Las Cruzadas: Orígenes, Desarrollo y Legado en la Edad Media

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Las Cruzadas: Orígenes, Desarrollo y Legado en la Edad Media

Orígenes y Definición de las Cruzadas

Las Cruzadas fueron el resultado del movimiento de reforma papal y un reflejo de la aspiración a una soberanía pontificia, es decir, la dirección del papado sobre los poderes seculares. Tuvieron un impacto significativo tanto en el Mediterráneo como en Europa, convirtiéndose en un ideal para la sociedad medieval. Durante siglos, ha existido un intenso debate historiográfico sobre las verdaderas motivaciones de los cruzados.

El papa Urbano II articuló elementos preexistentes en un discurso que definió la Cruzada como:

  • Una guerra santa en la que el ejercicio de la violencia estaba justificado.
  • Orientada al beneficio de la cristiandad (intereses de la Iglesia).
  • Dirigida por la autoridad del papa, quien hacía un llamamiento universal y tenía la capacidad de ofrecer beneficios espirituales a los participantes.

La Primera Cruzada (1095-1099)

El estudio de la Primera Cruzada enfrenta el desafío de la escasez y parcialidad de las fuentes. En la Reunión de Clermont, en noviembre de 1095, a la que asistieron más de 300 clérigos, Urbano II hizo un llamamiento a las armas a la gente de Occidente, popularizado con el lema Deus vult (Dios lo quiere).

Precediendo a la expedición principal, surgió la llamada “Cruzada de los Pobres” o protocruzada, congregada a partir de la predicación de personajes carismáticos, populistas y apocalípticos como Pedro el Ermitaño. Paralelamente, se recibieron ofrecimientos de colaboración de obispos y nobles destacados, como Raimundo IV de Toulouse.

El llamamiento tuvo un éxito rotundo e inesperado. En menos de un año, importantes señores feudales organizaron contingentes para marchar a Oriente. Entre ellos destacaron:

  • Del Sacro Imperio Romano Germánico: Godofredo de Bouillon (duque de la Baja Lorena) y sus hermanos Balduino y Eustaquio.
  • De Francia: Hugo de Vermandois (hermano del rey Felipe I), Roberto II de Flandes, Roberto Corto (duque de Normandía) y Esteban II de Blois.
  • De la Sicilia normanda: Bohemundo de Tarento y su sobrino Tancredo de Galilea.

El liderazgo espiritual y diplomático recayó en Ademar de Monteil, obispo de Le Puy y legado papal, mientras que la dirección militar fue asumida principalmente por Raimundo IV de Toulouse. En abril de 1097, el ejército cruzado se reunió en Constantinopla, generando una notable inquietud en el Imperio Bizantino.

En julio de 1099, los cruzados tomaron Jerusalén al asalto. Este éxito militar convirtió a la Cruzada en un elemento central en la Europa occidental de los siglos XII y XIII, y la idea de Cruzada se amplió a otros escenarios a partir del siglo XII.

Establecimiento de los Estados Cruzados

Tras la conquista, Raimundo de Tolosa rechazó la corona de Jerusalén. Godofredo de Bouillon también la declinó, aunque aceptó gobernar la ciudad con el título de Advocatus Sancti Sepulchri (Defensor del Santo Sepulcro). A la muerte de Godofredo en 1100, le sucedió su hermano Balduino I, quien sí fue coronado rey de Jerusalén. Así nació el Reino de Jerusalén, junto con otros estados cruzados:

  • El Condado de Edesa
  • El Principado de Antioquía
  • El Condado de Trípoli

La Conquista de Jerusalén por Saladino (1187) y la Tercera Cruzada (1189-1192)

Nur al-Din y, posteriormente, su sucesor Saladino (Salah ad-Din Yusuf ibn Ayyub), lograron unificar Siria y Egipto bajo su mando. Saladino, con un carisma enorme, se proyectó como el defensor del islam y manifestó un firme deseo de reconquistar Palestina y expulsar a los francos.

En 1187, tras la decisiva Batalla de los Cuernos de Hattin, Saladino conquistó Jerusalén. Este evento conmocionó a la cristiandad occidental y motivó la convocatoria de la Tercera Cruzada.

En 1188, tomaron la cruz tres de los monarcas más poderosos de Europa:

  • Felipe II Augusto de Francia
  • Ricardo I Corazón de León de Inglaterra
  • Federico I Barbarroja del Sacro Imperio Romano Germánico

Sin embargo, la expedición estuvo marcada por disensiones entre los reyes, quienes apoyaban diferentes facciones en los estados cruzados. Aunque se lograron tomar algunas ciudades costeras importantes, como Acre y Jaffa, Jerusalén no fue reconquistada. Se llegó a un acuerdo que permitía las peregrinaciones cristianas a la Ciudad Santa. Durante esta cruzada, Ricardo I conquistó Chipre en 1191, que hasta entonces estaba bajo control bizantino. A pesar de no recuperar Jerusalén, la Tercera Cruzada permitió la supervivencia del Reino de Jerusalén por un siglo más, aunque territorialmente reducido.

Evolución Posterior y Legado de las Cruzadas

El fervor cruzado no disminuyó significativamente en el siglo XIII. A pesar de la progresiva institucionalización del fenómeno, continuaron surgiendo movimientos populares, como la malograda Cruzada de los Niños (1212) y la Cruzada de los Pastores (1251).

Finalmente, Acre, la última posesión franca importante en Tierra Santa, cayó en 1291 en manos de los mamelucos. A pesar de ello, el ideal cruzado no desapareció por completo. Durante la Baja Edad Media, se desarrolló una vasta literatura con teorizaciones, planes y tratados sobre cómo recuperar los Santos Lugares, a menudo en respuesta a solicitudes del papado para enviar memorandos con estrategias para llevar a cabo con éxito la empresa.

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