Cualidades del Sonido y el Canto Gregoriano: Altura, Duración, Intensidad y Timbre

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Cualidades del Sonido

La altura: permite saber si un sonido es grave o agudo. Se representa en una partitura mediante la situación de las notas en el pentagrama.

La duración: informa acerca de lo largo o corto que es un sonido. Se representa con figuras.

La intensidad: permite saber lo fuerte o suave que es un sonido. Se representa en la partitura mediante signos de matiz y reguladores.

El timbre: informa sobre qué instrumento, persona u objeto ha producido el sonido.

Intensidad: para indicar musicalmente si un sonido es fuerte o suave, utilizamos los matices de intensidad, unos términos en italiano cuyas abreviaturas se escriben normalmente debajo del pentagrama. Cuando se quiere que la intensidad cambie de forma gradual, se emplean los reguladores, unos signos que indican que la intensidad aumenta o disminuye de forma progresiva.

La monodia: se caracteriza por la combinación de sonidos de una misma melodía, sin que otros sonidos suenen a la vez, es decir, cuando suena una sola línea melódica.

La polifonía: se caracteriza por la condición de sonidos y melodías distintas de una manera simultánea.

El Canto Gregoriano

El canto gregoriano es un canto melódico, de carácter religioso. Se caracteriza por ser un canto a capella, es decir, todos los integrantes del coro de monjes cantan la misma melodía, sin ningún tipo de acompañamiento instrumental. La finalidad del canto era enseñar la palabra de Dios a los fieles, por lo que era más importante el texto que la música. La lengua utilizada en el canto gregoriano es el latín y el ritmo del canto es libre, ya que depende del texto.

Estilos de Canto Gregoriano

  • Silábico: una nota por cada sílaba.
  • Neumático: dos o tres notas por sílaba.
  • Melismático: más de tres notas por sílaba.

La Notación Musical

En la Edad Media surgió la notación musical. Hasta ese momento los textos cantados y las melodías no estaban escritas, se transmitían de forma oral. En los monasterios, los copistas comenzaron a dibujar signos sobre el texto, llamados neumas, para ayudar a los monjes a recordar la melodía. Neumas = signos.

Los neumas consistían en líneas rectas y curvas que trazaban el diseño melódico de la composición. Surgió así la notación neumática. A lo largo de la Edad Media, los neumas evolucionaron hacia unos signos más claros y de forma cuadrada que indicaban la altura de los sonidos; estos signos dieron paso a la notación cuadrada.

La gran aportación a la escritura musical llegó en el siglo XI de la mano de Guido d'Arezzo. A él se le debe en gran parte el origen de nuestra escritura musical. Estableció un nombre para cada nota de la escala, a partir de la primera sílaba de cada verso del himno dedicado a San Juan Bautista.

Dio origen a la actual escritura musical, asentando la posición de cada nota en 4 líneas paralelas horizontales (tetragrama), en las que dibujó una clave de inicio.

A partir del siglo XIII empezó a ser habitual el uso de 5 líneas en vez de 4 líneas, pasando por tanto del tetragrama al pentagrama. Ya en el siglo XV la utilización del pentagrama estaba completamente generalizada.

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