata de conocer las ideas más generales: Alma, Dios y mundo. Sin embargo, estas ideas de la metafísica no pueden ser conocimiento, ya que no proceden de la experiencia, tratando de ir más allá de ella intentando conocer no el fenómeno, sino el noúmeno: aquello que está más allá de la experiencia. Podemos preguntarnos por él y pensarlo, pero no podemos comprenderlo ni hacer ciencia de él.
La ética kantiana: ¿Qué debo hacer?
Pasamos, pues, a abordar la segunda de las cuestiones: ¿qué debo hacer?, presentada en la Crítica de la razón práctica. En la introducción de dicha obra, Kant señalará que “dos cosas llenan mi ánimo de creciente admiración y respeto a medida que profundizo sobre ellas: el cielo estrellado sobre mí y la ley moral dentro de mí”.